📘 Capítulo 211 – Advertencias y Ruido
El sol del mediodía entraba con fuerza por la ventana del estudio.
Joseph había estado reordenando algunos equipos,
distrayéndose en la nada, esperando a que su mente dejara de pensar.
Alex llegó sin anunciarse, como siempre.
—“¿Y ese silencio raro?” —preguntó, dejando su mochila sobre el sofá—.
“Pensé que ibas a estar escribiendo algo,
pero parece que estás viendo el alma de ese micrófono.”
Joseph sonrió con cansancio.
—“Estoy… procesando cosas.
Hay mucha presión ahora que nos alejamos del ojo público,
pero seguimos en él. Y Lili…” —se detuvo un segundo—
“Lili está mejor, pero no quiero que nada la altere.
Lo del colapso fue suficiente para toda una vida.”
Alex se dejó caer en el sillón. Había algo en su rostro,
como si viniera con un mensaje difícil.
—“Entonces tal vez debas sentarte. Hay algo que necesitas saber.
Y no me odies, ¿sí?”
Joseph lo miró.
—“Dime.”
Alex sacó su celular, abrió una red social y le mostró el video.
Kaori. De nuevo. Esta vez con producción, maquillaje, guión.
En el video, Kaori comenzaba con una sonrisa forzada.
La cámara la enfocaba en un espacio blanco, con flores al fondo.
Una voz suave, como si fuera una víctima.
“Durante todo este tiempo he guardado silencio por respeto.
Pero creo que el público merece la verdad.
Nadie quiere aceptar que el amor verdadero no siempre tiene un final feliz.
Joseph y yo compartimos algo…
algo que fue tan profundo que aún las canciones que canta hoy
lo gritan a los cuatro vientos. Y lo seguirán haciendo.”
Joseph frunció el ceño.
—“¿Qué está insinuando?”
Alex le bajó el volumen al celular.
—“Eso no es todo. Mira esto…”
Le mostró una imagen: una publicación agendada para el día siguiente.
Una conferencia de prensa internacional organizada por Kaori,
en Tokio, donde promete mostrar “la evidencia definitiva de que
Lili nunca debió volver”.
Joseph se quedó inmóvil por un segundo.
—“¿Otra vez…?” —susurró— “¿Qué más va a inventar ahora?
Ya dijo que las canciones eran para ella, que yo la amaba,
que Lili fingió su muerte. ¿Qué le queda por destruir?”
—“El problema no es solo lo que dice, Joe.
Es que hay gente dispuesta a creerlo. Y ella lo sabe.
Su equipo sabe cómo manipular la narrativa.
Aun con la verdad delante, las personas prefieren el escándalo.”
Joseph se sentó en el borde del escritorio.
Pasó ambas manos por su cara.
—“Lili no puede ver esto. No ahora. Está mejorando. Está…
volviendo a confiar. Si ve esto, puede retroceder.”
—“Lo sé. Por eso vine a decirte antes de que se filtre por
todos lados. Debemos anticiparnos.”
—“¿Cómo?”
Alex lo miró fijo.
—“No podemos evitar lo que va a hacer Kaori.
Pero sí podemos decidir cómo respondemos.
Tal vez es hora de dejar de ser reactivos y
empezar a tomar el control de la narrativa. Tú y Lili.”
Joseph apretó los puños.
—“¿Sabes qué es lo peor? Que si me defendiera a mí mismo,
no importaría. Pero si la defiendo a ella, me dicen que la uso
para marketing. Si la dejo hablar, dicen que está mintiendo. Si la protejo, dicen que la oculto.”
—“Entonces hazlo por ella. No por el público. No por los medios. Por ella. Y por tu hijo.”
Joseph miró hacia el pasillo. Lili estaba durmiendo,
después de una mañana de náuseas.
Le había prometido una vida sin caos, sin exposición.
Pero ahora entendía algo:
a veces proteger también es exponer lo
suficiente para cortar el ciclo.
—“Hagamos algo, Alex. Planea algo... no una rueda de prensa.
No quiero más shows. Pero sí algo sincero, sin filtros.
Un video, quizás. Algo crudo. Que venga de mí. No de mi equipo. No de un guion.”
Alex asintió con seriedad.
—“¿Y Lili?”
Joseph respiró hondo.
—“Lo hablaré con ella. Pero no la obligaré.
Esta vez, solo hablaré yo. No necesito que el mundo escuche su versión.
Necesito que el mundo sepa que no la dejaré sola.”
Esa noche, Joseph se sentó solo, frente a su escritorio,
con el celular en modo cámara. Grabó el primer borrador del video.
Aún sin editar, sin filtro, sin maquillaje.
Comenzó diciendo su nombre.
Y luego, su verdad.
Sin Kaori.
Sin mentiras.
Solo él.
Por Lili.
📘 Capítulo 212 – Verdades Construidas
Las notificaciones comenzaron a explotar como fuegos artificiales al mediodía,
justo cuando Joseph había salido
al supermercado cercano. Alex lo llamó.
—“Tienes que volver. Ya.”
—“¿Qué pasó?” —preguntó Joseph, mirando la pantalla de su celular,
donde un mensaje de su equipo coreano decía: ‘Urgente.
Ver video de Kaori. Trending #1.’
—“Volvió a soltar algo. Pero esta vez... no fue una acusación.
Fue una bomba emocional.”
Joseph regresó de inmediato. Al llegar, encontró a
Alex con el laptop abierto y el video pausado en un rostro que no esperaba.
Un niño. De unos ocho o diez años.
Cabello oscuro. Ojos intensos. Silencio incómodo. En la pantalla,
la descripción del video decía:
“Kaori revela al hijo secreto que tuvo con Joseph Tamashi.”
—“Reproduce,” dijo Joseph, con la mandíbula tensa.
El video comenzaba en un jardín japonés, con
Kaori sentada junto al niño. Ambos vestidos con tonos neutros,
rodeados de flores y una atmósfera que intentaba transmitir ternura.
“Durante años, oculté algo muy importante para mí.
Lo hice por protección. Por amor.
Porque no quería que creciera con el peso del espectáculo,
ni con la presión de los focos,” decía Kaori, mirando a cámara.
“Pero ahora, al ver cómo el padre de mi hijo,
Joseph Tamashi, empieza una nueva familia y
continúa como si nada hubiera pasado…
siento que ya no puedo seguir en silencio.”
La cámara se movía hacia el niño, que no decía una sola palabra. Kaori continuaba:
“Él merece ser reconocido. No solo por el hombre que
fue importante para mí, sino por el mundo que aplaude a
un artista que ahora olvida que ya tiene responsabilidades.”
Joseph cerró los ojos.
—“¿Es real?” —preguntó en voz baja.
Alex negó con la cabeza.
—“No tenemos nada que lo pruebe. No hay documentos, no hay registros.
Solo un video emocional. Pero... la gente ya está hablando.
#HijoDeJoseph es tendencia. Y los medios están pidiendo declaraciones.”
Joseph respiró hondo. No podía descartar la posibilidad por completo,
no aún, porque el niño coincidia más o
menos con el tiempo que ellos habían estado juntos.
Pero la forma, el momento...
todo apuntaba a una jugada cuidadosamente planeada.
—“¿Y Lili?”
—“Está durmiendo. No le he mostrado nada.
Pero no creo que tarde en enterarse. Esta vez, Kaori se pasó de la línea.”
Joseph apretó los puños. No por miedo. Sino por rabia contenida.
—“Si ese niño es mío… ¿por qué esperar hasta ahora?
¿Por qué no una conversación privada? ¿Por qué usarlo como arma?”
Alex lo miró con dureza.
—“Porque Kaori no quiere justicia. Quiere venganza.”
Joseph asintió.
—“Prepárate. Vamos a enfrentar esto. Con pruebas, con todo lo que se necesite.”
—“¿Y si fuera cierto?” —preguntó Alex con cautela.
Joseph se quedó en silencio unos segundos. Luego, respondió:
—“Si fuera cierto, ese niño no tiene la culpa.
Pero lo que está haciendo Kaori es inaceptable,
sea o no mi hijo. Está usándolo como herramienta, no como niño.”
Alex suspiró.
—“Entonces hay que actuar con cuidado.
Necesitamos un abogado familiar. Y un experto en ADN. Lo antes posible.”
Joseph miró la pantalla del celular,
donde la miniatura del video seguía con el rostro del niño congelado.
¿Un hijo?
¿Una mentira más?
¿Una verdad maldita?
Todo pendía de un hilo.
Y al otro lado del pasillo, Lili aún no sabía que el caos había regresado.
Las notificaciones comenzaron a explotar como fuegos artificiales al mediodía,
justo cuando Joseph había salido
al supermercado cercano. Alex lo llamó.
—“Tienes que volver. Ya.”
—“¿Qué pasó?” —preguntó Joseph, mirando la pantalla de su celular,
donde un mensaje de su equipo coreano decía: ‘Urgente.
Ver video de Kaori. Trending #1.’
—“Volvió a soltar algo. Pero esta vez... no fue una acusación.
Fue una bomba emocional.”
Joseph regresó de inmediato. Al llegar, encontró a
Alex con el laptop abierto y el video pausado en un rostro que no esperaba.
Un niño. De unos ocho o diez años.
Cabello oscuro. Ojos intensos. Silencio incómodo. En la pantalla,
la descripción del video decía:
“Kaori revela al hijo secreto que tuvo con Joseph Tamashi.”
—“Reproduce,” dijo Joseph, con la mandíbula tensa.
El video comenzaba en un jardín japonés, con
Kaori sentada junto al niño. Ambos vestidos con tonos neutros,
rodeados de flores y una atmósfera que intentaba transmitir ternura.
“Durante años, oculté algo muy importante para mí.
Lo hice por protección. Por amor.
Porque no quería que creciera con el peso del espectáculo,
ni con la presión de los focos,” decía Kaori, mirando a cámara.
“Pero ahora, al ver cómo el padre de mi hijo,
Joseph Tamashi, empieza una nueva familia y
continúa como si nada hubiera pasado…
siento que ya no puedo seguir en silencio.”
La cámara se movía hacia el niño, que no decía una sola palabra. Kaori continuaba:
“Él merece ser reconocido. No solo por el hombre que
fue importante para mí, sino por el mundo que aplaude a
un artista que ahora olvida que ya tiene responsabilidades.”
Joseph cerró los ojos.
—“¿Es real?” —preguntó en voz baja.
Alex negó con la cabeza.
—“No tenemos nada que lo pruebe. No hay documentos, no hay registros.
Solo un video emocional. Pero... la gente ya está hablando.
#HijoDeJoseph es tendencia. Y los medios están pidiendo declaraciones.”
Joseph respiró hondo. No podía descartar la posibilidad por completo,
no aún, porque el niño coincidia más o
menos con el tiempo que ellos habían estado juntos.
Pero la forma, el momento...
todo apuntaba a una jugada cuidadosamente planeada.
—“¿Y Lili?”
—“Está durmiendo. No le he mostrado nada.
Pero no creo que tarde en enterarse. Esta vez, Kaori se pasó de la línea.”
Joseph apretó los puños. No por miedo. Sino por rabia contenida.
—“Si ese niño es mío… ¿por qué esperar hasta ahora?
¿Por qué no una conversación privada? ¿Por qué usarlo como arma?”
Alex lo miró con dureza.
—“Porque Kaori no quiere justicia. Quiere venganza.”
Joseph asintió.
—“Prepárate. Vamos a enfrentar esto. Con pruebas, con todo lo que se necesite.”
—“¿Y si fuera cierto?” —preguntó Alex con cautela.
Joseph se quedó en silencio unos segundos. Luego, respondió:
—“Si fuera cierto, ese niño no tiene la culpa.
Pero lo que está haciendo Kaori es inaceptable,
sea o no mi hijo. Está usándolo como herramienta, no como niño.”
Alex suspiró.
—“Entonces hay que actuar con cuidado.
Necesitamos un abogado familiar. Y un experto en ADN. Lo antes posible.”
Joseph miró la pantalla del celular,
donde la miniatura del video seguía con el rostro del niño congelado.
¿Un hijo?
¿Una mentira más?
¿Una verdad maldita?
Todo pendía de un hilo.
Y al otro lado del pasillo, Lili aún no sabía que el caos había regresado.
📘 Capítulo 213 – Silencio a Medias
La cafetera ya estaba encendida cuando Lili apareció, arrastrando las
pantuflas con una flojera de quien apenas cargaba el día encima.
—“Huele rico,” dijo, abrazándose al suéter que llevaba puesto.
Tenía los ojos todavía medio cerrados,
el cabello revuelto y una expresión suave.
Era una de esas mañanas lentas.
Joseph ya estaba en la cocina. Llevaba rato ahí,
en silencio, el celular boca abajo, las notificaciones apagadas,
el televisor sin sonido, pero en una pantalla fija del noticiero.
—“¿Dormiste bien?” —le preguntó con una sonrisa que le dolía mantener.
—“Mejor que anoche. Creo que por fin encontré la posición.”
Ella se acercó, buscó su abrazo y lo encontró.
Joseph la envolvió con suavidad, sintiendo cómo su cuerpo más pequeño,
más vulnerable, reposaba por unos segundos sobre el suyo.
No podía decirle. No ahora.
—“¿Te levantaste temprano?” —preguntó ella.
—“Un poco. Tenía que revisar un par de cosas del equipo.
” No era mentira. Pero sí era sólo una parte.
El celular vibró. Otra vez. Otro mensaje. Otro artículo.
Otra mención con su nombre y el hashtag
#HijoDeJoseph que se seguía disparando en redes. No lo miró. No quería hacerlo.
Lili sirvió café descafeinado para ella y para él.
—“¿Qué planes tienes hoy?” —preguntó, bebiendo con
calma mientras frotaba la barriga sin pensar.
Joseph la observó. Ella estaba tranquila, y eso era un milagro
que no podía poner en riesgo.
—“Estoy esperando a que Alex me mande un resumen de
los medios. Hay un par de cosas que están corriendo rápido, pero no es grave.”
No era una mentira. Pero ocultaba la gravedad.
—“¿Es algo que deba preocuparme?” —preguntó ella,
ladeando la cabeza. Sus ojos estaban más brillantes de lo normal. Como si intuyera algo.
Joseph se acercó. Le acarició la mejilla. Besó su frente.
—“Lo único que te debe preocupar ahora es
desayunar bien y descansar. Yo me encargo del resto.”
Ella sonrió, aunque con una pizca de duda.
—“¿Seguro?”
—“Te lo prometo.”
Y mintió. Solo un poco. Solo por esta vez.
Mientras ella se sentaba con sus cereales y frutas,
Joseph tomó el celular y entró en el cuarto de música. Cerró la puerta. Llamó a Alex.
—“¿Ya lo vieron nuestros abogados?”
—“Sí. Y tenemos que actuar ya. La situación se está saliendo de control.
No podemos simplemente guardar silencio.”
Joseph apretó los ojos. —“No voy a decir nada
hasta que tenga la prueba de ADN. Nada. No quiero que Lili se entere así. No así.”
—“¿Y si lo ve en redes? ¿Y si algún reportero habla más de la cuenta?”
—“Haz lo que tengas que hacer para congelar eso.
Habla con quien sea. Paga. Borra. Desconecta. Pero no dejes que llegue a ella.”
Del otro lado del pasillo, Lili caminaba hacia el baño.
En el camino, vio la televisión sin sonido.
La imagen congelada era familiar. El rostro de Kaori. Y junto a ella, un niño.
Se quedó mirándola unos segundos.
Su ceño se frunció. Sintió un vuelco leve en el estómago,
pero pensó que era otra de esas náuseas.
Apagó el televisor.
No sabía que acababa de ver el rostro de la
tormenta que Joseph estaba intentando mantenerle lejos.
Por ahora.
No era una mentira. Pero ocultaba la gravedad.
Y mintió. Solo un poco. Solo por esta vez.
—“Sí. Y tenemos que actuar ya. La situación se está saliendo de control.
📘 Capítulo 214 – La Tormenta en Silencio
El sol golpeaba con fuerza la cortina blanca de la sala. Lili, descalza, movía
lentamente los pies por el suelo de mármol buscando algo de frescura.
El embarazo avanzaba, y aunque todavía no tenía problemas para moverse,
sentía el cuerpo más pesado que nunca.
Joseph la observaba desde la cocina. No podía dejar de mirarla. Cada gesto suyo,
cada paso, cada sonrisa, se sentían como un recordatorio constante de lo que tenía que proteger.
Y también de lo que podía perder.
—“Voy a revisar los archivos del estudio un rato,” dijo él, acercándose con un beso en la frente.
“¿Necesitas algo antes de que suba?”
—“Mmm… ¿solo una cosa?” —dijo ella con una sonrisa suave—. “Una promesa.”
Joseph levantó una ceja.
—“Prométeme que si hay algo… lo que sea… me lo dirás.
Ya no quiero que me cuiden como si fuera de cristal.”
Él tragó saliva. La abrazó.
—“Te lo prometo.”
Y sintió cómo una parte suya se rompía un poco más.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, Alex se encontraba en una
videollamada con el equipo legal, dos asistentes de relaciones públicas y
el manager japonés, Xion,
que aún estaba conectado desde Tokio.
—“¿Cuál es el panorama?” —preguntó Alex, frotándose la cara
como si intentara arrancarse el cansancio.
Una de las abogadas habló:
—“La entrevista de Kaori ya tiene más de 25 millones de visualizaciones.
La imagen del niño es poderosa. Está afectando la percepción de la prensa y del público,
incluso en mercados que habían comenzado a aceptar el regreso de Lili.”
—“¿Y qué dice Kaori ahora?” —interrumpió Xion, molesto—. “
¿Va a seguir lanzando ‘bombas’ cada vez que Joseph se acerque a Lili?”
—“No tenemos control sobre ella,” respondió la PR.
“Pero estamos intentando contactar a la televisora
para obtener el video completo y preparar un contracomunicado. Aunque…”
—“¿Aunque qué?” —preguntó Alex.
—“Aunque si el niño es de Joseph de verdad, ni
siquiera una buena narrativa nos va a salvar.”
Alex apretó los puños.
—“No lo es. Él está esperando los resultados del ADN.
Pero ni siquiera se trata de eso ahora. Se trata de Lili.
Ella no sabe nada todavía.”
Todos enmudecieron. Nadie quería ser el que dijera lo que ya se sabía.
—“Tenemos que contener esto. Apagarlo. Sepultarlo,” dijo Alex.
“Y si no se puede… entonces manipulamos el ángulo.”
En la casa, Joseph cerraba la puerta del estudio con cuidado.
Una vez dentro, soltó un largo suspiro y dejó el celular sobre la mesa.
Tenía más de 60 mensajes sin leer. Algunos de medios.
Otros de cuentas falsas. Otros de personas reales con preguntas reales…
y algunas amenazas.
Pero ninguna notificación era tan peligrosa como una mirada de
Lili descubriendo algo por su cuenta.
Joseph escribió a Alex:
“¿Alguna novedad? ¿Ella ha dicho algo?
La tv estaba encendida esta mañana.”
Alex respondió segundos después:
“Estamos apagando incendios. Apágale el Wi-Fi si puedes.”
Joseph sonrió con tristeza. “Apágale el Wi-Fi”… como si eso bastara.
Volvió al pasillo. Lili estaba en el balcón, escribiendo algo en su libreta.
—“¿En qué piensas?” —preguntó él, acercándose.
—“En una letra. No sé… algo sobre cuando todo parece estar bien,
pero hay algo en el aire que huele a cambio.”
Ella no lo miró cuando lo dijo, pero Joseph sintió la puñalada de la intuición.
—“¿Te sientes bien?” —preguntó, acariciando su espalda.
—“Sí… solo un poco de presión baja. Pero ya tomé agua y me recosté.
El bebé se mueve mucho cuando me estreso. ¿Te lo dije?”
Joseph asintió, tragando de nuevo la culpa.
Ella se recostó en su pecho.
—“Gracias por cuidar de mí, amor.”
—“Siempre.”
—“Y por no mentirme…”
Él no dijo nada.
Horas después, Alex recibió una llamada.
—“¿Sí?”
—“Tenemos el video original completo. No lo van a liberar.
Alguien de dentro cobró para editarlo con una narrativa dramática.
Y lo peor… el niño no es de Joseph.
Ya fue confirmado por la propia cadena.”
—“¿Y qué esperamos para decirlo?” —preguntó Alex, levantándose.
—“Porque Kaori aún no sabe que ya lo sabemos.”
Alex sonrió por primera vez en días.
—“Entonces preparen todo. Si Joseph decide hablar, será con pruebas.
Pero por ahora…”
Miró su celular. Una foto de Joseph y Lili abrazados en
el jardín de casa como si el mundo no estuviera cayéndose afuera.
—“Por ahora, que ella no se entere de nada.”
Y sintió cómo una parte suya se rompía un poco más.
Ella no lo miró cuando lo dijo, pero Joseph sintió la puñalada de la intuición.
—“Siempre.”
—“Y por no mentirme…”
Él no dijo nada.
—“Tenemos el video original completo. No lo van a liberar.
—“¿Y qué esperamos para decirlo?” —preguntó Alex, levantándose.
📘 Capítulo 215 – Verdades en Suspenso
La mañana era pesada. No por el calor, ni por el embarazo que ya comenzaba a
sentirse más avanzado… sino por el silencio que Joseph arrastraba consigo desde hacía días.
Lili lo observó mientras él preparaba café. Notó sus ojeras, su manera de
apretar los dientes sin darse cuenta, su gesto forzado al saludarla
con un beso suave. Como si estuviera presente… pero su mente estuviera en otro lugar.
Un lugar donde ella no estaba incluida.
—“Dormiste poco,” dijo Lili, intentando sonar casual.
—“Un poco,” respondió él. “Cosas de trabajo. Alex y
Xion están cerrando detalles de los shows.”
—“¿Algo que me deba preocupar?”
Joseph dudó apenas una fracción de segundo.
—“No, nada. Solo ruido.”
Ella asintió. Pero dentro, algo comenzó a hacer clic. No era solo cansancio. Era evasión.
Mientras tanto, Alex colgaba el teléfono con frustración.
—“Nada. El contacto de la televisora no contesta. Me huye.
Me están ocultando el video original.”
Del otro lado, Xion maldecía en japonés.
—“Y para peor, el hospital confirmó que se filtró una supuesta prueba de
ADN que da positivo. Kaori ya lo sabía. Lo tenía preparado.”
—“Eso es imposible…” —dijo Alex—. “Él nunca tuvo algo con ella
después del corte definitivo. Lo juró.”
—“Y aun así, ahora en todos los medios está saliendo: Joseph Tamashi,
padre en la sombra de un niño oculto por una década.”
Alex se quedó mirando la pantalla en silencio.
—“¿Y Lili?” —preguntó Xion.
—“No lo sabe aún. Pero por cómo lo mira últimamente… no creo que tarde mucho en sospechar.”
Joseph no podía seguir cargando con tanto. Encendía su celular, lo apagaba.
Leía los mensajes de Alex. Ignoraba los titulares. Borraba fotos antiguas de
Kaori en sus archivos por instinto. Pero lo que no podía borrar era el peso del miedo.
Estaban justo saliendo de un escándalo. Volviendo a vivir.
Lili recuperando su espacio. Su bebé en camino. ¿Y ahora esto?
Se quedó en el balcón, mirando el jardín. No escuchó cuando Lili se le acercó.
—“¿Ese café era solo para ti?” —bromeó ella.
Él se giró, con una sonrisa cansada.
—“Te hago otro enseguida.”
—“No importa. Ya casi es hora del almuerzo.”
Ella lo miró por unos segundos. Luego, simplemente preguntó:
—“¿Estás seguro que todo está bien?”
Joseph tardó en responder.
—“Sí… solo un poco estresado.”
Lili no insistió. Pero algo dentro de ella se encendió
como un foco. Esa pausa. Ese “sí” que no parecía completo.
Más tarde, mientras Joseph hablaba con Alex por videollamada a
puertas cerradas, Lili recibió un mensaje de Anyu:
“¿Ya viste lo de la prueba de ADN? Salió en todos lados…
pero me parece raro. El tiempo no cuadra. Y si fuera cierto, ¿por qué no se lo dijo antes?”
Lili no respondió de inmediato.
Fue a la cocina, preparó té, se sentó en el sofá, y pensó en el día que
Joseph se quebró frente a ella, cómo lloró con dolor real,
con amor genuino, con arrepentimiento profundo.
Lo amaba.
Pero también había vivido suficiente como para saber que a veces…
el amor no evita las mentiras. Solo las hace más dolorosas.
Esa noche, Joseph le pidió a Lili que se acostara temprano.
Él dijo que tenía que seguir revisando unas cosas del tour con Alex. Ella solo asintió.
—“¿Vas a subir luego?” —preguntó.
—“Sí… no tardo.”
Lili se quedó mirándolo, de pie en la puerta. Sus ojos buscaron los suyos.
—“Joseph…”
Él la miró, expectante.
—“Cuando estés listo para decirme lo que sea que me estás ocultando… estaré aquí.”
No lo dijo con enojo. Lo dijo con calma.
Pero fue como un disparo certero. Joseph se quedó mudo, helado.
Ella subió sin esperar respuesta.
Joseph apretó el puente de su nariz, y exhaló con fuerza.
La tormenta no había estallado aún.
Pero ella ya sabía.
La mañana era pesada. No por el calor, ni por el embarazo que ya comenzaba a
sentirse más avanzado… sino por el silencio que Joseph arrastraba consigo desde hacía días.
Lili lo observó mientras él preparaba café. Notó sus ojeras, su manera de
apretar los dientes sin darse cuenta, su gesto forzado al saludarla
con un beso suave. Como si estuviera presente… pero su mente estuviera en otro lugar.
Un lugar donde ella no estaba incluida.
—“Dormiste poco,” dijo Lili, intentando sonar casual.
—“Un poco,” respondió él. “Cosas de trabajo. Alex y
Xion están cerrando detalles de los shows.”
—“¿Algo que me deba preocupar?”
Joseph dudó apenas una fracción de segundo.
—“No, nada. Solo ruido.”
Ella asintió. Pero dentro, algo comenzó a hacer clic. No era solo cansancio. Era evasión.
Mientras tanto, Alex colgaba el teléfono con frustración.
—“Nada. El contacto de la televisora no contesta. Me huye.
Me están ocultando el video original.”
Del otro lado, Xion maldecía en japonés.
—“Y para peor, el hospital confirmó que se filtró una supuesta prueba de
ADN que da positivo. Kaori ya lo sabía. Lo tenía preparado.”
—“Eso es imposible…” —dijo Alex—. “Él nunca tuvo algo con ella
después del corte definitivo. Lo juró.”
—“Y aun así, ahora en todos los medios está saliendo: Joseph Tamashi,
padre en la sombra de un niño oculto por una década.”
Alex se quedó mirando la pantalla en silencio.
—“¿Y Lili?” —preguntó Xion.
—“No lo sabe aún. Pero por cómo lo mira últimamente… no creo que tarde mucho en sospechar.”
Joseph no podía seguir cargando con tanto. Encendía su celular, lo apagaba.
Leía los mensajes de Alex. Ignoraba los titulares. Borraba fotos antiguas de
Kaori en sus archivos por instinto. Pero lo que no podía borrar era el peso del miedo.
Estaban justo saliendo de un escándalo. Volviendo a vivir.
Lili recuperando su espacio. Su bebé en camino. ¿Y ahora esto?
Se quedó en el balcón, mirando el jardín. No escuchó cuando Lili se le acercó.
—“¿Ese café era solo para ti?” —bromeó ella.
Él se giró, con una sonrisa cansada.
—“Te hago otro enseguida.”
—“No importa. Ya casi es hora del almuerzo.”
Ella lo miró por unos segundos. Luego, simplemente preguntó:
—“¿Estás seguro que todo está bien?”
Joseph tardó en responder.
—“Sí… solo un poco estresado.”
Lili no insistió. Pero algo dentro de ella se encendió
como un foco. Esa pausa. Ese “sí” que no parecía completo.
Más tarde, mientras Joseph hablaba con Alex por videollamada a
puertas cerradas, Lili recibió un mensaje de Anyu:
“¿Ya viste lo de la prueba de ADN? Salió en todos lados…
pero me parece raro. El tiempo no cuadra. Y si fuera cierto, ¿por qué no se lo dijo antes?”
Lili no respondió de inmediato.
Fue a la cocina, preparó té, se sentó en el sofá, y pensó en el día que
Joseph se quebró frente a ella, cómo lloró con dolor real,
con amor genuino, con arrepentimiento profundo.
Lo amaba.
Pero también había vivido suficiente como para saber que a veces…
el amor no evita las mentiras. Solo las hace más dolorosas.
Esa noche, Joseph le pidió a Lili que se acostara temprano.
Él dijo que tenía que seguir revisando unas cosas del tour con Alex. Ella solo asintió.
—“¿Vas a subir luego?” —preguntó.
—“Sí… no tardo.”
Lili se quedó mirándolo, de pie en la puerta. Sus ojos buscaron los suyos.
—“Joseph…”
Él la miró, expectante.
—“Cuando estés listo para decirme lo que sea que me estás ocultando… estaré aquí.”
No lo dijo con enojo. Lo dijo con calma.
Pero fue como un disparo certero. Joseph se quedó mudo, helado.
Ella subió sin esperar respuesta.
Joseph apretó el puente de su nariz, y exhaló con fuerza.
La tormenta no había estallado aún.
Pero ella ya sabía.
📘 Capítulo 216 – Mentiras Que Quiebran
La tarde caía con un extraño aire quieto.
El tipo de silencio que no presagia paz, sino algo a punto de estallar.
Lili estaba sola en casa. Joseph había salido a una reunión rápida con Alex,
o al menos eso dijo. Ella intentaba no pensar demasiado,
pero el malestar que sentía no era solo físico.
Su embarazo iba bien, sí, pero la sensación de ser protegida de algo
se había vuelto insoportable. Cada gesto,
cada mirada de Joseph en los últimos días tenía un dejo de culpa que
ella no sabía si quería confirmar o no.
Fue entonces cuando le llegó un mensaje. No de Anyu esta vez.
Sino de una antigua compañera de stream que no hablaba con
ella desde hacía más de un año:
“Lili… no sé si viste esto ya, pero te lo mando porque no sé qué
pensar. Espero que estés bien.”
Y abajo, el enlace a una noticia.
Titular:
"Joseph Tamashi sería padre de un niño de 8 años con Kaori H. Se filtra prueba de ADN positiva."
Lili se quedó inmóvil.
El aire se le fue de golpe.
Abrió el enlace.
Videos. Fotos del niño con rasgos similares. Declaraciones manipuladas de
Kaori. Comentarios de odio, burlas crueles hacia ella,
especulaciones sobre su papel como “la otra”. Una línea en particular se le clavó como cuchillo:
“¿Qué clase de mujer se queda con un hombre que abandonó a su hijo?”
Sintió un vértigo súbito. El temblor en sus manos
fue tan violento que la taza de té que tenía en la encimera cayó al suelo y
se hizo pedazos con un estruendo seco.
—“¡Lili!” —gritó una voz entrando—.
Joseph.
Corrió hacia la cocina justo cuando la encontró paralizada,
mirando los fragmentos en el suelo, las lágrimas cayendo en silencio por sus mejillas.
—“¿Qué es esto…?” —preguntó ella con un tono grave, sin gritar, sin moverse—.
—“Dime… ¿qué es esto, Joseph?”
Joseph quedó congelado al ver el celular de Lili en la mesa,
con la noticia abierta, con su rostro al lado del de Kaori… y un niño.
—“Lili, no… no es lo que parece.”
—“¿Cuándo ibas a decírmelo?” —su voz quebrada,
su cuerpo aún temblando—. “¿Después de que naciera nuestro hijo?
¿Después de que todos me señalaran otra vez como una estúpida?”
—“¡Yo no sabía! Esa prueba es falsa. ¡Lo juro!”
—“Entonces… ¿por qué me lo ocultaste?”
Joseph no supo qué responder.
—“Estaba esperando encontrar pruebas, que Alex
consiguiera el video del hospital, necesitábamos armar todo antes de decirte—”
—“¿Antes de decírmelo?” —Lili lo interrumpió—. “¿Otra vez decidiste por mí?
¿Otra vez me dejaste fuera? ¡¿Tanto miedo te da que yo no sea fuerte como tú crees?!”
Sus palabras salieron como cuchillas, afiladas por el dolor,
la decepción, el pasado reciente.
Joseph quiso acercarse, pero Lili retrocedió.
—“Estoy embarazada, Joseph. Tengo una vida creciendo dentro de mí. Y tú…
estás allá afuera peleando guerras, mientras yo estoy aquí… esperando que me digas la verdad.”
—“No quería lastimarte,” —susurró él, con los ojos cristalinos—.
—“Pues lo lograste igual.”
Silencio.
Se quedaron así, mirándose entre lágrimas, respirando con
dificultad como si el aire se hubiera vuelto denso e irrespirable.
—“No quiero oír nada más ahora,” dijo Lili, finalmente.
Se giró, lentamente, y subió a la habitación. Cada paso era un grito sin voz.
Joseph se quedó de pie entre los pedazos de cerámica,
como si fueran símbolos de lo que acababa de romperse.
La tarde caía con un extraño aire quieto.
El tipo de silencio que no presagia paz, sino algo a punto de estallar.
Lili estaba sola en casa. Joseph había salido a una reunión rápida con Alex,
o al menos eso dijo. Ella intentaba no pensar demasiado,
pero el malestar que sentía no era solo físico.
Su embarazo iba bien, sí, pero la sensación de ser protegida de algo
se había vuelto insoportable. Cada gesto,
cada mirada de Joseph en los últimos días tenía un dejo de culpa que
ella no sabía si quería confirmar o no.
Fue entonces cuando le llegó un mensaje. No de Anyu esta vez.
Sino de una antigua compañera de stream que no hablaba con
ella desde hacía más de un año:
“Lili… no sé si viste esto ya, pero te lo mando porque no sé qué
pensar. Espero que estés bien.”
Y abajo, el enlace a una noticia.
Titular:
"Joseph Tamashi sería padre de un niño de 8 años con Kaori H. Se filtra prueba de ADN positiva."
Lili se quedó inmóvil.
El aire se le fue de golpe.
Abrió el enlace.
Videos. Fotos del niño con rasgos similares. Declaraciones manipuladas de
Kaori. Comentarios de odio, burlas crueles hacia ella,
especulaciones sobre su papel como “la otra”. Una línea en particular se le clavó como cuchillo:
“¿Qué clase de mujer se queda con un hombre que abandonó a su hijo?”
Sintió un vértigo súbito. El temblor en sus manos
fue tan violento que la taza de té que tenía en la encimera cayó al suelo y
se hizo pedazos con un estruendo seco.
—“¡Lili!” —gritó una voz entrando—.
Joseph.
Corrió hacia la cocina justo cuando la encontró paralizada,
mirando los fragmentos en el suelo, las lágrimas cayendo en silencio por sus mejillas.
—“¿Qué es esto…?” —preguntó ella con un tono grave, sin gritar, sin moverse—.
—“Dime… ¿qué es esto, Joseph?”
Joseph quedó congelado al ver el celular de Lili en la mesa,
con la noticia abierta, con su rostro al lado del de Kaori… y un niño.
—“Lili, no… no es lo que parece.”
—“¿Cuándo ibas a decírmelo?” —su voz quebrada,
su cuerpo aún temblando—. “¿Después de que naciera nuestro hijo?
¿Después de que todos me señalaran otra vez como una estúpida?”
—“¡Yo no sabía! Esa prueba es falsa. ¡Lo juro!”
—“Entonces… ¿por qué me lo ocultaste?”
Joseph no supo qué responder.
—“Estaba esperando encontrar pruebas, que Alex
consiguiera el video del hospital, necesitábamos armar todo antes de decirte—”
—“¿Antes de decírmelo?” —Lili lo interrumpió—. “¿Otra vez decidiste por mí?
¿Otra vez me dejaste fuera? ¡¿Tanto miedo te da que yo no sea fuerte como tú crees?!”
Sus palabras salieron como cuchillas, afiladas por el dolor,
la decepción, el pasado reciente.
Joseph quiso acercarse, pero Lili retrocedió.
—“Estoy embarazada, Joseph. Tengo una vida creciendo dentro de mí. Y tú…
estás allá afuera peleando guerras, mientras yo estoy aquí… esperando que me digas la verdad.”
—“No quería lastimarte,” —susurró él, con los ojos cristalinos—.
—“Pues lo lograste igual.”
Silencio.
Se quedaron así, mirándose entre lágrimas, respirando con
dificultad como si el aire se hubiera vuelto denso e irrespirable.
—“No quiero oír nada más ahora,” dijo Lili, finalmente.
Se giró, lentamente, y subió a la habitación. Cada paso era un grito sin voz.
Joseph se quedó de pie entre los pedazos de cerámica,
como si fueran símbolos de lo que acababa de romperse.
📘 Capítulo 217 – “No era el niño, era la mentira”
La noche había caído como un bloque de concreto sobre la casa.
Lili estaba sentada en el borde de la cama, aún con la ropa puesta. La luz tenue del velador iluminaba sus ojos hinchados, la piel ligeramente pálida, y su barriga apenas marcada por los primeros meses de embarazo.
Con las manos temblorosas, tomó el teléfono. Buscó un nombre sin pensarlo dos veces.
Anyu.
Ella respondió casi al instante, como si lo hubiera estado esperando.
—“¿Lili?”
—“Sí… no puedo dormir. Necesito hablar.”
—“Dime, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes?”
Hubo un silencio largo antes de que Lili respondiera.
—“Estoy enojada…”
—“¿Por lo del supuesto hijo de Joseph?”
—“No.” —Su voz salió firme, contenida—. “No es por eso. Si Joseph tuviera un hijo, lo asumiría. Tendría que procesarlo, sí, pero no… no es eso lo que me rompió esta vez.”
Lili se llevó una mano al vientre, acariciándolo en silencio.
—“¿Entonces qué?”
—“Estoy enojada porque él lo supo. Lo supo y lo calló. Lo cargó él solo como si fuera su maldito deber protegerme otra vez, como si yo no pudiera con la verdad. Me mintió por omisión, otra vez. Como cuando me dejaron sola con los ataques, como cuando se quedó callado mientras Kaori me destrozaba.”
Anyu no respondió enseguida. Sabía que no tenía que interrumpirla.
—“Yo le confié mi cuerpo, mi mente… mi vida. Y él… él eligió el silencio. ¿Qué clase de amor es ese?”
—“Uno lleno de miedo,” dijo Anyu suavemente. “Pero sí, también uno que necesita crecer.”
Lili apretó el celular con fuerza.
—“Estoy cansada, Anyu. De ser siempre la que debe aguantar, la que
debe esperar a que el otro tenga el valor de hablar. Joseph lo sabe todo de mí.
Sabe cómo me afecta el abandono, el silencio, la traición. Y aún así…”
Su voz se quebró.
—“…lo hizo igual.”
—“¿Vas a dejarlo?” —preguntó Anyu, sin presión, pero sin rodeos—.
—“No lo sé. Lo amo. Pero ahora mismo… no confío en él. ¿Cómo se construye algo así?”
Anyu suspiró al otro lado de la línea.
—“Tal vez... con verdad. Desde ahora. Sin más secretos.”
Hubo un silencio que no era incómodo.
Era un espacio donde ambas sabían que había más por decir, pero ya no era el momento.
Antes de colgar, Anyu dijo algo que quedó flotando:
—“No estás sola, Lili. Ni tú, ni tu bebé. Y si
Joseph quiere ser parte de esto, tiene que aprender a hablar… aunque le cueste.”
Lili colgó lentamente. Se quedó sentada, mirando hacia la puerta cerrada del dormitorio.
Joseph estaba abajo, durmiendo en el sofá. O al menos, intentándolo.
Ella no bajó esa noche.
Tampoco lloró más.
Solo pensó.
Y por primera vez en mucho tiempo, pensó en ella misma primero.
La noche había caído como un bloque de concreto sobre la casa.
Lili estaba sentada en el borde de la cama, aún con la ropa puesta. La luz tenue del velador iluminaba sus ojos hinchados, la piel ligeramente pálida, y su barriga apenas marcada por los primeros meses de embarazo.
Con las manos temblorosas, tomó el teléfono. Buscó un nombre sin pensarlo dos veces.
Anyu.
Ella respondió casi al instante, como si lo hubiera estado esperando.
—“¿Lili?”
—“Sí… no puedo dormir. Necesito hablar.”
—“Dime, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes?”
Hubo un silencio largo antes de que Lili respondiera.
—“Estoy enojada…”
—“¿Por lo del supuesto hijo de Joseph?”
—“No.” —Su voz salió firme, contenida—. “No es por eso. Si Joseph tuviera un hijo, lo asumiría. Tendría que procesarlo, sí, pero no… no es eso lo que me rompió esta vez.”
Lili se llevó una mano al vientre, acariciándolo en silencio.
—“¿Entonces qué?”
—“Estoy enojada porque él lo supo. Lo supo y lo calló. Lo cargó él solo como si fuera su maldito deber protegerme otra vez, como si yo no pudiera con la verdad. Me mintió por omisión, otra vez. Como cuando me dejaron sola con los ataques, como cuando se quedó callado mientras Kaori me destrozaba.”
Anyu no respondió enseguida. Sabía que no tenía que interrumpirla.
—“Yo le confié mi cuerpo, mi mente… mi vida. Y él… él eligió el silencio. ¿Qué clase de amor es ese?”
—“Uno lleno de miedo,” dijo Anyu suavemente. “Pero sí, también uno que necesita crecer.”
Lili apretó el celular con fuerza.
—“Estoy cansada, Anyu. De ser siempre la que debe aguantar, la que
debe esperar a que el otro tenga el valor de hablar. Joseph lo sabe todo de mí.
Sabe cómo me afecta el abandono, el silencio, la traición. Y aún así…”
Su voz se quebró.
—“…lo hizo igual.”
—“¿Vas a dejarlo?” —preguntó Anyu, sin presión, pero sin rodeos—.
—“No lo sé. Lo amo. Pero ahora mismo… no confío en él. ¿Cómo se construye algo así?”
Anyu suspiró al otro lado de la línea.
—“Tal vez... con verdad. Desde ahora. Sin más secretos.”
Hubo un silencio que no era incómodo.
Era un espacio donde ambas sabían que había más por decir, pero ya no era el momento.
Antes de colgar, Anyu dijo algo que quedó flotando:
—“No estás sola, Lili. Ni tú, ni tu bebé. Y si
Joseph quiere ser parte de esto, tiene que aprender a hablar… aunque le cueste.”
Lili colgó lentamente. Se quedó sentada, mirando hacia la puerta cerrada del dormitorio.
Joseph estaba abajo, durmiendo en el sofá. O al menos, intentándolo.
Ella no bajó esa noche.
Tampoco lloró más.
Y por primera vez en mucho tiempo, pensó en ella misma primero.
📘 Capítulo 218 – “Las Consecuencias del Silencio”
El amanecer en República Dominicana no trajo paz.
Joseph no había dormido. Había pasado la noche en el sofá, con la espalda entumecida,
el celular en la mano, viendo fijamente la última conversación de WhatsApp con Lili.
Ella no había dicho nada desde que se encerró en la habitación, y él no se atrevió a tocar la puerta.
Cuando escuchó pasos en el pasillo, pensó que era ella. Pero no.
Era Alex, que había llegado temprano tras enterarse por redes de la filtración de la prueba de ADN.
—“¿Estás bien?” —preguntó Alex sin rodeos, cerrando la puerta tras de sí.
Joseph solo negó con la cabeza.
—“La prueba salió positiva. Lo filtraron. Todos los medios
lo están dando como confirmado. Y Lili…
” —Se pasó las manos por la cara— “…lo sabe. Y yo no le dije nada.”
Alex no contestó de inmediato. Lo miró como si buscara algo más allá de sus palabras.
—“¿Y por qué no se lo dijiste?”
—“Porque pensé que podría manejarlo.
Que iba a solucionarlo antes de que le llegara. Que no quería alterarla por el embarazo.”
—“Joseph…” —Alex se sentó frente a él—.
“Tú mismo estás cayendo en el mismo error una y otra vez.
Callar para no herirla es también una forma de herirla.”
Joseph bajó la cabeza, tragando saliva con dificultad.
—“Ella me dijo que lo que más la rompió no fue el niño,
sino que yo no se lo dijera… Que hice lo mismo que antes,
cuando el mundo se le vino encima. Y tiene razón.”
Alex lo observó con calma, pero con firmeza.
—“¿Sabes por qué duele más que venga de ti?”
Joseph lo miró.
—“Porque tú eres su refugio. Si su refugio le miente,
¿a dónde se supone que va a correr?”
Joseph cerró los ojos, apretando los puños sobre sus rodillas. Su pecho dolía.
—“No quiero perderla, Alex. No después de todo lo que hemos pasado.
Pero siento que… que tal vez ya no soy suficiente para ella.
Que la defraudé tanto que ya no hay vuelta atrás.”
Alex respiró hondo, y después de un momento,
habló con voz baja, pero llena de certeza:
—“Entonces haz lo único que no has hecho, Joseph.
Sé transparente. Dile todo. Incluso si duele. Incluso si tienes miedo. Pero que venga de ti.”
—“¿Y si me odia después de eso?”
—“Entonces al menos sabrás que lo diste todo sin esconderte.
Y créeme… eso importa más de lo que crees.”
Joseph se quedó en silencio.
Había perdido a Lili una vez. Casi literalmente.
No podía permitirse perderla de nuevo por no tener el valor de hablar.
Se levantó.
—“Gracias, Alex.”
—“No me agradezcas. Ve y enfrenta lo que construiste.
Con coraje. Como un hombre que ama de verdad.”
El amanecer en República Dominicana no trajo paz.
Joseph no había dormido. Había pasado la noche en el sofá, con la espalda entumecida,
el celular en la mano, viendo fijamente la última conversación de WhatsApp con Lili.
Ella no había dicho nada desde que se encerró en la habitación, y él no se atrevió a tocar la puerta.
Cuando escuchó pasos en el pasillo, pensó que era ella. Pero no.
Era Alex, que había llegado temprano tras enterarse por redes de la filtración de la prueba de ADN.
—“¿Estás bien?” —preguntó Alex sin rodeos, cerrando la puerta tras de sí.
Joseph solo negó con la cabeza.
—“La prueba salió positiva. Lo filtraron. Todos los medios
lo están dando como confirmado. Y Lili…
” —Se pasó las manos por la cara— “…lo sabe. Y yo no le dije nada.”
Alex no contestó de inmediato. Lo miró como si buscara algo más allá de sus palabras.
—“¿Y por qué no se lo dijiste?”
—“Porque pensé que podría manejarlo.
Que iba a solucionarlo antes de que le llegara. Que no quería alterarla por el embarazo.”
—“Joseph…” —Alex se sentó frente a él—.
“Tú mismo estás cayendo en el mismo error una y otra vez.
Callar para no herirla es también una forma de herirla.”
Joseph bajó la cabeza, tragando saliva con dificultad.
—“Ella me dijo que lo que más la rompió no fue el niño,
sino que yo no se lo dijera… Que hice lo mismo que antes,
cuando el mundo se le vino encima. Y tiene razón.”
Alex lo observó con calma, pero con firmeza.
—“¿Sabes por qué duele más que venga de ti?”
Joseph lo miró.
—“Porque tú eres su refugio. Si su refugio le miente,
¿a dónde se supone que va a correr?”
Joseph cerró los ojos, apretando los puños sobre sus rodillas. Su pecho dolía.
—“No quiero perderla, Alex. No después de todo lo que hemos pasado.
Pero siento que… que tal vez ya no soy suficiente para ella.
Que la defraudé tanto que ya no hay vuelta atrás.”
Alex respiró hondo, y después de un momento,
habló con voz baja, pero llena de certeza:
—“Entonces haz lo único que no has hecho, Joseph.
Sé transparente. Dile todo. Incluso si duele. Incluso si tienes miedo. Pero que venga de ti.”
—“¿Y si me odia después de eso?”
—“Entonces al menos sabrás que lo diste todo sin esconderte.
Y créeme… eso importa más de lo que crees.”
Joseph se quedó en silencio.
Había perdido a Lili una vez. Casi literalmente.
No podía permitirse perderla de nuevo por no tener el valor de hablar.
Se levantó.
—“Gracias, Alex.”
—“No me agradezcas. Ve y enfrenta lo que construiste.
Con coraje. Como un hombre que ama de verdad.”
📘 Capítulo 219 – “Donde Arde, También Sana”
El silencio entre ellos era insoportable.
Joseph se acercó a la puerta de la habitación con pasos lentos.
Golpeó suavemente dos veces.
—“¿Puedo pasar…?”
Del otro lado, la voz de Lili sonó seca, contenida:
—“Haz lo que quieras, igual ya lo hiciste sin preguntar antes.”
Joseph tragó saliva y entró.
Ella estaba sentada en la cama, las piernas cruzadas,
la mirada hacia la ventana. Tenía los ojos hinchados, pero no lloraba. Ya no.
Joseph se quedó de pie unos segundos, sin saber cómo empezar.
—“Sé que debí decirte la verdad antes. Que fallé otra vez.
Y no tengo excusa, solo miedo. No quería que esto te lastimara.”
Lili lo miró, con una mezcla de tristeza y decepción.
—“¿Y pensaste que ocultármelo dolería menos?
¿Otra vez decides por mí? ¿Otra vez me dejas afuera,
como si yo no tuviera derecho a saber lo que pasa en mi propia vida?”
Joseph bajó la cabeza.
—“No quería verte caer otra vez. Te estaba cuidando.”
—“¿Cuidándome de qué, Joseph? ¿De sentir?
¿De vivir la realidad contigo? ¿Eso es lo que soy para ti? ¿Una carga?
¿Una muñeca de cristal que tienes que esconder del mundo?”
La voz le temblaba. Pero no paró.
—“No es el supuesto hijo, Joseph. Es la maldita soledad otra vez.
Esa que tú me juraste que nunca más sentiría si te quedabas.
Pero te quedaste callado. ¡Otra vez!”
Joseph dio un paso al frente. Ya no podía sostenerse.
—“¡Y tú tampoco me dices cuando estás mal! ¡Te tragas todo, Lili!
¿Crees que no lo noto? ¿Crees que no sé que todavía estás rota por dentro?
¿Por qué me castigas por tus heridas sin mostrarme dónde sangras?”
La habitación se llenó de una rabia compartida.
No eran enemigos. Eran dos personas heridas tratando de
amarse mientras el mundo los hacía pedazos.
—“¡Porque tengo miedo, Joseph! ¡Porque sigo sin saber si puedo
confiar en ti del todo! ¡Porque me siento como si, en cualquier momento,
vas a volver a callar y dejar que me destruya sola!”
Joseph cerró los ojos. Dolía. Porque era verdad.
—“Lo siento…” —susurró con la voz rota—. “Lo siento tanto, Lili…”
Ella respiró hondo. Por primera vez en semanas, lo vio…
no como la figura fuerte e intocable, sino como el hombre
que también estaba tratando de no romperse.
—“Yo también lo siento…” —dijo, su voz quebrándose—.
“Perdón por alejarme. Por asumir lo peor. Por… seguir teniendo miedo.”
Joseph se acercó con cuidado y se sentó a su lado.
No se tocaron. Solo compartieron el peso del perdón.
—“Estoy aquí. Esta vez de verdad. Y no me voy. Aunque te enojes.
Aunque dudes. Aunque me odies un rato. No me voy.”
Ella lo miró… y por primera vez en días, sus ojos se llenaron de
algo más que dolor. Algo que parecía amor. Dolido. Pero amor.
Entonces, de pronto, Lili soltó un pequeño grito.
Joseph se alarmó y la tomó de los brazos.
—“¿Estás bien? ¿Lili?”
Ella abrió los ojos como platos y después se llevó las manos al
vientre, sorprendida.
—“¡Se movió! ¡El bebé! Pero fue… muy brusco.
Como si se hubiera dado vuelta de golpe.”
Joseph abrió la boca y luego soltó una pequeña carcajada nerviosa.
—“¿De verdad?”
Lili asintió. Sus ojos ahora se llenaban de lágrimas, pero de emoción.
—“Fue la primera vez que lo sentí tan fuerte…”
Joseph, sin pedir permiso, llevó una mano temblorosa a su vientre.
Y lo sintió.
Una pequeña patada. Un movimiento de vida.
Ambos se miraron.
Era como si, en medio de todo, el bebé dijera: “Estoy aquí. Y los necesito.”
Joseph sonrió, por primera vez en mucho tiempo, desde el corazón.
—“Vamos a estar bien. Te lo prometo… a ti, y a él.”
Lili apoyó su frente en la de él, cerrando los ojos.
—“Pero esta vez… sin más secretos.”
—“Lo juro.”
El silencio entre ellos era insoportable.
Joseph se acercó a la puerta de la habitación con pasos lentos.
Golpeó suavemente dos veces.
—“¿Puedo pasar…?”
Del otro lado, la voz de Lili sonó seca, contenida:
—“Haz lo que quieras, igual ya lo hiciste sin preguntar antes.”
Joseph tragó saliva y entró.
Ella estaba sentada en la cama, las piernas cruzadas,
la mirada hacia la ventana. Tenía los ojos hinchados, pero no lloraba. Ya no.
Joseph se quedó de pie unos segundos, sin saber cómo empezar.
—“Sé que debí decirte la verdad antes. Que fallé otra vez.
Y no tengo excusa, solo miedo. No quería que esto te lastimara.”
Lili lo miró, con una mezcla de tristeza y decepción.
—“¿Y pensaste que ocultármelo dolería menos?
¿Otra vez decides por mí? ¿Otra vez me dejas afuera,
como si yo no tuviera derecho a saber lo que pasa en mi propia vida?”
Joseph bajó la cabeza.
—“No quería verte caer otra vez. Te estaba cuidando.”
—“¿Cuidándome de qué, Joseph? ¿De sentir?
¿De vivir la realidad contigo? ¿Eso es lo que soy para ti? ¿Una carga?
¿Una muñeca de cristal que tienes que esconder del mundo?”
La voz le temblaba. Pero no paró.
—“No es el supuesto hijo, Joseph. Es la maldita soledad otra vez.
Esa que tú me juraste que nunca más sentiría si te quedabas.
Pero te quedaste callado. ¡Otra vez!”
Joseph dio un paso al frente. Ya no podía sostenerse.
—“¡Y tú tampoco me dices cuando estás mal! ¡Te tragas todo, Lili!
¿Crees que no lo noto? ¿Crees que no sé que todavía estás rota por dentro?
¿Por qué me castigas por tus heridas sin mostrarme dónde sangras?”
La habitación se llenó de una rabia compartida.
No eran enemigos. Eran dos personas heridas tratando de
amarse mientras el mundo los hacía pedazos.
—“¡Porque tengo miedo, Joseph! ¡Porque sigo sin saber si puedo
confiar en ti del todo! ¡Porque me siento como si, en cualquier momento,
vas a volver a callar y dejar que me destruya sola!”
Joseph cerró los ojos. Dolía. Porque era verdad.
—“Lo siento…” —susurró con la voz rota—. “Lo siento tanto, Lili…”
Ella respiró hondo. Por primera vez en semanas, lo vio…
no como la figura fuerte e intocable, sino como el hombre
que también estaba tratando de no romperse.
—“Yo también lo siento…” —dijo, su voz quebrándose—.
“Perdón por alejarme. Por asumir lo peor. Por… seguir teniendo miedo.”
Joseph se acercó con cuidado y se sentó a su lado.
No se tocaron. Solo compartieron el peso del perdón.
—“Estoy aquí. Esta vez de verdad. Y no me voy. Aunque te enojes.
Aunque dudes. Aunque me odies un rato. No me voy.”
Ella lo miró… y por primera vez en días, sus ojos se llenaron de
algo más que dolor. Algo que parecía amor. Dolido. Pero amor.
Entonces, de pronto, Lili soltó un pequeño grito.
Joseph se alarmó y la tomó de los brazos.
—“¿Estás bien? ¿Lili?”
Ella abrió los ojos como platos y después se llevó las manos al
vientre, sorprendida.
—“¡Se movió! ¡El bebé! Pero fue… muy brusco.
Como si se hubiera dado vuelta de golpe.”
Joseph abrió la boca y luego soltó una pequeña carcajada nerviosa.
—“¿De verdad?”
Lili asintió. Sus ojos ahora se llenaban de lágrimas, pero de emoción.
—“Fue la primera vez que lo sentí tan fuerte…”
Joseph, sin pedir permiso, llevó una mano temblorosa a su vientre.
Y lo sintió.
Una pequeña patada. Un movimiento de vida.
Ambos se miraron.
Era como si, en medio de todo, el bebé dijera: “Estoy aquí. Y los necesito.”
Joseph sonrió, por primera vez en mucho tiempo, desde el corazón.
—“Vamos a estar bien. Te lo prometo… a ti, y a él.”
Lili apoyó su frente en la de él, cerrando los ojos.
—“Pero esta vez… sin más secretos.”
—“Lo juro.”
📕 Capítulo 220 – “Sombras en el Espejo”
Kaori observaba su reflejo en el espejo del camerino privado.
Tenía los labios perfectamente delineados, el cabello peinado al detalle,
y una expresión impecable de ternura. El maquillaje era sutil, casi maternal.
La estilista terminó de colocar el broche en su blusa blanca, y ella sonrió.
—“Perfecto. Que parezca accidentalmente angelical,” dijo en voz baja.
El equipo de cámaras le dio la señal de que en cinco minutos comenzaba su siguiente
aparición. Era una entrevista con un medio de farándula japonesa,
pero esta vez el enfoque era familiar:
“La historia no contada de Kaori y su hijo.”
Todo era parte del plan.
Desde que filtró el video en que aparecía junto a un niño de
aproximadamente ocho años diciendo “Papá es una estrella”
, su imagen pública había experimentado un inesperado renacer.
Había pasado de ser la “villana despechada” a la “madre valiente”
que protegió a su hijo del ojo público. Y eso… vendía.
Los programas matutinos hablaban de su sacrificio, de su supuesta
lucha silenciosa. Las revistas retomaron su carrera. Las marcas empezaron a llamarla otra vez.
Y ella lo sabía. El mundo ama una buena redención.
Kaori hojeó su celular antes de salir. Un nuevo mensaje de su publicista:
“La prueba de ADN filtrada sigue generando debate. Positivo.
Más de 6M de reproducciones en 24h. Excelente.”
Sonrió.
Aunque sabía que la prueba había sido manipulada —claro que lo sabía—,
no importaba. En la era digital, la verdad es lo que se viraliza primero.
Y ella lo había hecho bien. Lo había hecho estratégicamente.
Un golpe silencioso al corazón de Joseph… y de Lili.
“Lili…” pensó con desdén.
Esa niña se había convertido en un símbolo, en una mártir.
Pero ella conocía los símbolos. Se quiebran. Se agrietan con tiempo y presión.
Kaori no necesitaba destruir a Lili de nuevo. Solo tenía que
demostrar que ella tenía lo que Lili no podía ofrecerle a Joseph:
una familia verdadera, sin escándalos. Un hijo. Un legado.
—“Kaori-san, estamos listos.”
La artista se puso de pie. Asintió con calma, como si estuviera a
punto de dar un discurso de paz. Pero dentro… hervía.
Sabía que Joseph había regresado a República Dominicana.
Sabía que los fans aún lo apoyaban. Sabía que su imagen no
había caído como esperaba. Pero también sabía que el escándalo del
supuesto hijo seguía generando confusión. Y en medio de la confusión, ella tejía poder.
El plan no era solo venganza. Era recuperar el control.
Volver a estar en la cima. Y si podía arrastrar a Joseph al
mismo escenario emocional en el que ella lo necesitaba… mejor.
—“Hoy solo preguntas acordadas, ¿cierto?” —le dijo al productor antes de entrar al set.
—“Sí, Kaori-san. Solo hablaremos de maternidad, arte y tu visión como madre soltera.
El público te adora.”
Ella sonrió, esa sonrisa medida que no tocaba sus ojos.
—“Perfecto. Vamos a darles lo que quieren.”
Y mientras las luces se encendían y las cámaras grababan,
Kaori contaba una historia. Una historia rota, falsa y medida…
pero perfectamente vendible.
Porque para ella, la verdad no era lo que ocurrió. Era lo que el mundo estaba dispuesto a creer
Kaori observaba su reflejo en el espejo del camerino privado.
Tenía los labios perfectamente delineados, el cabello peinado al detalle,
y una expresión impecable de ternura. El maquillaje era sutil, casi maternal.
La estilista terminó de colocar el broche en su blusa blanca, y ella sonrió.
—“Perfecto. Que parezca accidentalmente angelical,” dijo en voz baja.
El equipo de cámaras le dio la señal de que en cinco minutos comenzaba su siguiente
aparición. Era una entrevista con un medio de farándula japonesa,
pero esta vez el enfoque era familiar:
“La historia no contada de Kaori y su hijo.”
Todo era parte del plan.
Desde que filtró el video en que aparecía junto a un niño de
aproximadamente ocho años diciendo “Papá es una estrella”
, su imagen pública había experimentado un inesperado renacer.
Había pasado de ser la “villana despechada” a la “madre valiente”
que protegió a su hijo del ojo público. Y eso… vendía.
Los programas matutinos hablaban de su sacrificio, de su supuesta
lucha silenciosa. Las revistas retomaron su carrera. Las marcas empezaron a llamarla otra vez.
Y ella lo sabía. El mundo ama una buena redención.
Kaori hojeó su celular antes de salir. Un nuevo mensaje de su publicista:
“La prueba de ADN filtrada sigue generando debate. Positivo.
Más de 6M de reproducciones en 24h. Excelente.”
Sonrió.
Aunque sabía que la prueba había sido manipulada —claro que lo sabía—,
no importaba. En la era digital, la verdad es lo que se viraliza primero.
Y ella lo había hecho bien. Lo había hecho estratégicamente.
Un golpe silencioso al corazón de Joseph… y de Lili.
“Lili…” pensó con desdén.
Esa niña se había convertido en un símbolo, en una mártir.
Pero ella conocía los símbolos. Se quiebran. Se agrietan con tiempo y presión.
Kaori no necesitaba destruir a Lili de nuevo. Solo tenía que
demostrar que ella tenía lo que Lili no podía ofrecerle a Joseph:
una familia verdadera, sin escándalos. Un hijo. Un legado.
—“Kaori-san, estamos listos.”
La artista se puso de pie. Asintió con calma, como si estuviera a
punto de dar un discurso de paz. Pero dentro… hervía.
Sabía que Joseph había regresado a República Dominicana.
Sabía que los fans aún lo apoyaban. Sabía que su imagen no
había caído como esperaba. Pero también sabía que el escándalo del
supuesto hijo seguía generando confusión. Y en medio de la confusión, ella tejía poder.
El plan no era solo venganza. Era recuperar el control.
Volver a estar en la cima. Y si podía arrastrar a Joseph al
mismo escenario emocional en el que ella lo necesitaba… mejor.
—“Hoy solo preguntas acordadas, ¿cierto?” —le dijo al productor antes de entrar al set.
—“Sí, Kaori-san. Solo hablaremos de maternidad, arte y tu visión como madre soltera.
El público te adora.”
Ella sonrió, esa sonrisa medida que no tocaba sus ojos.
—“Perfecto. Vamos a darles lo que quieren.”
Y mientras las luces se encendían y las cámaras grababan,
Kaori contaba una historia. Una historia rota, falsa y medida…
pero perfectamente vendible.
Porque para ella, la verdad no era lo que ocurrió.
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