💥 Capítulo 191 – Jaque Mediático
El evento en Japón llegaba a su terce día.
La ciudad de Tokio, bañada por luces de neón y titulares digitales,
ya no hablaba solo del regreso triunfal de Joseph Tamashi.
Ahora los titulares gritaban otro nombre:
“Mía podría ser Lili, la desaparecida artista de República Dominicana”
Y aunque las pruebas estaban ahí, aún había dudas.
Dudas sembradas con astucia.
📸 Kaori mueve la pieza
En una exclusiva transmitida por un conocido canal japonés,
Kaori apareció con un nuevo video.
Una conversación editada —y visiblemente manipulada—
donde se le veía diciendo:
“Él me amó una vez. Lo sé. Todo eso que canta…
era para mí. Hasta que una chica se aprovechó de su vulnerabilidad.”
La presentadora, cómplice en su estrategia, añadió:
“¿Estás diciendo que ‘Mía’ fingió no saber
quién era para quedarse con Joseph?”
Kaori bajó la mirada con ojos húmedos y voz rota:
“Solo diré que las mentiras tienen patas cortas…
y que la verdad sale, aunque duela.”
El clip corrió como fuego.
#LiliMentía
#KaoriTeníaRazón
#MíaNoEsInocente
Lili, quien aún no había salido oficialmente ante el mundo como ella misma,
fue empujada sin piedad hacia la hoguera mediática. Otra vez.
📂 Pero no estaban solos
Alan, desde que se fue de médico voluntario a México, reaccionó primero.
—¡Ella no fingió su muerte, maldita sea! —gritó mientras hablaba por
teléfono con el equipo de Joseph—. ¡Tengo los informes médicos,
las imágenes, los videos del hospital cuando la encontraron!
Xion, el manager japonés, pidió que todo fuera enviado.
—No podemos contrarrestar rumores con gritos. Usaremos hechos.
Joseph tiene razón: no más silencios.
Esa misma noche, el equipo de Joseph publicó un comunicado oficial,
acompañado de tres documentos escaneados:
Informe de ingreso de emergencia al hospital:
Mujer no identificada, politraumatizada, hallada
inconsciente cerca del acantilado de Samaná, República Dominicana.
Imágenes del proceso de rehabilitación, donde se ve a una
mujer luchando por caminar de nuevo, con vendajes en la cabeza y moretones.
Testimonio firmado por un psicólogo que confirmó
amnesia parcial severa durante el primer mes.
El comunicado fue simple, directo:
“No fue fingido.
Fue real.
El silencio fue una consecuencia, no una estrategia.”
Las redes estallaron. Esta vez, en direcciones encontradas.
Algunos pidieron disculpas.
Otros siguieron acusando.
Y los más peligrosos… solo guardaron silencio.
🛏️ En la habitación
Lili estaba sentada en la cama del hotel, viendo el comunicado
publicado por el equipo de Joseph.
No lloraba.
No temblaba.
Solo estaba… vacía.
—¿Me protegiste o me expusiste? —preguntó en voz baja.
Joseph, de pie junto a la ventana, no contestó de inmediato.
Sabía que la respuesta era compleja.
—Ambas. Lo sé. Pero ya no quiero esconderte…
ni permitir que te ataquen sin contexto.
Lili soltó un suspiro largo.
—Kaori movió bien. Incluso con las pruebas,
muchos seguirán creyendo lo que quieren creer.
Joseph se acercó, se arrodilló frente a ella y tomó sus manos.
—Entonces que escuchen tu versión. A tu ritmo.
Cuando estés lista. Pero no dejes que otros cuenten tu historia.
Ella bajó la mirada.
—¿Y si nunca estoy lista?
—Entonces tu historia se queda con nosotros
—dijo, besándole la palma de la mano—. Y será igual de valiosa.
Lili cerró los ojos.
Aún recordaba los días de insultos, de miedo, de no poder caminar sola por la calle.
Recordaba el momento en que pensó que solo desapareciendo el dolor se iría.
Y ahora, de nuevo, un mundo entero decidía si creía o no.
💻 Una transmisión inesperada
Alan, sin previo aviso, subió un video a su canal privado.
Sin edición.
Solo su rostro y una pantalla detrás con las imágenes médicas.
“Lili, antes conocida como Mía, no fingió nada.
Estuvo inconsciente.
Perdió la memoria.
Estuve ahí.
La vi llorar sin saber por qué.
La vi aprender de nuevo a tocar una nota en el piano.
La vi despertar en un cuerpo que no reconocía.”
Pausa.
Respiración temblorosa.
“Ella no es una farsa.
Es una sobreviviente.
Y merece respeto.”
El video superó 10 millones de vistas en 4 horas.
Y entonces, el mundo se calló.
Por primera vez… calló.
🌅 Al amanecer
Lili salió al balcón, envuelta en una bata.
La ciudad aún dormía.
Joseph se acercó por detrás, en silencio.
Ella no dijo nada.
Hasta que, con la voz más frágil, preguntó:
—¿Y si hablo mañana?
Joseph respondió sin dudar:
—Entonces estaré allí. En primera fila.
Como tu sombra, si hace falta. O como tu voz.
Lili lo miró.
Por fin, una pequeña sonrisa asomó.
No era alegría.
Era decisión.
—Entonces… sí. Mañana hablaré.
🌊 Capítulo 192 – Frente al Mar y a Todos
La arena estaba blanca, pulida por miles de pisadas.
El mar de Okinawa rugía suave, como acompañando la música.
La puesta de sol teñía el cielo de dorado.
Era el último día del evento internacional de música,
y el escenario flotante parecía sacado de un sueño:
rodeado de agua, luces suaves, y una pasarela
iluminada que se adentraba como un puente entre el público y el horizonte.
La multitud esperaba la última canción.
Y también… una aparición.
Joseph estaba de pie frente al micrófono.
Respiró hondo.
Llevaba días preparándose. No solo como artista, sino como hombre.
Como pareja. Como protector.
La música comenzó, una versión suave de
“Susurros a la Distancia”, aquella canción que marcó el inicio de todo.
La pantalla tras él mostraba sombras danzando, el eco de dos voces.
La voz misteriosa, como había sido llamada en las redes, comenzó a cantar su parte.
La multitud enmudeció.
Era la misma voz que los había acompañado durante meses.
Pero ahora… ahora sabían.
Sabían quién era.
Y aún así, nadie la había visto de frente desde el escándalo, desde la tragedia, desde su desaparición…
Hasta ahora.
Joseph giró lentamente hacia el extremo de la pasarela,
donde un foco encendió con suavidad.
Y entonces, con una mezcla de temblor y firmeza, extendió su mano hacia el vacío.
El piano seguía sonando.
—"Si aún queda un susurro entre los dos…" —cantó, su voz quebrada.
Y del otro lado… ella apareció.
Lili.
Su cabello estaba suelto, ligeramente ondulado.
El vestido era largo, blanco perlado, de tela ligera que se
pegaba a su cuerpo como una segunda piel.
Brillaba como la espuma del mar.
Pero lo que hizo que el mundo se detuviera no fue solo su belleza.
Fue la curva suave y pequeña de su abdomen,
una pancita apenas evidente, pero marcada por el corte del vestido.
La respiración de miles se cortó.
—¿Está… embarazada?
—¿Es ella?
—¿Es… Lili?
Sus pasos eran lentos.
Titubeantes.
Cada paso hacia Joseph era un acto de valentía.
Cuando llegó frente a él, él tomó su mano y la acercó con ternura.
No la apuró.
No la forzó.
Solo la sostuvo.
Ella tomó el micrófono con manos temblorosas.
La música bajó.
El público contenía el aliento.
Y ella, con su voz clara, viva… habló.
—No fingí mi muerte —dijo—. Sobreviví a ella.
Un murmullo recorrió al público como una ola.
—No fue una historia escrita. Fue una herida abierta. Y aún sana… día a día.
Miró a Joseph.
—Este hombre, aunque llegó tarde… eligió quedarse.
Y yo… estoy de vuelta. No para todos. Pero sí para mí.
Una lágrima corrió por su mejilla.
—Y para él.
La música volvió.
Ambos cantaron el último verso, sus voces entrelazadas.
La multitud no gritó.
No aplaudió de inmediato.
Lloró.
Fue como ver a alguien volver del fondo del mar.
No una artista. No una figura pública.
Una persona.
Al terminar, Joseph la abrazó desde atrás,
sus manos descansando suavemente sobre su vientre.
Ella no lo apartó.
No escondió nada.
Por primera vez en mucho tiempo, no hubo máscaras.
Y el mundo… por fin… lo vio todo.
🌙 Capítulo 193 – Después del Mar
La habitación del hotel olía a mar, a flores y a algo más…
A alivio.
A cansancio.
A ellos.
Joseph cerró la puerta tras de sí con suavidad.
El eco de los gritos del público aún se filtraba por las paredes.
Pero en esa habitación, el ruido no tenía permiso para entrar.
Lili estaba sentada en la orilla de la cama, descalza.
Se había quitado los tacones tan pronto cruzaron la puerta.
Su vestido seguía puesto, ajustado aún sobre su vientre.
Había sudado, temblado, llorado. Y aun así, su rostro brillaba con
algo que Joseph no había visto en mucho tiempo.
Paz.
Pero también… un miedo silencioso.
Joseph se acercó sin hablar. Se agachó frente a ella y
tomó sus pies con delicadeza, comenzando a masajearlos con los pulgares.
Ella soltó un suspiro.
—Te vi temblar —dijo él, en voz baja—. Pero te quedaste.
Ella asintió, la mirada en el suelo.
—No sabía si iba a poder.
—Pero pudiste.
Lili lo miró.
—¿Lo viste?
Joseph sonrió.
—Fuiste más valiente que todos nosotros.
El silencio entre ellos era tibio, lleno de comprensión.
Joseph se levantó y fue al minibar. Sacó una botella de agua fría y se la ofreció.
—Toma, por los dos —dijo, tocando su vientre con una sonrisa sutil.
Ella bebió. Él la observó con esa ternura callada que
había aprendido a tener desde que todo volvió a empezar.
—Estoy cansada, Joseph… pero feliz —dijo ella.
—Yo también. Pero más que feliz… estoy orgulloso.
Lili dejó la botella a un lado y lo llamó con la mirada.
—Ven —murmuró—. Solo… quédate.
Joseph se sentó detrás de ella en la cama.
Lili se acomodó entre sus piernas,
su espalda contra su pecho.
El ritmo de su respiración aún era irregular,
como si aún estuviera bajando del escenario en su mente.
—¿Recuerdas cuando cantábamos por mensajes? —susurró él.
—¿Recuerdas cuando ni siquiera sabías que tenía rostro? —sonrió ella.
—Y ahora el mundo te vio.
Ella se tensó un poco.
Joseph lo notó y colocó su mano sobre la de ella, entrelazando los dedos.
—Y si mañana todo eso vuelve a doler… estaré aquí. Esta vez, no te soltaré.
Lili cerró los ojos.
Una lágrima resbaló por su mejilla.
—¿Y si vuelvo a romperme?
—Entonces me romperé contigo.
—¿Y si un día ya no puedo cantar?
—Entonces te escucharé respirar.
—¿Y si te cansas de mí?
Joseph giró su rostro para besar su hombro desnudo.
—Entonces empezaré de nuevo… contigo.
Se quedaron así varios minutos, escuchando sus corazones.
Después, sin prisa, Joseph se movió.
La ayudó a incorporarse, como si ella fuera de cristal.
Lili se quedó en ropa interior, dejándose llevar por él. No había prisa.
No había espectáculo. Solo piel, miradas, ternura.
El vestido quedó en el suelo.
Joseph se arrodilló ante su cuerpo, ante su nueva vida.
Besó su vientre, largo y lento.
—Hola, pequeño secreto —susurró.
Ella acarició su cabello, y lo atrajo hacia sí.
—No hay secretos entre nosotros —dijo ella—. No más.
La intimidad no fue pasión desbordada. Fue necesidad.
Fue la necesidad de conectar. De sanar. De sentir que estaban vivos.
Las manos de Joseph eran cálidas y pacientes.
El cuerpo de Lili, sensible y receptivo.
Se amaron con la lentitud de quienes ya habían sobrevivido lo impensable.
Con la ternura de quienes sabían que el amor era un puente, no una jaula.
Al terminar, no dijeron nada.
Solo se quedaron abrazados, enredados en las sábanas,
con el sonido del mar apagado por el cristal de la ventana.
Antes de dormir, Joseph le besó la frente y le murmuró:
—Esta vez no dejaré que el mundo nos separe.
—Y si lo intenta —dijo ella, medio dormida—,
que se prepare. Porque ahora tengo un ejército en mi vientre.
Ambos rieron.
Y entonces, el sueño los encontró…
sin máscaras, sin cámaras, sin expectativas.
Solo ellos.
🌪️ Capítulo 194 – Cuando las luces se apagan
La mañana después del evento llegó sin pedir permiso.
Y con ella, el estruendo de la realidad.
Lili dormía todavía, respirando con calma, su rostro sin maquillaje,
su vientre protegido entre las sábanas y los brazos de Joseph.
Pero él no dormía. Estaba en el borde de la cama, con el celular entre las manos.
Las notificaciones no paraban.
Trending Topic Mundial:
“La Voz Misteriosa revelada: Lili Saito está viva y espera un hijo de Joseph Tamashi”
“La mentira de la muerte: ¿fue una estrategia de marketing?”
“¿Quién cuidara al bebé mientras viajan por el mundo?”
Y entonces, una notificación en especial heló su sangre:
Kaori publica comunicado oficial.
Joseph lo abrió. El texto era largo, pero resumía lo que había temido:
“Yo también fui engañada. Jamás supe que Lili estaba viva. Si Joseph me lo hubiera contado, las cosas habrían sido distintas. Lo único que quiero ahora es que él sea feliz, aunque me haya dejado atrás sin una palabra…”
Una jugada perfecta.
Victimización. Ambigüedad. Y una flecha envenenada.
Joseph se llevó la mano al rostro. Su garganta ardía.
Horas más tarde, mientras Lili tomaba el desayuno
en la cama con ayuda de Joseph, un sonido metálico los hizo saltar.
—¿Eso fue una cámara? —preguntó ella, asustada.
Joseph se asomó por la ventana.
Paparazzis. Al menos cinco. Uno trepado en un árbol.
—Ya empezaron —susurró.
—¿Quién les dijo en qué hotel estamos?
Joseph no respondió. Sabía cómo funcionaba el juego.
Alguien había vendido la ubicación. Y no sería la última vez.
En redes, la batalla comenzaba.
Algunos fans lloraban de emoción por ver a Lili viva.
Otros hablaban de traición.
Los más crueles… la llamaban farsante.
La historia de que “fingió su muerte” volvía a circular.
Los medios antiguos desenterraban archivos.
Incluso se filtró una imagen de
Lili saliendo del hospital con Alan.
La fecha: cuatro meses después de su supuesta muerte.
—Joseph… esto va a volver a destruirnos —dijo Lili, con la voz temblorosa.
Él se arrodilló frente a ella.
—No esta vez. No si estamos juntos.
Pero el eco de aquella promesa no podía
silenciar el estruendo de una red encendida por la desinformación.
Al otro lado del mundo, Anyu sostenía su teléfono con fuerza.
—¿Viste lo que publicó Kaori? —preguntó Alex, en videollamada.
—Sí —dijo ella con rabia contenida—.
Y sé que esa sonrisa falsa no durará. Esta vez tenemos pruebas.
—¿Y si no bastan?
—Entonces mostraremos lo que sea necesario
—dijo con los ojos brillando—. Porque esta vez nadie va a borrar a Lili del mapa.
Mientras tanto, en la productora de eventos del tour,
el correo que más ruido hacía era el siguiente:
“Por solicitud de varias marcas,
deseamos discutir la permanencia de Lili
Saito como figura vinculada a la gira. Hay preocupaciones por la polémica…”
Joseph lo leyó mientras Lili dormía, y lo eliminó sin responder.
Pero la semilla ya estaba plantada.
Aquella noche, en el hotel, Joseph abrazó a Lili en la oscuridad.
—Esto va a empeorar antes de mejorar —murmuró él.
—Lo sé. Pero si me sueltas, me hundo.
—No voy a soltarte —le prometió, apretando su mano.
Un silencio.
—Y si me hundo igual… —susurró ella, mirando al techo—. Al menos sabré que fue contigo.
🌪️ Capítulo 195 – La Entrevista Filtrada
El reloj marcaba las 10:36 p.m. en Japón cuando la entrevista se filtró.
Una exclusiva televisiva de Kaori que, por algún motivo,
nunca fue emitida oficialmente, comenzó a circular
por redes con subtítulos en varios idiomas.
Nadie supo si fue un error, una filtración deliberada… o una jugada planeada.
Pero el daño estaba hecho.
—“Sí, Joseph y yo tuvimos algo. Hace años. Y no,
nunca me dijo que Lili estaba viva. La verdad es…
él me utilizó para escribir su álbum.
Me enamoró de nuevo, y luego me dejó para correr detrás de un fantasma.”
La periodista intentó mantener la compostura.
—¿Insinúas que las canciones no eran para ti, como se creyó?
—Él decía que sí. Me hablaba de sus letras,
de las emociones. A veces las componíamos
juntos. Y ahora, mágicamente, todas eran para Lili. Qué casualidad, ¿no?”
Joseph miró el video desde su celular con el rostro pálido.
Lili estaba sentada a su lado, en silencio.
Pero el golpe vino cuando Kaori rompió en lágrimas fingidas y dijo:
—“Nunca quise fama, solo a él.
Pero ahora veo que todo fue un juego.
Yo fui solo una excusa para despertar
compasión y crear una historia romántica de tragedia y redención.
Es brillante. Aunque duele.”
Una lágrima rodó por el rostro de Lili. No era por Kaori.
Era por la facilidad con la que la mentira había vuelto a reescribir su vida.
La reacción fue inmediata.
#KaoriVictima comenzó a subir en tendencias.
Algunos medios retomaron el discurso: “¿Realmente fue Lili la víctima?”
Mientras tanto, en Japón, los periodistas
volvieron a acampar frente al hotel.
Algunos gritaban desde la calle con megáfonos.
—¡Queremos escuchar a Lili! ¡Queremos saber su versión!
Joseph apagó las luces. Cerró las cortinas.
—Esto no puede seguir así —murmuró.
—Yo tampoco quiero esconderme más —dijo Lili con voz baja—.
Pero no quiero exponer al bebé. Ni a mí. Ni a ti.
Joseph acarició su mejilla.
—Entonces hablaremos. Pero no en su idioma. En el nuestro.
—¿Una canción?
Él asintió.
—Una que deje claro quiénes somos. Y que no les debemos nada.
Pero mientras hablaban, el celular de Joseph vibró de nuevo.
Era su mánager japonés, Xion.
—Ya vieron la entrevista, ¿verdad?
Acaban de cancelar dos acuerdos
publicitarios y están revisando la cobertura de
los siguientes conciertos. Necesitamos una estrategia. Rápido.
—Lo resolveré —respondió Joseph, seco—.
Pero no vamos a arrodillarnos otra vez.
Esa noche, Lili volvió a soñar con Zess.
Pero no era un sueño de dolor.
Él le cantaba desde lejos.
La misma canción que Joseph le tarareaba ahora, en medio de la oscuridad.
Una melodía que decía:
“No importa cuántas veces caiga,
Si tú estás al final del camino.”
Y supo que, aunque el mundo volviera a caer sobre ellos…
Esta vez no estaba sola.
✈️ Capítulo 196 – Siguiente Destino
Los conciertos en Japón habían terminado.
Tres noches inolvidables, un mar de emociones y una
tormenta mediática que los acompañó hasta el final. Pero también, aplausos. Lágrimas.
Y gritos desde el público como:
—¡Gracias por volver, Lili!
—¡Te extrañamos!
Joseph los tomó de la mano.
El último show fue el más especial.
El único donde “la voz misteriosa” habló ante el público.
Solo unas palabras, casi un susurro:
—Gracias… por no olvidarme.
Gracias por seguir aquí.
Ahora estaban empacando. Lili se sentó en la cama, viendo su vientre redondeado.
—¿Te duele dejar Japón? —le preguntó Joseph mientras doblaba una camisa.
—No. Me duele todo lo que pasó aquí.
Pero también me sanó. En parte.
Y conocí una parte tuya que no había visto antes.
Joseph se acercó y le tomó la mano.
—Nuestro siguiente destino es Corea del Sur.
Pero si quieres irte a RD, lo entenderé.
Lili negó suavemente.
—No pienso dejarte solo.
Él sonrió, aliviado.
—Aunque quiero una promesa —añadió ella.
—La que quieras.
—La próxima vez… no esperes a que el mundo se derrumbe para pelear por mí.
Joseph la besó en la frente.
—No volveré a fallarte.
El avión saldría en la madrugada.
Anyu y Alex vendrían más tarde.
Pero justo antes de salir del hotel, una carta llegó a nombre de Joseph.
Sin remitente.
Él la abrió, curioso.
Dentro, solo había una hoja doblada.
En ella, unas palabras escritas a mano:
“La verdad tiene muchas caras.
Y la mía todavía no la han escuchado.
Nos veremos pronto.”
Firmado: Alan.
Joseph apretó los dientes.
—Lo que faltaba —murmuró.
Lili alzó la vista.
—¿Pasa algo?
Joseph metió la carta en su bolsillo.
—Nada que no podamos manejar… juntos.
✈️🌧️ Capítulo 197 – Aterrizaje Inestable
El avión aterrizó en Incheon bajo una llovizna persistente.
El aire era más frío que en Japón, y la presión en el pecho de Lili era más densa.
Joseph la ayudó a ajustarse el abrigo, sus dedos rozando con
delicadeza su vientre que crecía con los días.
—¿Estás bien? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.
Lili asintió, pero no dijo nada.
Desde que subieron al avión, sus silencios se
habían vuelto más frecuentes. Más largos.
No era solo el embarazo.
No solo el cambio de país.
Era todo.
Las entrevistas filtradas.
Los titulares.
Los rostros desconocidos que ahora la reconocían incluso tras una máscara.
Las miradas. Las dudas. Las cámaras escondidas.
Y el nombre de Kaori, aún presente como una sombra que no terminaba de disiparse.
Una vez en el hotel, su representante local —Seungjin, asignado por Xion— les informó:
—Varias cadenas coreanas aún están presionando
por una declaración oficial. La entrevista de
Kaori sigue generando impacto. Se han organizado foros y
debates públicos. Algunos creen su historia, otros piden justicia para Lili.
—¿Y qué hacemos mientras tanto? —preguntó Joseph, cruzado de brazos.
—Esperar. O dar una entrevista exclusiva y controlar el daño.
Lili se sentó en un sofá cercano. Bajó la mirada.
Sus manos reposaban sobre su estómago. Le temblaban los dedos.
Joseph se giró hacia ella y dijo con voz suave:
—Tú decides. Solo tú.
Lili alzó la mirada, vacía.
—No sé si puedo.
No otra vez.
Esa noche, el insomnio la acompañó.
Despertaba a las 2:17, a las 3:42, a las 5:01.
En cada sobresalto, había un recuerdo.
Su hermano.
El acantilado.
Los insultos.
La botella.
La foto.
La caída.
Joseph dormía cerca, pero no podía alcanzarlo.
Era como si un muro invisible se interpusiera entre ellos cuando la oscuridad llegaba.
Y entonces, lo soñó.
Alan.
No como el chico amable que la rescató.
Sino con ese tono protector que ahora pesaba.
Con esa intensidad que comenzaba a incomodarla.
Con esa frase que aún le resonaba:
—Tal vez Joseph no es quien necesitas ahora.
Tal vez fui yo quien te salvó.
Al amanecer, una notificación nueva.
📩 Video filtrado – Alan rompe el silencio: “Yo estuve con Lili cuando nadie más lo hizo”
Lili se paralizó.
Joseph lo vio también.
El contenido era peor de lo esperado.
Alan aparecía en una entrevista grabada en Argentina.
—Yo la encontré inconsciente.
Yo la acompañé en su rehabilitación.
Estuve ahí cuando no recordaba ni su nombre.
Ella se convirtió en parte de mi mundo, y me duele que la
expongan así, sin pensar en su salud o en lo que aún no recuerda bien.
—¿Siente que Joseph la alejó de usted?
—No lo sé. Pero sí sé que cuando más lo necesitó, él no estaba.
Lili se quedó inmóvil.
Joseph golpeó la mesa con un puño, conteniendo la rabia.
—¿¡Hasta cuándo!? —dijo—. ¿¡Hasta cuándo van a seguir!?
¿¡Por qué nadie nos deja en paz!?
Lili, por primera vez, no lloró.
Solo lo miró.
—Tal vez nunca nos dejen.
—Entonces hay que pelear —susurró Joseph—. Esta vez, sin huir. Sin dejarte sola.
—Y si me pierdo de nuevo…
Joseph se arrodilló frente a ella.
—Entonces te encuentro. Todas las veces que haga falta.
El día terminó con ambos en el balcón del hotel, abrazados en silencio.
La ciudad a sus pies.
El caos detrás.
El futuro incierto por delante.
Pero esa noche
Lili se permitió quedarse dormida en los brazos de Joseph.
Y aunque el mundo aún ardía afuera,
aunque Kaori y Alan aún jugaban sus fichas,
aunque la prensa aún escarbaba y los rumores crecían…
El bebé que llevaban en su interior seguía latiendo.
Y con él, también el amor.
🌒💥 Capítulo 198 – Donde Todo Pesa
La ciudad de Seúl, brillante y frenética,
parecía indiferente a la tormenta que se formaba dentro del
pequeño cuarto del hotel donde
Lili y Joseph intentaban aferrarse al hilo frágil de la normalidad.
Pero ya no había nada normal.
Desde que llegaron de Japón, la calma que habían
logrado construir se quebraba con cada nueva notificación,
con cada “tendencia” que los arrastraba de nuevo al foco público.
La entrevista de Kaori, que no se había apagado…
...seguía generando ruido. Opiniones polarizadas.
Hashtags que revivían los peores momentos de Lili.
Algunos cuestionaban todo el regreso de “Mia”,
otros aseguraban que Kaori sólo estaba “protegiendo su versión”.
Y ahora, la entrevista de Alan, grabada en Panamá,
lo complicaba aún más. El joven que la encontró inconsciente,
que la cuidó durante meses y que ahora hablaba
con una aparente buena intención,
había dicho cosas que, sin querer o quizás muy queriendo,
le daban peso a los rumores de que Joseph había sido negligente.
—Ella no recordaba nada. Estaba perdida. Y estuve ahí.
No por fama, no por cámaras.
Yo la cuidé cuando más lo necesitó. Me duele verla otra vez expuesta.
—¿Cree que Joseph la obligó a regresar?
—No lo sé. Solo sé que cuando volvió con él…
comenzó a apagarse otra vez.
Las redes estallaron.
Las menciones a Joseph pasaron del amor al juicio.
Las dudas comenzaron a resurgir.
¿Fue correcto que ella volviera al ojo público?
¿Joseph la empujó demasiado?
¿Estaba Lili realmente lista para vivir lo que vivía?
Esa noche, en el hotel, la tensión era un peso invisible.
Lili no hablaba.
Joseph solo la miraba, vigilando su respiración.
Cuidándola en cada paso, pero sintiendo que cada intento de protegerla llegaba tarde.
Lili se sentó frente al televisor sin encenderlo.
—No puedo más —susurró, mirando hacia ninguna parte—.
No quiero pelear más con fantasmas. No quiero salir en más videos. No quiero ser… ella.
—¿Ella? —preguntó Joseph, acercándose.
—Esa Lili. La del escenario. La de las canciones.
La que todos quieren ver caer… o resucitar para ver si sigue igual.
Pero nunca la real. Nunca la rota.
Nunca la que llora en la ducha y no puede ni verse en un espejo.
Joseph se arrodilló frente a ella.
—Yo sí quiero ver a esa. A esa Lili. A ti.
No a la cantante, no a la chica de las portadas. Solo tú.
Y si tengo que volver a buscarte mil veces en medio de la oscuridad, lo haré.
Lili bajó la cabeza. El llanto no llegó.
Solo un silencio tan hondo que
Joseph entendió que estaba en una guerra que no podía pelear solo.
Más tarde, cuando creyó que ella dormía, Joseph salió al balcón.
El viento helado le azotó el rostro.
Miró su celular.
Decenas de notificaciones.
Propuestas para entrevistas.
Amenazas veladas.
Invitaciones a aclarar todo.
Y una que lo paralizó:
📩 Kaori ha sido invitada a un programa en vivo para hablar de “la verdad detrás de Lili”.
Joseph cerró los ojos. Respiró hondo.
No.
No otra vez.
Cuando volvió a la habitación, Lili estaba despierta, de pie, mirándose en el espejo.
Llevaba puesta su pijama de delfín que a ella le encanta cuando estaba en casa.
La misma que usó en la habitación de hotel en Japón.
Estaba abrazándose el vientre.
—¿Quieres irte? —preguntó ella.
—No —respondió Joseph de inmediato.
—¿Estás seguro? —Lo miró a través del reflejo—.
Porque yo ya no sé si estoy lista para quedarme.
Joseph se acercó, lentamente. Apoyó su frente contra la de ella.
—Estamos aquí. Sigues aquí. Eso es suficiente.
Hoy, eso es todo lo que importa.
Ella cerró los ojos.
🌌 Esa noche, cuando las luces se apagaron, no hubo más palabras.
Solo sus cuerpos entrelazándose en silencio.
No fue pasión.
Fue necesidad.
Fue ternura.
Fue una súplica muda.
Fue reafirmar que aún existían, a pesar de todo.
Joseph la sostuvo mientras ella temblaba.
Ella le acarició el rostro como si no supiera si era real.
Y en medio de los suspiros contenidos y las lágrimas escondidas,
hicieron el amor con la urgencia de dos almas que sabían que mañana,
el mundo podría arder otra vez.
🌅 A la mañana siguiente…
El teléfono de Joseph vibró.
📩 Kaori hablará en vivo en tres días.
Joseph apretó la mandíbula.
Y entonces tomó una decisión.
Se giró hacia Lili, que aún dormía, envuelta entre las sábanas.
Su vientre subía y bajaba. Su respiración era tranquila.
Y por primera vez en semanas,
Joseph supo exactamente lo que tenía que hacer.
No pelear en las sombras.
No esperar a que el caos los aplastara.
Era hora de hablar. De mostrarlo todo.
Y de proteger a Lili, no como una estrella, sino como la mujer que amaba.
La madre de su hijo.
La única verdad que no necesitaba pruebas.
💬✨ Capítulo 199 – "Ahora, hablo yo"
Las luces del estudio estaban apagadas.
No había aplausos.
No había público.
Solo una silla, una cámara, y Joseph frente a ella.
Su equipo, su manager Xion, Anyu y Alex estaban tras bastidores.
Lili no estaba ahí.
Y Joseph sabía por qué:
Esto no era una batalla de dos. Esto era su deuda. Su carga. Su verdad.
Habían alquilado un estudio discreto en Seúl.
Sin moderadores.
Sin ediciones.
Sin preguntas pactadas.
Solo una señal de streaming en vivo, abierta para el mundo.
El conteo terminó.
3... 2... 1...
La luz roja encendida.
Joseph respiró hondo.
Su voz, cuando habló, fue grave… firme, pero cargada de emociones.
—Hola. Mi nombre es Joseph Tamashi.
Algunos me conocen como artista. Otros, como el chico del álbum viral.
Y últimamente, como parte de un escándalo que,
sinceramente, jamás quise protagonizar.
Se detuvo. Bajó la mirada. Luego la levantó directo a la cámara.
—Hoy no estoy aquí para limpiar una imagen. Ni para atacar a nadie.
Estoy aquí para hablar por mí…
y por alguien que no debería estar enfrentando esto sola.
Una imagen de Lili apareció brevemente en pantalla. Su sonrisa de antes.
El mundo recordaba a esa chica.
Joseph continuó:
—Ella es Lili Saito. Mi pareja. La mujer con la que comparto mi vida.
Y también es la mujer que el mundo intentó destruir una y otra vez.
—Quiero contarles algo. No como defensa, sino como verdad.
Se inclinó un poco hacia adelante. El tono cambió.
Más humano. Más roto.
—Cuando Lili desapareció, yo estaba grabando. Confié en que todo estaba bien.
Pero no lo estaba.
Ella estaba hundiéndose.
Y yo no la vi.
—El día que leí su carta, supe que la había perdido.
La canción que me envió… fue una despedida disfrazada de melodía.
Y cuando llegué al acantilado… ya era tarde.
Verla caer… fue lo peor que me ha pasado en la vida.
Hubo un silencio largo.
Joseph tragó saliva.
—No quiero que el mundo olvide lo que le hicieron.
Cómo la silenciaron.
Cómo la culpaban por todo mientras ella lloraba sola en casa,
con miedo de salir a la calle.
—¿Y yo?
Sí. Me quedé callado.
No porque no la amara.
Sino porque creí que estar callado era protegerla.
Y no lo fue.
—Después de que volvió como Mia, nunca intenté forzarla.
Ni a recordar.
Ni a amar.
Solo estuve ahí.
—Pero aún así, fallé muchas veces.
Porque Lili no necesitaba un héroe.
Necesitaba a alguien que no se fuera.
Y no siempre fui eso.
La cámara se acercó.
Su rostro estaba al borde del llanto. Pero no lo permitió.
—Hoy, muchos siguen atacándola.
Otros la acusan de mentir, de fingir su muerte.
Así que quiero que escuchen esto:
Lili no fingió.
Lili murió emocionalmente ese día.
Y cuando despertó, no sabía quién era.
—Gracias a los registros médicos, a los testigos,
al equipo que la cuidó, todo eso ya está documentado.
—Y sobre Kaori…
No voy a insultarla.
Pero sí voy a decir esto:
Tomarse el dolor de alguien para convertirlo en estrategia de prensa no es defensa.
Es crueldad.
—Las canciones del álbum fueron escritas durante meses.
Con cada mensaje, con cada llamada que no pude contestar.
No fueron para Kaori.
Fueron para Lili.
Para Zess.
Para mí.
—Pero ahora eso no importa.
No estoy aquí para defender letras.
Estoy aquí para decir: basta.
—Mi pareja está embarazada.
Estamos empezando una familia.
Y lo único que quiero…
es que mi hijo crezca sabiendo que su madre es una luchadora.
—Así que si quieren atacarnos, háganlo a mí.
No a ella.
—Y si tienen dudas…
Lean los reportes.
Miren los videos.
Vean las entrevistas completas.
—Pero dejen de buscar chismes.
Dejen de buscar escándalos.
—Porque detrás de esta pantalla hay dos personas que solo querían vivir en paz.
—Y si eso es demasiado pedir, entonces este mundo ya está perdido.
Joseph se quedó callado.
La cámara siguió grabando.
Xion le hizo una seña: podía cortar.
Pero Joseph no lo hizo.
Miró directo a la cámara.
—Lili… si estás viendo esto, quiero que sepas que me quedo.
Aquí. En cada batalla. En cada madrugada.
No porque sea un deber.
Sino porque sigo eligiéndote. Cada día.
Y por primera vez en toda la transmisión, sonrió.
—Gracias por escuchar.
Gracias por vernos como humanos.
Y si no puedes… al menos, no nos olvides.
Se apagó la luz roja.
Silencio.
Joseph respiró.
Y supo que, después de eso…
nada volvería a ser igual.
📺🌧️ Capítulo 200 – “Después del Silencio”
El video llevaba menos de una hora publicado cuando ya era tendencia mundial.
Los fragmentos más desgarradores se esparcieron como fuego:
“Lili no fingió su muerte. Ella murió emocionalmente ese día.”
“Ella no necesitaba un héroe. Necesitaba a alguien que no se fuera.”
“Mi hijo debe saber que su madre es una luchadora.”
La red se dividía entre lágrimas, indignación…
y silencio incómodo de aquellos que la habían condenado antes.
Kaori no emitió ningún comunicado.
Pero la verdad ya tenía voz.
Y esa voz era Joseph Tamashi.
🕯️ En el hotel…
Lili estaba sentada en el sofá con una manta sobre los hombros.
Las luces estaban apagadas.
En sus manos, el control remoto, con el video pausado en la pantalla:
el rostro de Joseph, serio, vulnerable, humano.
Anyu estaba sentada a su lado, sin decir nada.
Solo la abrazó cuando las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Lili.
—¿Estás bien? —susurró Anyu.
Lili no respondió de inmediato.
Solo dijo:
—No sabía que él también lloraba cuando nadie lo veía…
Cuando Joseph regresó al hotel, encontró la sala en penumbra.
Lili estaba sola esta vez, sentada sobre el alfombra, con las piernas recogidas.
—¿Puedo entrar? —preguntó desde la puerta.
—Ya estás dentro —respondió ella, sin sarcasmo, solo cansancio.
Joseph se sentó frente a ella. No intentó tocarla.
Solo la miró. Esperó.
Y entonces, ella levantó el rostro.
—Lo vi todo —dijo.
—Lo sé —contestó él.
—Te odie… muchas veces.
Grité tu nombre y no respondiste.
Llamé por ayuda y solo recibí silencio.
Pero hoy… escuché tu voz.
Joseph sintió cómo el alma le dolía.
No por las palabras. Sino porque tenía razón.
—No tienes que perdonarme aún —murmuró él—.
Pero tenía que decirlo. No por el público. Por ti.
—¿Y si nada se arregla y vuelven como antes?
Joseph tragó saliva.
—Entonces aprenderé a cuidarte como eres ahora.
Sin expectativas.
Sin condiciones.
Solo tú… aquí.
Un silencio lleno de amor.
Lili rompió el espacio entre ellos, lentamente.
Apoyó la frente en su pecho.
Y por primera vez desde que llegaron a Corea lloró sin miedo.
Joseph la rodeó con los brazos, firme, cálido.
—No tienes que ser fuerte todo el tiempo —le susurró—. Estoy aquí ahora. No me voy.
—
📲 Reacciones del mundo
Mientras eso pasaba, el mundo ardía.
Cadenas de noticias comenzaron a retractarse.
Figuras públicas que habían dudado, ahora pedían perdón públicamente.
Algunos sellos musicales ofrecían apoyo a Lili sin condiciones.
Otros, en silencio incómodo, esperaban no ser notados.
Kaori, por su parte, cerró sus redes. (cobarde como siempre)
El video de Joseph superó los 100 millones de reproducciones en dos días.
Pero él no hizo más publicaciones.
Solo se quedó con ella.
🌧️ Un día después…
Lili despertó tarde.
Joseph había preparado desayuno y no hizo ruido.
Ella bajó con los pies descalzos y lo encontró tarareando
una de sus canciones en la cocina.
—¿Qué cantas? —preguntó con voz aún adormilada.
—Una canción sin nombre… pero con propósito —respondió él.
Ella sonrió. Pequeño. Sincero.
—¿Puedo unirme?
Joseph se acercó, le tocó el rostro con ternura, y dijo:
—Siempre.
Ese día no hubo entrevistas.
No hubo cámaras.
No hubo trending topics.
Solo dos personas cocinando juntas,
con heridas que aún sanaban,
pero con promesas más reales que cualquier juramento.
Porque después de todo…
cuando el silencio se rompe con la verdad,
no queda más que el eco de lo que de verdad importa:
El amor,
la resiliencia,
y la decisión de quedarse… incluso después del dolor.
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