Capítulo 31: Lo que aún no decimos
El proyecto comienza
El primer correo oficial llegó un martes.
Asunto: "Colaboración Confirmada: Lili Saito x J."
Archivos adjuntos: maqueta instrumental, idea de letra, fecha tentativa de entrega.
A pesar del tono formal, el mensaje tenía una segunda capa, invisible pero presente:
“Vamos a hacerlo real.”
Sesiones a distancia
Las primeras sesiones por videollamada eran torpes.
Joseph no sabía si llamarla "Lili" o "mi Lili".
Lili no sabía si mirarlo a los ojos o a la pantalla.
—Ok, el verso que grabaste anoche… tiene algo muy tuyo —dijo ella—.
Sientes cuando cantas.
—Y tú sabes narrar lo que no se dice —respondió él.
Se rieron. Como si aún no pudieran creerlo.
Como si en cualquier momento alguien les fuera a quitar la conexión.
Una conversación pendiente
Esa noche, después de horas probando melodías, Lili se quedó en la llamada un rato más.
El micrófono aún encendido.
Joseph tarareando en la guitarra.
—¿Puedo preguntarte algo serio? —dijo ella.
—Claro.
—¿Te molesta que ahora todo esto… sea tan público?
Joseph detuvo la guitarra. Miró directo a la cámara.
—¿Por la canción? ¿O por ti y yo?
—Ambas.
Hubo silencio.
—Hasta ahora habías cantado desde la sombra —continuó Lili—.
En plataformas, sin mostrar tu rostro. Sin redes personales.
¿Te pesa perder eso?
Joseph tomó aire. Bajó la vista.
—Sí.
Lili abrió la boca, pero él la detuvo con un gesto.
—Sí, me pesa…
porque era un refugio. Un sitio donde nadie esperaba nada de mí.
Y ahora, contigo, siento que eso se va a romper.
Pero también…
La miró otra vez.
—…también creo que si salir a la luz significa
volver a verte, aunque sea desde un escenario, entonces vale la pena.
Lili tragó saliva.
—Yo no quiero que te pierdas en mi mundo.
No quiero que te conviertas en parte de una maquinaria.
—Tampoco quiero convertirme en una nota de prensa tuya —dijo él, sonriendo.
—Ni yo en una foto más en tu galería —respondió ella.
Ambos rieron, nerviosos.
Y fue ahí donde por fin dijeron algo que llevaban tiempo esquivando.
—Te extraño, Joseph.
—Yo también, Lili. Más de lo que muestro.
Verdades que aún no habían dicho
Después de esa conversación, la producción se volvió más fluida.
Pero entre correcciones de armonías y letras compartidas, también empezaron a decirse otras cosas:
—“A veces quise escribirte y no lo hice porque me sentía poca cosa.”
—“Hubo días en que te leía en entrevistas y me preguntaba si aún me pensabas.”
—“Le tengo miedo a enamorarme de alguien que está tan lejos.”
—“Yo ya estoy enamorado.”
Ese último silencio fue distinto.
Joseph no lo dijo como confesión desesperada.
Lo dijo con calma, como quien ya ha aprendido a sentir sin urgencia.
Lili, al otro lado, no respondió enseguida.
Solo se quitó los audífonos, respiró hondo…
y luego escribió algo en el chat privado:
“Cuando cantemos esta canción juntos, quiero que sepas que cada palabra va a ser verdad.
No porque el mundo lo escuche.
Sino porque tú lo vas a estar escuchando también.”
Preparativos para el lanzamiento
El equipo comenzó a promocionar el dueto con imágenes parciales, frases sueltas.
Pero la voz completa aún no había sido revelada.
Joseph seguía como “J.”
Y Lili lo mantenía fuera de sus redes, como un secreto sagrado.
Aún no sabían si lo anunciarían con nombre, rostro, o solo con música.
Pero sabían algo más importante:
Esta canción iba a cambiar todo.
Y no porque los hiciera famosos…
sino porque los haría verdaderos.
Capítulo 32: Antes de presionar "publicar"
00:41 a.m.
La habitación de Lili estaba en silencio, pero su cabeza no.
Había cerrado los ojos media hora.
Pero cada vez que intentaba dormir, una sola idea volvía a despertarla:
“Mañana todo cambia.”
00:43 a.m.
Joseph revisaba su correo por décima vez.
Todo estaba aprobado.
El video programado.
La distribución lista.
La canción saldría en ocho horas exactas.
Y sin embargo, lo único que no estaba listo…
era su corazón.
00:50 a.m. – Chat privado
Lili:
¿Estás despierto?
Joseph:
No puedo dormir.
Lili:
Yo tampoco.
Joseph:
¿Quieres una llamada sin cámara? Solo voz.
Lili:
Sí. Solo voz.
La llamada
Ambos se escucharon respirar por varios segundos.
Nadie habló al principio.
Solo eso: respirar sabiendo que el otro estaba ahí.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Joseph, al fin.
—Mucho. Pero no por la canción.
—¿Entonces?
—Porque siento que mañana voy a tener que compartir algo que era solo mío.
Joseph entendió.
—Yo tampoco quiero perder eso.
Silencio.
—¿Qué pasa si a la gente no le gusta? —preguntó Lili.
—Entonces será la canción más bonita que el mundo no supo escuchar.
—¿Y si les gusta… demasiado?
—Entonces tendremos que aprender a no perdernos entre tanto ruido.
Lo último que no se habían dicho
—Joseph… —dijo ella, dudando.
—Dime.
—Hay algo que nunca te confesé.
—¿Qué?
—Cuando te fuiste de El Tecal… lloré en el baño del aeropuerto.
Quise correr tras de ti. Pero no lo hice. Me dio miedo.
Joseph tardó en responder.
—¿Miedo de qué?
—De estar sintiendo algo más grande de lo que podía manejar.
De enamorarme y no saber cuándo volvería a verte.
—¿Y ahora?
—Ahora ya no me da miedo. Solo me da ganas.
Él rió bajo. Se le quebró un poco la voz.
—Yo también tengo una confesión.
—¿Cuál?
—La canción… no era la única.
Escribí otra. No la he grabado. No sé si quiero que salga nunca.
Pero dice tu nombre.
Lili sonrió, con lágrimas en los ojos.
—¿Me la cantarías ahora?
—¿Aunque desafine?
—Especialmente si desafinas.
Y entonces Joseph, con voz temblorosa y sin instrumentos, empezó a cantar, solo para ella:
Lili en mis silencios,
Lili en mis paisajes,
Lili en los acordes que aún no me atrevo a tocar...
Si mañana el mundo mira,
ojalá te vea igual que yo:
sin luces, sin filtros,
pero completamente verdad.
02:07 a.m.
La llamada terminó sin decir "adiós".
Solo se quedaron en la línea hasta que uno de los dos, o ambos, se durmieron sin querer.
Con los corazones menos pesados.
Y la certeza de que no importa cómo los vea el mundo mañana…
ya se tenían esta noche.
Capítulo 33: Cuando todos escuchan
07:58 a.m. — Dos minutos antes
En la pantalla del estudio, la cuenta regresiva marcaba dos minutos.
Joseph tenía la laptop abierta, el video listo, los mensajes apagados.
Solo él, en su habitación, con auriculares puestos.
Como si al silenciar todo lo demás… pudiera escucharla mejor a ella.
Del otro lado del Caribe, en su cuarto lleno de luces tenues y un cartel que decía “ON AIR”,
Lili estaba sentada frente a su celular.
Su mano temblaba.
Su corazón latía rápido.
No por nervios escénicos.
Por él. Por lo que significaba compartirlos a ambos con el mundo.
00:01:45
08:00 a.m. — Publicado
“💫 NUEVA CANCIÓN: ‘A Destiempo’
Por fin, lo que el corazón no supo callar.”
[VIDEO] 🔗
En menos de cinco minutos, ya había miles de visualizaciones.
Comentarios.
Teorías.
Capturas.
Algunos reconocieron la voz de Joseph de sus temas anteriores como “J.”
Otros se preguntaban si era él el “chico de la foto filtrada”.
Otros simplemente se quedaban en silencio.
Porque la canción no necesitaba explicación.
La canción
Me soñé contigo, antes de conocerte,
como si el alma supiera más que el calendario.
Y aunque no llegaste cuando te esperaba,
llegaste cuando era verdad.
La producción era minimalista.
Solo dos voces, un piano, y cuerdas suaves.
Pero cada palabra…
era una flecha directa.
Nos tocamos en suspiros,
nos extrañamos sin horario.
Y aunque somos distancia,
somos también destino.
La reacción pública
Twitter:
“Ok, ¿y este dolor tan bonito que siento escuchando esta canción?”
TikTok:
“Este es el tipo de duetos que no deberían terminar nunca.”
YouTube (comentario destacado):
“No sé si son pareja o si solo se aman en secreto,
pero esto es más real que cualquier otra cosa.”
El video se hizo viral en menos de dos horas.
Lili y Joseph eran tendencia global.
Pero entre todas esas notificaciones…
el silencio entre ellos era lo único que aún pesaba.
11:12 a.m. — Joseph
Alex le mostró el celular.
—Bro, ya están pidiendo presentaciones en vivo.
¿Vamos a decir que eres tú?
Joseph lo pensó.
—No todavía. Quiero que primero la escuchen. A nosotros.
Sin etiquetas.
Alex le puso una mano en el hombro.
—Está bien. Pero prepárate. El mundo ya te vio.
Joseph miró su celular.
Tenía un mensaje sin abrir.
Lili:
“¿Te leíste los comentarios?”
Él respondió:
“Leí el tuyo primero.”
11:43 a.m. — Lili
Ella estaba en entrevista virtual, pero su mente estaba en otro lugar.
—¿Y qué significa esta canción para ti, Lili?
Lili dudó.
Sonrió.
—Es… una historia escrita en voz de dos personas que alguna vez se encontraron tarde.
Pero justo a tiempo para no rendirse.
—¿Hay algo más detrás de esa historia?
Lili miró a la cámara. No dijo nombres. No dio detalles.
Solo respondió:
—Sí. Pero hay cosas que no se explican. Se escuchan.
04:15 p.m. — Conversación privada
Lili:
¿Estás bien?
Joseph:
Sí. Aunque es raro que ahora todos nos conozcan sin conocernos.
Lili:
Pero me gustó.
Joseph:
¿El qué?
Lili:
Escucharte conmigo. Sin tener que esconderte.
Joseph:
¿Y tú? ¿Estás bien?
Lili:
Sí. Aunque estoy más expuesta que nunca, me siento más yo que nunca.
Pausa.
“Gracias por no rendirte cuando yo me alejé.”
“Gracias por esperarme sin pedírmelo.”
08:33 p.m.
En la cuenta oficial de Lili, se publicó una foto nunca antes vista:
Una imagen simple.
Ambos sentados en un porche.
Pies descalzos.
Cabezas juntas.
Sin título.
Y los comentarios se desbordaron.
Pero esta vez… ninguno respondió.
Porque por primera vez, la música habló por ellos.
Y el mundo, en vez de exigir respuestas…
escuchó.
Capítulo 34: Si volvemos a mirarnos
Tres días después del lanzamiento
La canción ya superaba los 10 millones de reproducciones.
Era número uno en tendencias en más de seis países.
Lili y Joseph, sin confirmar nada públicamente, estaban en boca de todos.
Pero en privado…
la distancia aún pesaba.
Lili seguía con su agenda apretada.
Joseph trabajaba en el estudio con Alex.
Ambos se escribían… pero menos.
Tal vez por el miedo de decir lo que venía después.
O por no saber cómo sostener algo tan grande desde tan lejos.
El correo
El lunes a primera hora, ambos recibieron el mismo mensaje:
Asunto: Invitación Oficial – Festival de Música en Vivo - Miami 2025
Nos encantaría contar con la presentación en vivo de “A Destiempo” con ambos artistas sobre el escenario.
Viaje, estadía y producción cubierta.
Fecha: Dentro de dos semanas.
Lili leyó el correo con el corazón acelerado.
Volver a verlo.
Pero no en secreto.
No a solas.
Sino frente al mundo.
La llamada
Esa noche, Joseph la llamó.
—¿Lo leíste?
—Sí —respondió ella.
—¿Y?
—¿Y tú?
Ambos rieron, tensos.
—¿Te da miedo? —preguntó él.
—Mucho.
Silencio.
—No de cantar —añadió ella—.
Sino de mirarte a los ojos y no saber cómo ocultar todo lo que siento.
Joseph bajó la voz.
—¿Y quién dijo que tienes que ocultarlo?
Preparativos paralelos
Durante los días siguientes, ambos comenzaron a ensayar.
Lili lo hacía en su estudio en Santo Domingo.
Joseph en Panamá, en una sala acústica con Alex ayudando en los arreglos.
Ambos ensayaban la canción…
pero también la manera de contener todo lo que no se habían dicho aún.
—Tienes que decidir cómo vas a mirar a Lili —dijo Alex.
Joseph lo miró en silencio.
—¿Por qué?
—Porque los ojos no mienten.
Y el público lo va a notar antes de que tú lo sepas.
Confesiones cruzadas
Una noche antes del viaje a Miami, Lili le envió un audio:
“No me molesta que la gente sepa que te quiero.
Me molesta haber pasado tanto tiempo fingiendo que no.”
Joseph la escuchó desde su cama.
Y sin responder por texto, la llamó.
—¿Aún tienes miedo? —le preguntó.
—Sí.
—¿Y quieres que lo dejemos?
Lili pensó.
Y luego respondió:
—No.
Porque hay algo más fuerte que el miedo.
Las ganas.
Vuelo a Miami
Ambos llegaron por separado, con horarios distintos.
Pero la producción les asignó el mismo hotel.
En pasillos opuestos.
Puertas distintas.
Y aún no se habían visto.
La noche antes del show, Lili no pudo dormir.
Bajó al lobby en pijamas y hoodie.
Y ahí estaba él.
Sentado con una taza de café.
Sin cámaras.
Sin luces.
Solo ellos.
Se miraron por primera vez después de semanas.
—Hola —dijo él.
—Hola —respondió ella.
Y sin más palabras, se abrazaron.
Lento.
Fuerte.
Como si el tiempo se hubiera quedado quieto entre sus brazos.
El día del show
Horas antes de subir al escenario,
ambos tuvieron una última conversación tras bambalinas.
—Si me tiembla la voz, no mires al público —dijo Joseph.
—¿Y a quién miro?
—A mí.
—¿Y si yo soy la que se quiebra?
Joseph tomó su mano.
—Entonces canto por los dos.
Sobre el escenario
El telón se levantó.
Las luces bajaron.
Y el piano comenzó a sonar.
Joseph entró primero.
Lili después.
El público gritó.
Pero ellos no escuchaban.
Solo se miraban.
“Me soñé contigo, antes de conocerte…”
Las voces se entrelazaron.
El escenario desapareció.
Y cuando llegó el último verso, no lo cantaron.
Solo se quedaron en silencio… con las manos unidas.
Y el mundo entero, sin necesidad de explicaciones,
aplaudió algo más que música.
Aplaudió el amor que, aunque a destiempo…
llegó justo donde debía.
Capítulo 35: Después del aplauso
08:07 a.m. — Habitación de hotel
Lili no había dormido.
El teléfono vibraba sin parar.
Notificaciones, menciones, propuestas.
Su nombre estaba en todas las plataformas.
Pero lo único que buscaba…
era el mensaje de él.
Nada.
Casi lo llama.
Casi.
Pero se detuvo.
Porque el “casi” entre ellos aún pesaba.
10:22 a.m. — Sala de prensa
—¿Fue solo una presentación o podemos esperar una relación confirmada?
Lili respiró hondo.
—La canción habla por sí sola —respondió.
—¿Eso es un sí?
—Eso es todo lo que tengo para hoy —cortó, amable pero firme.
Su equipo le entregó una lista de medios con entrevistas confirmadas.
Cinco en la mañana.
Tres en la tarde.
Algunas eran musicales.
Otras, de farándula.
Todas querían hablar más de ellos dos que de la canción.
11:48 a.m. — Joseph
Joseph no quería entrevistas.
Rechazó las cinco primeras.
Aceptó solo una, con condiciones: sin preguntas personales.
Pero igual, la conductora lo intentó.
—¿Y qué sentiste al ver a Lili en el escenario?
Joseph dudó.
Después, respondió:
—Sentí que el escenario era el único lugar donde
podíamos estar juntos sin escondernos.
—¿Eso significa que están juntos?
Silencio.
Joseph no lo negó.
Tampoco lo confirmó.
—Significa que cantamos la verdad. Aunque duela.
03:06 p.m. — Backstage del evento
Ambos se cruzaron al fin.
Cara a cara.
Sin luces.
Sin público.
Solo ellos.
Y el ruido de sus propios pensamientos.
—No me gustó lo de la entrevista —dijo él.
—¿Lo mío o lo tuyo?
—Ambos.
Lili se cruzó de brazos.
—¿Qué esperabas? ¿Que dijera “Sí, estamos juntos, y todo es perfecto”?
¿O que negara todo lo que pasó anoche?
—Esperaba que me hablaras antes de hablar con el resto del mundo —disparó Joseph.
Silencio tenso.
—No quiero que esto se nos vaya de las manos —añadió él.
—Entonces dime cómo hacemos —replicó Lili—. ¿Cómo manejamos esto?
¿Te escondo? ¿Te publico? ¿Te etiqueto?
Joseph no respondió.
Porque él tampoco tenía la respuesta.
05:30 p.m. — Habitación de Joseph
Alex llegó con dos propuestas de disqueras.
Ambas querían producir un álbum de duetos.
—Quieren entrevistas conjuntas, gira y sesiones en vivo —dijo Alex—.
Esto puede catapultarlos a los dos.
Joseph escuchó en silencio.
—¿Y si no quiero exponer todo lo que siento en cada canción?
Alex lo miró.
—Entonces más vale que sepas dónde termina la música…
y dónde empieza el amor.
06:42 p.m. — Lili en videollamada con Anyu
—No sé si él quiere esto como yo, Anyu.
—¿Te lo dijo?
—No. Pero lo siento.
Se aleja cada vez que el mundo se acerca.
—¿Y tú? ¿Tú qué quieres?
Lili miró por la ventana.
—Quiero poder amarlo sin que el mundo me obligue a convertirlo en contenido.
—Entonces díselo.
—¿Y si no está listo?
—Entonces al menos sabrás que tú sí lo estás.
09:03 p.m. — Mensaje
Lili → Joseph:
¿Podemos hablar, sin cámaras, sin canciones?
Solo tú y yo.
Joseph → Lili:
Sí. Ven a mi cuarto.
09:27 p.m. — La charla
Lili entró. Joseph ya la esperaba sentado.
—No quiero más malentendidos —dijo ella—.
Ni más dudas. Ni más suposiciones.
—Yo tampoco.
Silencio.
—Yo te quiero, Joseph. Y me importa lo que esto te cause.
Pero no quiero que huyas cada vez que te sientes expuesto.
—Y yo no quiero que me uses como
accesorio emocional para un público —disparó él.
Ambos se quedaron helados.
—¿Eso crees? —preguntó ella, dolida.
—No lo sé. A veces lo siento.
—Pues aclárate, porque yo no voy a pedir disculpas por lo que siento,
ni por querer vivirlo con verdad.
Joseph bajó la cabeza.
—Lo sé. Lo siento. Solo…
Esto me asusta, Lili.
Te amo, y me asusta no saber si esto va a sobrevivir afuera de una canción.
Ella se sentó junto a él.
—Entonces aprendamos.
Pero no huyas. No me dejes sola a medio verso.
Joseph la miró.
—No quiero que esto sea perfecto. Solo quiero que sea real.
—Entonces luchemos por eso.
10:02 p.m. — La decisión
No se besaron.
No subieron fotos.
Solo se quedaron abrazados.
Sin cámaras.
Sin playlist.
Solo ellos.
Y por primera vez desde que comenzó todo…
se sintieron tranquilos.
Capítulo 36: Luz completa
Día 1 — Acuerdo en papel, dudas en el corazón
La propuesta para grabar un álbum conjunto ya estaba formalizada.
Las condiciones eran atractivas: presupuesto completo,
libertad creativa, gira internacional.
Pero la letra pequeña dolía.
—Quieren supervisión de contenido personal —dijo Joseph, leyendo los correos—.
Eso incluye nuestras redes,
publicaciones, incluso sugerencias de cómo manejar “la relación”.
—¿Y qué esperaban?
—Lili respondió—. ¿Que les diéramos un dúo mágico y se conformaran con silencio?
Joseph guardó el papel sin decir más.
Ese fue el primer choque.
Día 3 — Diferencias que duelen
Durante las primeras reuniones con el equipo, surgieron los desacuerdos:
Lili quería mantener su estilo: espontáneo, honesto, aunque a veces fuera emocionalmente crudo.
Joseph prefería protegerse, ensayar respuestas, evitar sobreexposición.
—No quiero convertirnos en un “producto de pareja”
—dijo él en voz baja después de una entrevista.
—¿Y crees que yo sí? —rebatió ella—.
Pero tampoco pienso esconderme otra vez.
Era difícil.
Ambos querían lo mismo: defender lo real.
Pero lo entendían de formas distintas.
Día 5 — La filtración
Todo explotó en cuestión de minutos.
Una cuenta anónima en Twitter subió un hilo titulado:
“El verdadero rostro de J.”
Videos antiguos. Capturas de una sesión privada.
Fotografías nunca antes vistas.
El post fue eliminado en menos de una hora.
Pero ya era tarde.
Los portales replicaron la noticia.
Joseph, el productor y compositor fantasma de varios éxitos globales,
era el mismo que cantaba con Lili.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Lili, cuando le llegó el link.
Joseph no respondió.
No estaba en línea.
Día 6 — Sin retorno
Cuando por fin hablaron, él estaba frío. Cansado.
—Te dije que esto iba a pasar.
—No, me advertiste de la fama.
Esto es diferente. Esto es exposición brutal.
—Y ahora no puedo volver atrás —dijo él.
Lili se sintió culpable, aunque no había sido su culpa.
—¿Te arrepientes?
Joseph la miró.
—No de ti.
Pero sí de haber creído que podía vivir en dos mundos.
Día 7 — Reacción pública
Las redes explotaron con teorías y fan edits.
#JosephReveal fue trending topic mundial.
Algunos lo celebraban.
Otros se preguntaban por qué se había escondido tanto tiempo.
Algunos fans tóxicos empezaron a atacar a Lili, acusándola de “forzar la exposición”.
Ella desactivó comentarios durante 24 horas.
Joseph cerró sus redes por completo.
Día 8 — Conversación real
En un apartamento alquilado lejos de la ciudad, sin prensa, sin wifi… hablaron por fin.
—Ya todos saben quién eres —dijo Lili—. No tienes que esconderte más.
—Pero ahora tampoco puedo proteger lo que era solo mío.
—¿Te refieres a la música?
—No. A ti.
Lili se quebró.
—Yo también siento que te estoy perdiendo… aunque estés al frente.
Se abrazaron. En silencio.
Y entonces, Joseph dijo algo que no había dicho nunca:
—Voy a hacer el álbum.
Pero con una condición.
—¿Cuál?
—Que las canciones no hablen de “nosotros”.
Quiero que hablen de ti y de mí, como individuos.
Quiero que el mundo sepa que no soy solo tu voz, ni tú mi historia.
Somos dos artistas, no una postal.
Lili respiró. Lo entendió.
—Entonces vamos a contar todo. Lo bueno. Lo feo. Lo real.
Día 10 — Declaración oficial
Un comunicado conjunto fue publicado:
“Somos Lili Saito y Joseph ‘J’ Méndez.
Y no estamos aquí para ser perfectos, sino para ser humanos.
El álbum que haremos no será sobre amor ideal, sino sobre amor real.
*No somos una marca.
Somos dos personas aprendiendo a amar… bajo la luz completa.”
Día 14 — Ensayo final
En una sala pequeña de ensayo en Santo Domingo,
Lili y Joseph se miraron mientras cantaban el nuevo tema.
No era una canción romántica.
Era una despedida al anonimato.
Un manifiesto.
Y por primera vez, no había miedo.
Ni de fallar.
Ni de ser vistos.
Ni de ser ellos.
aunque fuera más difícil.
Capítulo 37: La canción que no queríamos escribir
Estudio de grabación — Día 1
El productor cerró la puerta con suavidad.
—Tienen el estudio para ustedes. Nadie los va a molestar.
Lili y Joseph estaban solos.
Solo la luz tenue, los micrófonos, y un monitor mostrando
la letra provisional del primer tema:
Título de trabajo: “Casi”
Letra: Joseph Tamashi & Lili Saito
Tema: La primera fractura.
La decisión de no mentirle a la música
—¿Estás segura de que quieres empezar con esta? —preguntó Joseph.
—Sí. Si vamos a contar la verdad,
hay que empezar por cuando casi terminamos.
—No sé si pueda cantarlo sin volver ahí —murmuró él.
—Entonces que duela. Pero que sea real.
Él asintió.
Ambos sabían que esta canción no era para el público.
Era para ellos.
Primera toma — el nudo en la garganta
Joseph comenzó solo, su voz aún cruda:
Te vi escribir, pero no a mí
Te oí reír, pero no conmigo
Y un día entero pasamos sin hablarnos,
como si fuéramos nadie…
Lili cerró los ojos.
No eran solo versos.
Era esa tarde donde él no respondió sus mensajes.
Ese directo que hizo sola, fingiendo que no le afectaba.
Esa noche en que pensó: “Tal vez se acabó.”
Cuando le tocó entrar, su voz tembló:
Pensé en borrarte antes que dolerme
Pensé en irme antes que gritar
Pero me dolía más imaginarte
viviendo sin mirar atrás…
Silencio.
Joseph dejó de tocar la guitarra.
Lili se quitó los auriculares.
—No puedo.
—Yo tampoco.
Ambos se miraron.
El estudio estaba en silencio.
Solo se escuchaban sus respiraciones alteradas.
Una pausa incómoda, un recuerdo olvidado
—¿Te acuerdas de esa noche? —preguntó ella.
—Claro. Pensé que si me alejaba un día…
te darías cuenta de que yo también me estaba cansando.
—¿Y te estabas?
Joseph tardó en responder.
—No. Solo estaba asustado.
De que fueras demasiado para mí.
De que me necesitaras más de lo que yo sabía dar.
Lili bajó la mirada.
—Yo solo necesitaba que estuvieras.
La toma que funcionó
Volvieron al micrófono una hora después.
Esta vez, sin ensayo.
Solo verdad.
Cantaron como si nadie más fuera a escucharlos.
Como si la canción fuera una conversación pendiente.
Y cuando terminaron, no hubo aplausos.
Ni emoción.
Solo un abrazo largo.
Sincero.
Y silencioso.
Noche del mismo día — mensaje en el bloc de notas
Joseph escribió en su celular, sin enviarle nada aún:
“Hoy entendí que la música no solo nos conecta, también nos confronta.
Lo que no dijimos en su momento… ahora lo canta el eco.
Pero aún estamos aquí.
Y eso también es amor.”
Guardó el mensaje.
No lo mandó.
Todavía no.
Porque sabían que esta era solo la primera canción.
Y que aún quedaban muchas verdades por cantar.
Capítulo 38: Lo que volvió a nacer
Estudio improvisado – Santo Domingo
La habitación que antes era solo el cuarto de invitados,
ahora tenía cables, micrófonos, un teclado, dos guitarras,
y un cartel hecho a mano por Lili que decía:
"Zona creativa: se entra sin máscaras."
Joseph había instalado su interfaz y afinaba su guitarra,
mientras Lili escribía frases sueltas en una libreta.
Llevaban días viviendo bajo el mismo techo.
No era fácil.
Y eso les bastaba.
—¿Qué parte recuerdas con más claridad? —le preguntó ella.
—Del viaje a Panamá…
Lili asintió.
Joseph cerró los ojos y respondió:
—La noche que dormiste en casa de mis padres.
Cuando apagaste el celular, y dijiste: “Hoy no hay mundo. Solo nosotros.”
Lili sonrió.
—¿Y si comenzamos con eso?
Escribiendo desde el recuerdo
La letra fluyó rápido.
“Cerramos el mundo por dos días y medio,
nos escondimos en el tiempo ajeno.
En la hamaca del porche te vi dormir,
y no quise despertar jamás.”
Joseph tarareó una melodía suave, con acordes mayores.
Una guitarra limpia, nada de sobreproducción.
Solo emoción directa.
—Esta es la canción del “y si sí” —dijo Lili.
—¿Y si sí qué?
—¿Y si sí somos esto?
¿Y si sí vale la pena?
Primer ensayo vocal
Ambos se pararon frente al micro.
Cantaron sin ensayar mucho, como si la canción se supiera sola.
Y bailamos sin música,
con las risas de fondo,
con la voz temblorosa,
de tanto callar lo que el alma gritó.
Era suave, pero cargada de emoción.
Y por primera vez desde que comenzó el proyecto, Lili lloró grabando.
No por tristeza.
Sino por gratitud.
Joseph no la interrumpió. Solo siguió tocando.
Tarde en la terraza
Cuando terminaron de grabar las voces principales,
salieron a la terraza con dos tazas de té.
—¿Sabes? —dijo Joseph—. Esta canción… me da miedo.
—¿Por qué?
—Porque me recuerda lo fácil que es quererte.
Lili lo miró.
No dijo nada. Solo estiró su mano y lo tocó con los dedos entrelazados.
—¿Y eso te asusta?
—Me asusta no saber cómo cuidarlo.
Pero me asusta más no intentarlo.
Nombre final de la canción
Antes de dormir, ella escribió en el bloc del proyecto:
Tema 2 – “Dos días y medio”
(Porque a veces no necesitas una eternidad,
solo el tiempo suficiente para volver a creer.)
Capítulo 39: Donde caben dos
Día 5 de convivencia — Santo Domingo
—¿Quién dejó el cereal abierto? —preguntó Lili desde la cocina.
—Yo —respondió Joseph desde la sala—. Pero me arrepiento profundamente.
—Te perdono si haces café.
—Listo desde hace cinco minutos. Taza negra, sin azúcar.
Lili entró con una sonrisa.
Ese pequeño ritual mañanero se había vuelto constante.
Sin planificación. Sin esfuerzo.
Como si sus cuerpos supieran convivir…
aunque sus corazones aún estuvieran tanteando el terreno.
Tareas compartidas, silencios compartidos
La casa ya no se sentía como “la casa de Lili”.
Era ahora un punto intermedio.
Un estudio.
Un refugio.
Una especie de burbuja entre el caos de la industria y el ruido de las redes.
Cocinaban juntos.
Veían series por la mitad.
Ensayaban en pijama.
Pero sobre todo, se observaban.
Pequeños detalles.
Cómo Joseph se quedaba viendo el techo mientras componía.
Cómo Lili escribía en su libreta y mordía el lápiz cuando algo la emocionaba.
Cómo él siempre dejaba su guitarra en el mismo rincón.
Cómo ella ponía música a bajo volumen mientras cocinaba,
aunque no siempre lo dijera.
El piano de madrugada
Una noche, Joseph se despertó y la escuchó tocar el teclado suavemente.
Se levantó, en camiseta y pantalón de dormir,
y la encontró sentada en el estudio, a media luz.
—No podía dormir —dijo ella.
—¿Pesadillas?
—No. Solo muchas ideas.
—¿Te acompaño?
—Siempre.
Joseph se sentó junto a ella, sin tocar nada.
Solo la escuchó tocar una melodía breve, suave, con notas de nostalgia.
—¿Cómo se llama eso?
—No lo sé aún. Pero suena como a lo que no decimos.
Joseph sonrió.
—Entonces… suena a nosotros.
Una conversación bajo la lluvia
Una tarde, llovió. No una tormenta.
Una de esas lluvias lentas que no interrumpen, solo acompañan.
Salieron al balcón.
Se sentaron bajo el techo, con café en mano.
—¿Alguna vez viviste con alguien? —preguntó ella.
—No así —respondió Joseph.
—¿Cómo?
—Con rutina. Con intimidad. Con ropa tuya entre mi ropa.
Con tu cepillo al lado del mío.
—¿Y te molesta?
—Me asusta lo fácil que se siente.
Lili lo miró.
Quiso decir muchas cosas. Pero solo dijo:
—A mí también.
Cuando los silencios no incomodan
Esa noche, no hablaron mucho.
Cada uno en su lado de la cama —porque sí,
ya dormían en la misma cama desde hacía tres noches.
Sin necesidad de explicarlo.
Solo se acomodaban.
Joseph se durmió primero.
Lili lo miró mientras él respiraba profundo.
Le acarició el cabello con suavidad.
Y pensó:
“Si esto no es amor…
al menos es lo más cerca que he estado.”
Capítulo 40: Donde no existen las palabras
Día 15 de convivencia — Santo Domingo
La casa estaba en silencio.
Joseph estaba en el estudio, terminando de afinar una mezcla de una nueva canción.
Lili lo observaba desde la puerta, descalza, con una taza entre las manos.
Él no la vio entrar.
Pero supo que estaba ahí.
La sintió. Como siempre.
—¿Terminaste? —preguntó ella en voz baja.
Joseph giró la silla.
—Sí… pero no puedo dejar de escuchar esta parte.
Le dio play.
La melodía llenó el espacio.
Era suave, melancólica. Una progresión que parecía respirar por sí sola.
—¿Tiene nombre? —preguntó Lili.
Joseph la miró.
—No todavía. Pero cuando lo tenga… va a ser por ti.
Esa noche…
Comieron algo liviano, sin mucho esfuerzo.
Vieron media película.
No hablaron del proyecto. Ni de redes. Ni del mundo.
Solo estaban ellos.
Y cuando Lili se levantó para recoger los platos, Joseph fue detrás.
La detuvo con una mano suave en la muñeca.
—Lili…
Ella se giró, con la respiración contenida.
Él no dijo más.
Y ella tampoco.
Se acercaron.
Lentos.
Hasta que sus frentes se tocaron.
Los ojos cerrados.
Las palabras fuera de lugar.
Solo el sonido tenue de sus respiraciones.
Y entonces, se besaron.
Nada urgente, todo sentido
Fue un beso sin apuro.
No buscaban llenar un vacío, ni demostrar nada.
Solo reconocerse.
Lili rodeó su cuello con los brazos.
Joseph la atrajo con fuerza, como si tuviera miedo de que se desvaneciera.
Y luego, sin hablar, caminaron juntos al cuarto.
Apagaron las luces.
No las necesitaban.
La ropa cayó al suelo como cae el silencio cuando ya no se puede sostener.
Sus cuerpos se conocieron con la misma paciencia con la que habían aprendido a confiar.
Las manos no buscaban solo placer, buscaban memorizar.
Cada curva. Cada latido.
Cada “estás aquí” no dicho.
Se miraron.
Aún en medio del todo.
Y fue ahí, sin cámaras, sin música, sin guión…
que hicieron el amor.
No fue perfecto.
No fue idealizado.
Fue real.
Con temblores.
Con risas suaves.
Con miradas largas después de cada roce.
Con sus nombres susurrados entre susurros.
Y con una certeza naciendo entre sus dedos entrelazados:
“Aquí no hay distancia.”
Después…
Lili apoyó la cabeza sobre el pecho de Joseph.
Escuchaba su corazón.
Ese ritmo nuevo que no quería olvidar.
Joseph jugaba con mechones de su cabello.
—¿Todo bien? —preguntó él.
—Todo bien —respondió ella.
—¿Esto cambia algo?
—Todo.
—¿Y te asusta?
—Me asusta más no haberlo vivido.
Joseph la abrazó más fuerte.
—No quiero que esto sea un escape. Quiero que sea un comienzo.
—Entonces que lo sea —respondió Lili, sin dudar.
Título nuevo en la libreta de Lili
Más tarde esa madrugada, Lili tomó su libreta en silencio.
Y escribió:
“Tema 3 – Sin palabras”
(Porque hay noches que no necesitan explicación. Solo entrega.)
Luego se giró hacia él, ya dormido.
Y supo que no estaba soñando.
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