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martes, 29 de julio de 2025

julio 29, 2025

SUSURRO A LA DISTANCIA CAPITULO 231 - 240


📖 Capítulo 231 – “Dúo Inesperado”

🌙 Una noche sin planes… que se volvió canción

La casa estaba en completo silencio.
Joseph estaba afinando su guitarra en la sala, mientras

Lili revisaba sus libretas viejas con una taza de té en mano.
El bebé parecía dormir dentro de su vientre, o al menos

descansar luego de tantas pataditas.

—¿Te acuerdas de esta? —dijo Lili levantando una hoja arrugada—.

La escribimos hace como un año. Nunca la terminamos.

Joseph miró la letra. Sonrió.

—Siempre pensé que debía cantarse entre dos voces.

Como si el pasado y el presente conversaran.

—Entonces… —dijo ella con una pequeña sonrisa traviesa—. ¿Cantamos?

Él no dijo nada. Solo asintió.

Lili fue al pequeño rincón donde había reinstalado su micrófono,

el mismo de los streams de antes. Lo conectó, activó la transmisión… sin previo aviso.
Sin anuncios. Sin promoción. Solo ellos.

La pantalla se iluminó.
Miles de notificaciones comenzaron a explotar.
Más de 800 mil personas conectadas en menos de 2 minutos.

Pero ellos no hablaron.
No saludaron.
Solo comenzaron a cantar.

Una melodía suave, íntima.
Una letra que hablaba del miedo a olvidar, del temor de perderse en medio de tanto ruido… y del poder de reencontrarse sin importar cuán lejos se hubiera caído.

Los comentarios explotaban:

“¿Están cantando juntos de nuevo?”
“¡Es Lili! ¡Es Lili cantando con Joseph!”
“Lloro, como si el mundo se hubiera detenido por un momento.”
“No necesito nada más, gracias por esto.”

La canción terminó sin aplausos, pero con un silencio lleno de respeto.
Joseph acarició suavemente su mano.
Lili sonrió y, por primera vez en una transmisión, dijo una sola frase al final:

—Gracias por esperarnos.

Y la pantalla se apagó.

🌪 Mientras tanto, en otro lugar…

Kaori cerró su laptop con fuerza.
Había estado observando la transmisión en tiempo real desde su

departamento de lujo en Tokio.

—Cantan una canción vieja como si fueran mártires… —bufó—. ¿Y aún los adoran?

Caminó de un lado al otro. Su equipo ya había preparado lo siguiente.

—El anuncio está listo —le dijo su asistente.

—Hazlo público. Quiero que el mundo vea que yo también puedo reinventarme.
Y dile al editor del videoclip que quiero el estreno justo la próxima semana.

Que el niño aparezca. Solo un poco. Lo suficiente para que no me cancelen,

pero que la gente se enganche.

Su mirada era afilada.
No quería recuperar a Joseph.
Quería ser más grande que él.

—Ah… y consigue una entrevista internacional. CNN, Variety,

no me importa. Quiero hablar de maternidad. Del perdón.

De cómo me usaron y me abandonaron.

Su risa era tan falsa como sus lágrimas en la última entrevista.

Kaori no se rendiría.

Pero lo que no entendía…
es que algunas personas no cantan por fama.

Cantan para seguir respirando.




📖 Capítulo 232 – “Melodía de Dos”

🌍 El Mundo Reacciona

La transmisión sorpresa de Lili y Joseph duró menos de cinco minutos.
Pero en esos cinco minutos, internet volvió a arder.

Las portadas de medios internacionales cambiaron sus líneas en cuestión de horas:

  • “Joseph y Lili reaparecen cantando juntos: ¿regreso oficial o simple despedida?”Billboard Latino

  • “Una canción, dos voces, miles de emociones:

  • Lili vuelve al stream sin managers ni productoras”Rolling Stone Online

  • “Mientras Kaori habla, Lili canta. Y el mundo escucha”The Guardian Cultura

  • “La verdadera voz detrás del alma de sus canciones reaparece”Diario El País

🎥 Las Reacciones en Video

En TikTok y YouTube comenzaron a circular cientos de clips de la transmisión,

algunos con reacciones grabadas de fans llorando, otros analizando la letra de la canción

y su posible significado.

“¿Se dieron cuenta de cómo miran uno al otro cuando


cantan esa parte que dice ‘aunque el mundo me olvidó, tú seguías en mí’? Eso no lo finges.”
— Comentario de una fanática.

El hashtag #LiliYJoseph subió al primer lugar en tendencias en más de 22 países.

Sellos discográficos comenzaron a mover propuestas, pero todas fueron rechazadas.
Lili no contestaba correos. Joseph los reenviaba a la papelera.

Lo único claro era que esa canción no era una estrategia.
No hubo manager, ni banner, ni teaser.

Fue una verdad emocional transmitida en vivo.
Y eso —en medio de un mar de campañas frías— fue lo que más golpeó.

Mientras el 80% del público estaba eufórico y emocional, el otro 20% seguía dudando.

“Muy bonita la canción, pero no olvidemos lo que pasó.

¿Y el hijo con Kaori? ¿Y la falsa muerte?”
— Comentario en X.

“Nada está claro aún. Solo cantan y esperan que todos olviden.”

“¿Quién canta estando embarazada y cancelando giras si no quiere atención?”

Otros, en cambio, defendían con uñas y dientes:

“Después de todo lo que vivieron, merecen cantar cuando quieran.”

“Esa fue la canción más honesta que he escuchado este año.”


📱 Entre Notificaciones

Alex recibió más de veinte propuestas de entrevistas en las siguientes dos horas.
Joseph solo le escribió:

"No gracias. No vamos a hablar. Solo a cantar."

Lili apagó el celular después de ver el top de tendencias.

Joseph la encontró en la sala, con los audífonos puestos, repitiendo la transmisión en su pantalla.

—¿Te arrepientes? —le preguntó.

—No. Solo… necesitaba volver a recordar quién soy.

—Eres mi esposa —dijo él con suavidad—. La madre de mi hijo.

Y la voz más honesta que existe.

Ella sonrió con los ojos un poco mojados.

—Y tú eres mi lugar seguro.


En otro lugar, Kaori apretó el celular.
Las tendencias no la incluían.

Ni su último video, ni el “hijo de Joseph”, ni sus entrevistas.
Todo eso había sido opacado… por una canción sin nombre.

Y eso…
eso la enfurecía más que cualquier otra cosa.



📖 Capítulo 233 – “La Propuesta de Kaori”

Era temprano por la mañana cuando

Joseph recibió un correo sin asunto, sin firma… pero con una sola línea:

“Necesitamos hablar. Él quiere conocerte.

Decide tú si viajas o si viajamos nosotros.”

Adjunto al correo, una foto: un niño de cabellos oscuros

y ojos intensos, mirando a la cámara con una ligera sonrisa,

como si no entendiera aún el caos del mundo adulto.

Joseph no necesitó ver la dirección del remitente.
Kaori.

No respondió de inmediato.
Apagó la pantalla, dejó el teléfono sobre la mesa del

comedor y fue a la habitación.
Lili seguía durmiendo. El embarazo, el esfuerzo reciente del stream…

todo la tenía agotada.

Joseph se sentó en el borde de la cama, mirándola.
Recordó todo lo que habían enfrentado juntos.
Todo lo que casi los destruyó.

Y ahora… ¿esto?


📱 Conversación con Alex

Horas después, Joseph se encerró en el pequeño estudio de grabación casero.
Llamó a Alex.

—¿Otra vez Kaori? —Alex suspiró con pesadez—. ¿Qué quiere ahora?

—Dice que el niño… su hijo… quiere conocerme.

Alex guardó silencio unos segundos.

—¿Y tú qué piensas hacer?

—No lo sé. Parte de mí quiere ir, cerrar esto de una vez. Pero Lili…

ya ha pasado demasiado. Y está embarazada. No puedo dejarla sola.

—¿Y si ella viene?

—Peor. No pienso exponer a Lili a Kaori. Ni al bebé.

Alex murmuró algo que Joseph no alcanzó a oír. Luego dijo:

—Lo sabías, ¿verdad? Que esto no había terminado.

Joseph apretó los puños.

—Lo sabía. Pero quería creer que sí.


🛋️ Con Lili

Esa noche, Lili lo notó más callado.
Se sentaron juntos a cenar en silencio. Lili jugaba con su comida.

—¿Pasó algo? —preguntó, mirándolo directo.

Joseph dudó. Tragó saliva.

—Kaori escribió. Me envió una foto del niño. Dice que quiere que lo conozca.

Lili bajó la mirada. No dijo nada por varios segundos.

—¿Vas a ir?

—No sin hablarlo contigo. No sin que tú estés bien con eso.

Ella respiró profundo. Sus ojos brillaban, pero no por tristeza… sino por una calma extraña.

—Si necesitas ir… ve. Pero no me ocultes lo que encuentres.

Joseph asintió. Y en ese instante, supo que no podía seguir huyendo de esa verdad.
Era hora de enfrentarla.


✈️ Decisión

Esa misma noche, Joseph respondió al correo.

“Dile a tu hijo que viajaré a Japón. Quiero conocerlo. Pero esto se hace bajo mis términos.”

“No prensa. No cámaras. No más manipulación.”

“Y si esto es otra mentira, Kaori, juro que no lo vas a volver a intentar.”

Envió el mensaje. Cerró el portátil.

Se giró hacia Lili, que lo observaba desde el marco de la puerta.

—¿Cuándo viajas? —preguntó.

—En dos días.

Ella asintió.

—Entonces tienes dos días para abrazarme todo lo que puedas.

Y Joseph lo hizo.
Porque sabía que aunque se enfrentara a su pasado en Japón,
su presente y su futuro estaban en esa casa… junto a ella.


📖 Capítulo 234 – “No la Dejaré Sola”

La mañana había comenzado tranquila.

Lili preparaba un desayuno simple mientras Joseph

revisaba detalles de una vieja pista musical que no había terminado.

Los rayos del sol entraban por la ventana como si intentaran disfrazar

la tensión flotando en el aire.

Faltaban menos de 24 horas para su vuelo a Japón.

Joseph tenía todo listo: el pasaporte, la maleta, el itinerario.

Pero algo lo carcomía por dentro.

Mientras Lili tarareaba suavemente una melodía frente a la estufa,

él no podía dejar de mirar su silueta.
El vientre comenzaba a notarse más con cada semana.
Él no quería perderse ni un solo segundo.


☕ La Decisión

Joseph cerró el portátil, se levantó de su silla y caminó hacia ella.

Rodeó su cintura por detrás, apoyando la frente en su hombro.

—No puedo ir.

Lili giró lentamente para mirarlo.

—¿Qué?

—No puedo dejarte sola, Lili. No ahora. No mientras estás embarazada.

No después de todo lo que vivimos.

Ella lo miró fijamente. No había reproche, solo sorpresa.

—¿Estás seguro? Dijiste que necesitabas cerrar ese capítulo.

Joseph negó con la cabeza, lento.

—Cerrarlo no vale más que verte sonreír cada mañana.

No voy a cruzar medio mundo por una mujer que ya nos robó suficiente.

Lo que me importa está aquí, contigo. Y con nuestro bebé.

Lili bajó la mirada. Un nudo le subió a la garganta.

Se llevó una mano a la boca intentando contener las lágrimas.

—Joseph...

—Le voy a escribir —dijo él, tomando el teléfono—.

Si Kaori quiere que hable con el niño, que venga ella. Pero bajo nuestras condiciones.


💻 El Mensaje a Kaori

Joseph redactó el mensaje, sin rodeos:

“No viajaré. Lili me necesita. Si realmente tu intención es que

el niño me conozca, puedes venir tú. Pero será en privado. Sin prensa. Sin manipulaciones.”

“Si te importa tanto el bienestar de tu hijo como dices,

entenderás que ahora mi prioridad es proteger al mío también.”

“Hazme saber si estás dispuesta a venir.”

Envió el correo y dejó el móvil a un lado.

Lili se acercó lentamente y lo abrazó. No necesitaba decir nada.
Joseph había elegido.
Y por primera vez en mucho tiempo, ella se sintió suficiente.


🛋️ En Casa, Más Tarde

—¿Crees que vendrá? —preguntó Lili recostada en el sofá,

con Joseph acariciando su cabello.

—Tal vez —respondió él—. Pero no me importa tanto eso.

Si esto es real, tarde o temprano tendrá que demostrármelo.

Pero esta vez... sin destruirnos en el proceso.

Lili cerró los ojos y susurró:

—Gracias por quedarte.

Joseph besó su frente y respondió con voz baja:

—Siempre voy a elegir quedarme contigo.

📖 Capítulo 235 – “El Miedo de Perder el Control

(Narrado desde Kaori)

El estudio olía a maquillaje y luces LED.

Kaori estaba sentada frente al espejo mientras le

hacían ajustes de último minuto antes de grabar una

entrevista para un programa nacional.

Su imagen había explotado en popularidad.

La “madre sacrificada”, la “voz del amor olvidado”,

la “mujer que sostuvo en silencio el fruto de una historia rota”.

Todo mentira.

Todo calculado.

Cuando el asistente le entregó el teléfono, le dijo en voz baja:
—El señor Joseph Tamashi respondió.

Kaori lo tomó con indiferencia fingida, como si no le importara.
Pero al abrir el correo, su expresión se tensó al instante.

“No viajaré. Lili me necesita…”

Su mandíbula apretó. Lo leyó varias veces.

“…Si realmente tu intención es que el niño me conozca, puedes venir tú. Pero será en privado. Sin prensa. Sin manipulaciones.”

Lo peor no fue el rechazo.

Fue la palabra “manipulaciones”.
Era un golpe directo. Una advertencia.

Kaori tragó saliva. El control se le escapaba.


💄 La Fama No Es Igual a Poder

—Cinco minutos —avisó la productora.

Kaori se miró al espejo. Su rostro, perfectamente maquillado, le devolvió la mirada con dureza.

Durante meses había construido este personaje: la madre que sufrió en silencio, la mujer valiente que decidió hablar por el bien de su hijo, la artista resurgida.
Pero Joseph se negaba a seguir el libreto.

No solo no fue a Japón…
Le dijo que “no”.
Y peor: con respeto. Con firmeza.
Con ese tono que no dejaba espacio para doble interpretación.

Kaori se levantó y caminó al baño con el teléfono en la mano.


🧠 El Conflicto Interno

Apoyó las manos en el lavabo y se quedó mirando el mármol por unos segundos.

—¿Qué estás haciendo, Kaori?

Se lo dijo en voz alta, aunque no esperaba respuesta.

Recordó al niño, aquel niño que no era de Joseph, pero sí parte del plan. Parte de la historia que ideó cuando vio a Joseph y Lili juntos.
Cuando comprendió que lo había perdido.

Y ahora...
Él tenía todo: el amor del público, el cariño auténtico, el hijo en camino.

Ella solo tenía un personaje. Una historia falsa. Un castillo de humo.

Pero no podía dejarlo caer ahora.
No cuando había llegado tan lejos.


📺 Al Aire

Volvió al set. La presentadora sonrió.

—Hoy tenemos con nosotros a la artista del momento: Kaori.

Aplausos. Sonrisas.

Pero Kaori ya no escuchaba.
Solo pensaba en cómo responder al mensaje.
En cómo transformar ese “no” de Joseph en una jugada a su favor.

Tal vez debía ir. Sí.
Viajar con el niño a República Dominicana.
Y seguir… el siguiente paso del plan.

Kaori sonrió a cámara. El show había comenzado.

Pero dentro de ella, se formaba la tormenta.



📖 Capítulo 236 – “Un respiro antes de la tormenta”

El sol de la mañana entraba tibio por la ventana.

Lili estaba sentada en la cama con una pierna doblada,

su cabello suelto cayendo sobre los

hombros mientras hojeaba una libreta de letras antiguas.

Joseph salía del baño con una toalla en el cuello, despeinado,

sonriendo como si el caos del mundo no existiera.

—¿Qué haces? —preguntó él, acercándose a la cama.

—Buscando alguna canción que no hayas leído ya —respondió con una pequeña sonrisa.

Joseph se sentó a su lado, besó su hombro y apoyó la cabeza en él.
—No tienes que buscar nada. Me gusta escucharte hablar… aunque sea sobre qué comiste ayer.

Lili rió bajo.

—A veces pienso que si todo esto no hubiera pasado… si no hubiera habido escándalo, ni desapariciones, ni mentiras… —dijo, cerrando la libreta—. ¿Habríamos llegado aquí?

Joseph la miró.

—No lo sé. Pero ahora estás aquí. Estoy contigo. Eso me basta.

Se recostó para besarle el vientre suavemente. El bebé se movió justo en ese momento, como si supiera que hablaban de él.
Lili sonrió, llevando la mano a la cabeza de Joseph, acariciándolo.
—Está pateando fuerte.

—¿Tendrá tu carácter o el mío?

—Dios nos libre si hereda el de los dos —rió ella.

Se abrazaron. Silencio. Un silencio lleno de paz.

El teléfono de Joseph vibró en la mesa. Él se levantó con pereza, aún descalzo, mientras Lili permanecía abrazada a una almohada. Al ver la pantalla, frunció el ceño.

—¿Xion? —murmuró.

Atendió.

—¿Qué pasa?

Del otro lado, la voz del manager japonés sonaba tensa.

—Recibí confirmación directa del aeropuerto. Kaori abordó un vuelo hace una hora. Va camino a República Dominicana. No sola… va con el niño.

Joseph se quedó quieto.
Silencio.

—¿Qué dijiste?

—Va hacia allá, Joseph. Y la prensa lo sabe.

Joseph cerró los ojos. Volteó lentamente hacia Lili, quien aún sonreía con ternura, acariciando su vientre.

—¿Joseph? —preguntó ella, notando su expresión.

Él colgó y se sentó junto a ella, tomándola de la mano.

—Tenemos que hablar.

La tormenta se acercaba… otra vez.



📖 Capítulo 237– “¿Otra vez tú?”

El aire estaba denso. Ese tipo de calor pegajoso que no solo venía del clima tropical, sino del maldito peso en el pecho que Joseph tenía desde que Xion le confirmó que Kaori venía en camino.

Y no sola.

Lili estaba en la sala, en camisón, con una piña colada sin alcohol en la mano, viendo una vieja comedia en la tele, riéndose bajito. Parecía tranquila, como si por fin su vida se estuviera alineando. Como si todo estuviera en paz.

Joseph no quería romper eso.

Pero no tenía opción.

—Amor —dijo desde el marco de la puerta—. Tenemos que hablar.

Lili bajó el volumen del televisor y lo miró. Supo al instante que algo andaba mal.

—¿Qué pasa?

Joseph se sentó frente a ella.
—Kaori viene para acá. Está en un vuelo con el carajito.

Silencio.

Lili lo miró fijo. Parpadeó varias veces, como si procesara.
—¿Qué?

—Que ya está en camino. Xion me avisó. Me dijeron que la prensa se enteró. No hay forma de frenarlo.

Ella se quedó callada un momento más. Luego se rió. Pero no era una risa divertida. Era ese tipo de risa que precede al maldito desborde emocional.
—¿Y tú sabías que ella estaba organizando eso?

—Yo le dije que viniera si quería hablar, pero después cambié de opinión. Le escribí que no, que no viniera. Pero ya lo había hecho.

—¡Coño, Joseph! —gritó, tirando el cojín al suelo—.

¡Tú sabías que esa tipa era una bomba y aun así hablaste con ella!

¿Tú no pensaste en mí?! ¡¿En tu hijo?!

—¡Claro que pensé! ¡Pero no puedo controlar cada paso que esa loca dé!

—Pues parece que sí podías.

Porque si le dijiste que viniera y después le dijiste que no,

entonces ¿en qué mierda quedamos?

Joseph se pasó las manos por el rostro.
—Lili, no es tan simple. Ella está jugando sucio, tú lo sabes.

No me dio tiempo a reaccionar. Estoy haciendo lo que puedo.

—¡No estás haciendo una mierda, Joseph!

¡Tú no me dijiste nada hasta que ya estaba aquí!

—¡Porque quería evitarte este maldito estrés!

Ella se paró.

—¿Evitarme estrés? ¡Tú no eres mi niñera! ¡Yo soy tu esposa!

¡Tu jodida compañera, Joseph!

Joseph sintió cómo le subía la presión. Se acercó a ella, pero se detuvo.
—Yo también estoy agotado, Lili. ¿O tú crees que esto es fácil para mí?

¿Crees que me hace feliz tener que lidiar con esta mierda?

—¡Pues empieza a actuar como si te importara,

porque parece que te has estado tragando todo sin pensar en nadie más!

Silencio. Otra vez.

Entonces… crack. No un sonido real, pero algo se rompió.

Dentro de ambos.

Joseph bajó la mirada. Sus ojos se llenaron.
—Tú crees que no me importa… pero yo me estoy jodiendo

por dentro desde que empezó esta mierda. Me estoy cayendo a pedazos,

Lili. Estoy haciendo lo mejor que puedo…

pero ya no sé si eso es suficiente.

Lili se acercó. Su tono bajó.

—Tú no estás solo. No tienes que joderte tú solo. Pero no me dejes afuera.

No me escondas las cosas. Porque si me sigues dejando afuera,

entonces sí vas a perderme de verdad.

Joseph tragó en seco.

—Lo siento.

Lili respiró hondo. Se llevó la mano al vientre.
—¿Sabes qué es lo peor? Que no me importa si es tu hijo o no.

Lo que me molesta es que tú no me dijiste nada.

Que cargaste todo tú solo otra vez.

Eso no es amar, Joseph.

Eso es miedo.

Él asintió.

—Tienes razón.

En ese momento, el celular de Joseph vibró. Un mensaje. De Alex.
"Kaori aterrizó. La prensa está en el aeropuerto."

Joseph le mostró el teléfono.
—Ya llegó.

Lili lo miró.

—¿Y ahora qué?





📖 Capítulo 238 – “Tres Días”

Kaori no había venido con las manos vacías.

Al aterrizar en República Dominicana, no pasó ni una hora antes de que estuviera en la suite presidencial de uno de los hoteles cinco estrellas de la capital, con su equipo completo: productores, mánagers, maquillistas, cámaras, asistentes, niñera, y por supuesto, el supuesto hijo de Joseph. Un niño de ojos grandes y piel clara, con el mismo peinado que él tenía cuando era adolescente.

Todo esto parecía sacado de una maldita telenovela mal escrita.

Pero estaba pasando. En tiempo real.

A las dos horas de instalada, Kaori le escribió a Joseph. No lo llamó.

Le mandó un puto mensaje de texto, como si fueran dos panas hablando de negocios:

“Joseph, ya estamos instalados.

La prensa anda encima por ahora, así que espérate tres días.

Cuando todo se calme, te diré el nombre del hotel

para que vengas a conocer a tu hijo. Espero que tengas

la decencia de venir solo.

Este momento es solo para él y para ti. –K.”

Joseph se quedó viendo la pantalla con cara de mierda.

No sabía si reírse, lanzarlo contra la pared, o irse a dar tres palos.

Lili estaba en el balcón, con una bata y su vaso de jugo.

Desde que se enteró de la llegada de Kaori, había cambiado.

Estaba más callada. Más seria. No había gritado, ni vuelto a discutir.

Pero no porque estuviera bien.

Era el tipo de silencio que pesa.

Joseph salió al balcón.
—Ella me escribió.

Lili no lo miró.
—¿Qué dice?

—Que esperemos tres días. Que la prensa la está siguiendo.

Que después me dirá dónde está para que vaya a conocer a… al niño.

Lili soltó una risa nasal, sin humor.

—Claro. Ella siempre ha sabido manejar los tiempos mediáticos.

Sabe cómo manipular.

Joseph se sentó a su lado.

—Lili…

—No me digas que todo va a estar bien. No lo está.

No lo ha estado desde que esa mujer volvió a aparecer en nuestras vidas.

Él bajó la mirada.
—No pienso ir si tú no estás de acuerdo.

Ella lo miró, por fin.
—No me pidas permiso para hacer lo que sientas que tienes que hacer.

Solo te pido una cosa… no me mientas otra vez.

—No voy a hacerlo.

—Bien.

Hubo silencio de nuevo.

Joseph tomó su mano.
—Yo no sé si ese niño es mío. Pero si no lo es, lo voy a saber. Si lo es…

también. Pero eso no cambia que estoy contigo. Con ustedes dos

—dijo, posando la otra mano sobre el vientre de Lili.

Ella lo miró. Por primera vez en todo el día, su expresión se suavizó un poco.
—Estoy cansada, Joseph. Cansada de esta novela.

De tener que demostrar todo. De que cada vez que tratamos de estar bien,

aparece alguien a destruirnos. Pero estoy aquí.

—Y yo también.

—Entonces, que venga lo que tenga que venir.

Pero vamos a estar preparados.

Porque Kaori no vino a hablar. Ella vino a joder.

Joseph apretó la mandíbula.
—Entonces le vamos a cerrar la boca con hechos.

Ella asintió.

Tres días. Tres malditos días de espera. Donde todo podía pasar. Y ellos lo sabían.

—Ahora vamos a enfrentarla. Juntos.

📖 Capítulo 239– “El Cebo”

Kaori no pidió tres días por cortesía, ni para "proteger" al niño de los medios.

Los pidió para armar su trampa con precisión quirúrgica. Cada paso medido.

Cada cámara oculta bien posicionada. Cada palabra del niño, memorizada.

Cada testigo, comprado o manipulado. Ella no dejaba cabos sueltos.

No era su estilo.

El niño era el anzuelo.

Y Joseph… el idiota que cayó.


El día pactado llegó.

Joseph había salido temprano del apartamento,

sin decirle a Lili a dónde iba. Solo dijo “voy a resolver algo” y le besó la frente.

Lili, con una ligera presión en el pecho, no lo detuvo. Quizás no quería saber.

Él llegó al hotel con gorra, mascarilla, y gafas negras.

Entró por la parte de atrás, siguiendo el mensaje de Kaori:

“Lobby. Te buscan en recepción. Habitación lista. Él te espera arriba.”

Joseph preguntó discretamente.

Un recepcionista lo acompañó hasta el elevador privado. Piso 17. Suite 1712.

Cuando entró, todo parecía tranquilo.

El niño, sentado en el sofá, con una sonrisa tímida.
Kaori, envuelta en una bata de seda color vino, fingía naturalidad.
—Gracias por venir —dijo.

Joseph asintió.
—No tengo mucho tiempo.

El niño se acercó con un vaso.
—¿Quieres agua?

Joseph dudó.
Pero lo aceptó. No quería parecer un maldito con un niño inocente.

Tomó el vaso. Bebió dos tragos. Lo dejó sobre la mesa.
Kaori comenzó a hablar, pero su voz se fue desvaneciendo.

Todo se nubló. Su cuerpo se volvió pesado.
Su lengua, pastosa.
Su visión, borrosa.
Trató de hablar. De entender.
Y luego… nada.

Negro.


Cuando abrió los ojos, la luz lo cegó. Estaba tirado en la cama. Desnudo.

Frente a él, flashes. Voces. Reporteros. Micrófonos. Caos.

Kaori estaba llorando, envuelta en una toalla.
—¡Me golpeó! ¡Lo juro! ¡Me obligó a…!

Joseph no entendía nada. Su cabeza daba vueltas. Estaba drogado, aún. Mareado.

La habitación era un maldito circo.
—¡¿Joseph, qué pasó anoche?!
—¡¿Es cierto que abusaste de Kaori?!
—¡¿Estás desnudo porque…?!

Todo era ruido.

Se arrastró hasta el baño. Vomitó. Se sostuvo como pudo. Se vistió.

Y sin decir una palabra, salió. Nadie pudo detenerlo.


Mientras tanto, en casa...

Lili estaba sentada viendo la televisión. Tenía las piernas cruzadas,

una mano sobre su vientre. Se sentía inquieta.

Y entonces... la transmisión especial interrumpió el programa:

“Última hora: el artista Joseph Tamashi,

presuntamente involucrado en un escándalo con su exnovia Kaori…”

El reportero hablaba, pero las imágenes lo decían todo.

Joseph, saliendo del hotel, con el rostro desencajado.

Kaori llorando. El niño, cubierto por la niñera. Los gritos.

Las cámaras. El escándalo.

Lili dejó caer el control.
—No… —susurró.

Su rostro se descompuso. La respiración se le aceleró.

—¡Joseph… ¿qué hiciste?! —soltó, temblando.

Pero en el fondo… algo no le cuadraba.

Ella conocía a Joseph. Sabía que algo andaba mal.

Que eso no podía ser verdad.
Pero el mundo no esperaría explicaciones.

El caos… había vuelto.

Capítulo 240 – Sin derecho a hablar

El zumbido persistente en la cabeza de Joseph no se iba.

Todo era confuso. Despertó mareado, aturdido, medio desnudo,

en una habitación de hotel que no era la suya. Luces. Flashes.

Voces. Gritos. Reporteros gritando su nombre.

Kaori llorando. Sangre falsa en su rostro. Y él… sin entender ni una maldita cosa.

—¿¡Qué carajo…!? —fue lo único que logró soltar mientras retrocedía al baño,

tratando de calmar el temblor en sus piernas.

Joseph se vistió a trompicones. Tenía arcadas. La cabeza le latía.

Apenas podía abrir los ojos. Sentía la boca seca, un sabor metálico,

y en el fondo lo sabía: le habían drogado.

Fue demasiado tarde para negarlo. Las cámaras ya lo habían grabado,

los flashes ya lo habían devorado, y la noticia ya debía estar corriendo como pólvora.

Cuando por fin logró salir del hotel, los camarógrafos lo siguieron hasta el taxi.

No dijo ni una palabra. No tenía palabras. No tenía aire.

No tenía idea de cómo demonios pasó todo.


De vuelta en su departamento, Joseph cerró la puerta y

se deslizó lentamente hasta sentarse en el suelo.

Diez llamadas perdidas de Lili.
Seis mensajes de voz.
Un “¿Dónde estás?” sin respuesta desde anoche.

El nudo en su garganta lo ahogaba. Sentía que iba a vomitar.

Que iba a explotar. Pero no podía ni llorar. 

Encendió la televisión. Como era de esperarse, todos los noticieros

hablaban de él. El artista Joseph Tamashi, descubierto en una habitación de hotel con Kaori,

quien lo acusaba de haberla golpeado y abusado.

Decían que había testigos, que había pruebas, que

el niño también estaba involucrado. Que Joseph intentó

huir sin dar explicaciones. Que “la estrella mundial se cayó”.

—Esto no puede estar pasando…

—murmuró, llevándose ambas manos al rostro.

El teléfono vibraba. Alex. Xion. Su abogado. Su madre. Anyu.

Pero no Lili y no estaba en casa.

No después de esa última llamada sin contestar.

Y Joseph no tenía huevos para llamarla.

¿Qué podía decirle? ¿Que había sido una trampa?

¿Que confíe en él? ¿Cómo se explica algo así sin pruebas?

¿Cómo le dice que vio a Kaori tirada en el piso,

con el niño llorando en la esquina, mientras él ni siquiera podía sostenerse en pie?

Se sentó frente al piano, con las manos aún temblando.

Quiso tocar algo. Quiso sentir.

Pero no salía ninguna nota. Tenía miedo de sí mismo.

Porque aunque sabía que no había hecho nada, el mundo entero ahora dudaba.


Horas más tarde, Alex llegó al departamento. Joseph seguía sin moverse del suelo.

—¿Tú me crees? —preguntó, sin levantar la mirada.

Alex no respondió de inmediato. Dejó su mochila, suspiró y se sentó junto a él.

—Lo que yo crea no importa si no lo puedes probar

—dijo con brutal honestidad—. Y eso es lo que van a usar en tu contra.

—Me jodió —dijo Joseph, con la voz rota—. Me jodió, Alex. Me jodió la vida.

Me quitó todo. Lili… Lili me llamó todo el maldito día y yo no estuve.

No estuve cuando me necesitaba. Y ahora…

—Ahora estás vivo —interrumpió Alex—.

Y si no te levantas, si no aclaramos esto,

Kaori te va a destruir. Y no solo a ti. A Lili.

A tu hijo. A lo que están construyendo.

Joseph tragó saliva con fuerza. Su rostro estaba empapado de sudor frío.

—No tengo derecho a hablar con Lili…

—murmuró—. ¿Cómo le explico todo esto? ¿Cómo la miro a los ojos?

—¿Prefieres que se entere por la televisión?

—le espetó Alex con dureza—. ¡Coño, Joseph!

¡Ella necesita saber que estás vivo! Que estás luchando. Que no estás huyendo.

Porque eso es lo que estás haciendo ahora. ¡Estás huyendo de ella!

Un silencio brutal se instaló entre ellos.

Joseph se levantó finalmente del suelo, tambaleante.

Fue hasta el baño, se lavó la cara con agua helada y se miró al espejo.

Tenía miedo. Estaba quebrado.

Pero también estaba furioso.

Kaori lo había llevado al límite. Había usado a un niño, a la prensa,

a la opinión pública… y lo había golpeado donde más dolía:

su reputación, su dignidad, y su familia.

Apretó los puños y salió del baño.

—Quiero una rueda de prensa. Pero esta vez la doy yo —dijo con determinación.

Alex lo miró con sorpresa.

—¿Estás seguro?

Joseph asintió.

—Voy a hablar. No tengo pruebas aún. Pero tengo mi historia.

Y tengo que pelear, aunque esté solo. Porque si no, mañana

Lili no tendrá con quién pelear a su lado. Y yo no voy a perderla por quedarme callado otra vez.