Lili Nightstray Saitō

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jueves, 24 de julio de 2025

julio 24, 2025

SUSURRO A LA DISTANCIA CAPITULO 221 - 230

 📕 Capítulo 221 – “Eco Robado”

La conferencia de prensa se llevó a cabo en uno de los hoteles

más prestigiosos de Tokio. Cámaras, periodistas, luces y una multitud

de fanáticos agolpados afuera del salón. Las redes ya ardían con el

anuncio previo: “Kaori revelará su nuevo proyecto musical, el más personal hasta ahora.”

El equipo de seguridad abrió paso, y Kaori entró como una

estrella consagrada. Cabello suelto, vestido blanco marfil,

expresión serena. Como si no hubiese caos detrás.

Como si no estuviese tocando las fibras más

íntimas de la historia que no le pertenecía.

Tomó asiento y el moderador presentó con entusiasmo:

—“Kaori-sama, ¿puede contarnos más de este ambicioso

proyecto que ha mantenido en secreto?”

Kaori sonrió. Esa sonrisa pulida, dulce, casi inocente.

Y entonces, con voz suave, dijo:

—“Hoy quiero compartir con ustedes algo que nació desde el corazón.

En estos últimos meses he vivido una reconexión profunda con la música…

y con mi historia. Por eso… he decidido reversionar tres de los cinco

álbumes más significativos de Joseph.”

Un murmullo colectivo estalló. Los flashes iluminaron el escenario.

Pero Kaori no se detuvo.

—“El álbum Susurros a la Distancia, Latidos Invisibles y Silencio de

Dos, que él produjo junto a Lili, contienen letras que desde mi visión

nacieron de momentos que compartimos hace años.

Sé que muchos creen que esas canciones tienen un solo origen, pero...

las canciones siempre tienen múltiples lecturas.

Este proyecto busca dar voz a lo que fue silenciado.”

La frase fue precisa. Envenenada.

Cada palabra medida como una bomba de tiempo.

Algunos periodistas levantaron las cejas.

Otros ya tecleaban titulares.

📣 Kaori reversionará discos de Joseph y Lili:

“Las letras también son parte de mi historia.”

📣 ¿Reescribiendo el amor?

Kaori toma los álbumes de la pareja más famosa del momento.

En las redes, los fanáticos estallaban.

Algunos furiosos, otros curiosos.

Y los más tóxicos los que nunca aceptaron la voz de Lili celebraban el gesto.

Lo peor no era solo que reversionaría el trabajo ajeno.

Lo peor era que tenía el respaldo legal.

El sello discográfico que alguna vez impulsó a Joseph y

Lili había caído en negociaciones tensas tras los escándalos.

Y Kaori, aprovechando el vacío de poder, compró los derechos

de ciertas versiones alternativas y registros incompletos.

Lo suficiente para reinterpretar públicamente tres de los álbumes sin romper la ley.

Y eso la hacía más peligrosa.

Mientras tanto, en backstage, su representante celebraba el

ascenso meteórico: en tan solo 48 horas,

su popularidad había subido un 37%.

Las búsquedas de sus temas antiguos se habían disparado.

Marcas nuevas querían trabajar con ella.

Kaori revisó su celular. Un nuevo mensaje de su publicista:

“Tu nombre ya está vinculado al de Joseph en los motores de búsqueda.

Tu estrategia está funcionando.”

Ella deslizó el dedo por la pantalla, viendo videos viejos,

fotos de los conciertos de Joseph y Lili. Había algo de ironía en todo eso.

Había amado a Joseph una vez. O eso creía.

Ahora lo que sentía era una mezcla extraña de obsesión,

de revancha. Él la había dejado en el olvido.

Pero el olvido no era lugar para alguien como ella. No.

Ella sería la voz que nadie podría ignorar.

Y si para lograrlo tenía que tomar las canciones que no eran suyas,

las emociones que nunca sintió,

los versos que jamás escribió… lo haría.

Porque en el nuevo mundo del espectáculo, la verdad no importa.

Importa quién tiene el micrófono.


📕 Capítulo 222 – “La Versión de Kaori”

La premiere digital fue anunciada con tres días de anticipación.

A pesar de que muchos internautas lo consideraban una

“falta de respeto”, los números no mentían: el mundo quería ver qué tenía que decir Kaori.

La canción elegida para abrir su proyecto era

“Susurros a la Distancia”. Una de las más icónicas, delicadas

y representativas del amor que Joseph y Lili habían plasmado

como homenaje a Zess. Era una de las joyas más sagradas del repertorio.

Pero Kaori no lo veía así. Para ella era solo otra herramienta.

Un símbolo robado que podía resignificar con su propia versión.

El video comenzó con una estética completamente distinta al original.

Ausente de emoción, lleno de producción. Fondos blancos, lentes dorados,

pianos brillantes. Ella aparecía sola en la escena,

cantando la canción con un tono melancólico forzado

y expresiones que pretendían tristeza, pero proyectaban arrogancia.

Las redes explotaron. Para bien o para mal, era un éxito viral.

📲 “¡¿Cómo se atreve Kaori a cantar eso?!”
📲 “La canción ya no transmite lo mismo… parece hueca.”
📲 “Amo su voz, pero esto es innecesario.”
📲 “¿No tienen vergüenza los medios por promover esto?”

Pero mientras algunos condenaban, otros compartían el video una y otra vez.

Los números lo confirmaban: 35 millones de visitas en 24 horas. Trending mundial. Incluso reacciones de celebridades.

Kaori reapareció en entrevistas pregrabadas que comenzaron a

emitirse en cadenas internacionales.

En un set minimalista, con una copa de agua en mano y su ya

conocida sonrisa de "niña buena", respondía las preguntas con precisión quirúrgica.

—“Kaori-san, ¿por qué elegiste precisamente Susurros a la Distancia

como primer sencillo del proyecto?”

—“Porque representa muchas cosas que sentí… que viví.

Sé que otros creen que no tengo derecho, pero esa

canción también habla de despedidas.

Y yo también he tenido que decir adiós a muchas cosas.”

—“¿Y tu hijo? ¿Cómo está llevando todo esto?”

Kaori suspiró ligeramente, miró hacia abajo unos segundos,

y respondió con voz suave:

—“Él está bien. Está creciendo rápido… es muy inteligente.

Sabe que hay cosas que todavía no entiende,

pero también sabe que su mamá está luchando por darle un buen futuro.

Yo solo quiero que viva en un mundo donde su historia también importe.”

—“¿Te gustaría que Joseph hablara contigo? ¿Han tenido contacto?”

—“No… pero si en algún momento él desea conversar, yo estoy dispuesta.

No tengo nada que ocultar. Siempre he estado abierta a

resolver todo por el bienestar de nuestro hijo.”

Esa última frase fue como dinamita en la opinión pública.

📣 Kaori: “Estoy dispuesta a hablar con Joseph por nuestro hijo.”
📣 ¿Una madre valiente o una villana con micrófono? Kaori responde sin filtro.
📣 ¿Por qué Joseph guarda silencio mientras Kaori sube como espuma?

La maquinaria de medios giraba a favor de Kaori. El escándalo ya no parecía escándalo,

sino narrativa heroica. Una mujer abandonada, madre soltera, luchando por su lugar en la industria.

Y cada vez más personas empezaban a preguntarse:

—“¿Y si ella tiene razón?”

Detrás de cámaras, Kaori revisaba su agenda. Tenía más entrevistas, contratos publicitarios,

propuestas de reality shows… Incluso una editorial le ofreció escribir un libro:

“Yo fui la musa olvidada”.

Ella cerró el celular y sonrió. Lo había logrado.

No porque le interesara realmente la música. No porque sintiera culpa.

Sino porque por fin, el mundo la estaba mirando.

Y Joseph… estaba en silencio.


📕 Capítulo 223 – “La canción que no era suya”

La tarde estaba nublada en Santo Domingo. Una calma extraña

cubría la casa como una niebla silenciosa. Joseph acababa

de terminar una llamada con Alex, mientras Lili se encontraba

en el sofá con una manta sobre las piernas y un chocolate a medio terminar en la mano.

—¿Qué pasa? —preguntó ella al notar que Joseph,

de pie en el marco de la puerta, parecía molesto.

Joseph tragó saliva y se acercó con el celular en la mano.

—Se estrenó otro video… el segundo. El nuevo homenaje.

Lili frunció el ceño. No necesitaba preguntar cuál.

Joseph dudó por un segundo, pero finalmente se sentó a

su lado y le mostró el título del video en pantalla.

🎵 Kaori - “Susurros a la Distancia (Versión Alma Libre)”

El título la golpeó en el estómago.

—¿Alma libre…? —repitió, con incredulidad.

Joseph asintió con los labios apretados.

No dijeron nada más. Solo apretaron play.

La canción comenzó. El piano era idéntico al original…

pero frío, sin el toque especial que Zess había logrado en vida.

No había silencios con significado, ni emoción en la melodía.

Todo estaba editado, perfecto, limpio… sin alma.

Kaori apareció en pantalla con un vestido blanco,

rodeada de pétalos flotantes, con una expresión impostada de dolor.

Lili no aguantó ni 40 segundos antes de que su garganta comenzara a cerrarse.

—Esa canción… —susurró—. Esa canción no le pertenece…

Joseph rodeó sus hombros con un brazo, pero ella se apartó suavemente.

No estaba molesta con él. Estaba rota por dentro.

—Zess escribió esa letra conmigo. Cada palabra fue…

fue él hablando desde el otro lado, diciéndome que no me rindiera.

Esa canción me salvó de matarme cuando él murió, Joseph.

Me recordó que no estaba sola, que él aún estaba en mí.

No es solo una canción. ¡Es Zess! ¡Es su voz, su historia… y la mía!

Las lágrimas comenzaron a correrle por las mejillas.

—Y ahora… ahora cualquiera va a pensar que fue de ella.

Que ella también sufrió por alguien así. Pero no.

¡Ella no lo conoció! ¡Ni siquiera lo conoció! —gritó,

sujetándose el vientre sin darse cuenta.

Joseph se agachó frente a ella y le tomó las manos. Tenía los ojos húmedos también.

—Lo sé, Lili. Lo sé. Esa canción fue tuya. De Zess. Nuestra. Y nadie…

nadie puede entender lo que significa como tú. Pero escucha…

Lili respiraba rápido, estaba al borde de un ataque de ansiedad.

—Escucha, amor. Nada de lo que haga puede borrar lo que viviste,

ni lo que Zess te dio. Kaori podrá ponerle luces, producción, likes y

millones de visitas. Pero no puede robar la verdad.

No puede robar el dolor real, ni lo que hiciste con él.

—No quiero que nuestro hijo crezca en este mundo…

—dijo ella en voz baja—. Un mundo donde los ladrones de

historias ganan fama, donde los que sobrevivimos somos

los villanos solo porque callamos y no vendemos nuestra miseria como espectáculo.

Joseph la abrazó por completo. Esta vez no la dejó apartarse.

—Entonces cambiemos eso. No para demostrarle nada a Kaori.

Sino para dejarle algo mejor a nuestro hijo.

—¿Y si la gente ya no escucha? —preguntó Lili—. ¿Y si les gusta más la mentira?

—Entonces les gritamos. Les cantamos con la verdad,

aunque no quieran escucharla.

Pero lo hacemos a nuestra manera… no la de ella.

Hubo un silencio largo, cargado, pero más firme.

Lili apoyó su frente en la de Joseph, su voz ya más baja, más rota.

—¿Tú crees… que Zess me perdonaría por no proteger su canción?

Joseph negó con la cabeza.

—Zess estaría enfadado si no volvieras a cantar.

Y por primera vez, Lili sonrió, con lágrimas en los ojos.

—Maldito idiota… siempre sabía cómo hacerme volver.

Joseph acarició su rostro con los pulgares y besó su frente con cuidado.

—Y yo también.

📕 Capítulo 224 – “Un hilo de esperanza”

Habían pasado tres días desde el lanzamiento del nuevo video de Kaori.

Las redes seguían agitadas, los titulares no cesaban.

"Kaori arrasa con su nueva era musical",

"La canción que tocó los corazones del mundo",

"¿Está Joseph perdiendo su legado?"

Lili evitaba leer, pero no podía ignorarlo todo.

Cada vez que entraba a YouTube, alguna de las canciones

“inspiradas” en sus historias aparecía entre los recomendados.

En tres días, Kaori había publicado tres nuevas canciones,

una de ellas titulada “Estrellas que no me ven”,

una balada melancólica que reciclaba frases similares a las usadas por

Joseph en entrevistas pasadas. Otra llamada “Dime que fui yo”,

con un videoclip donde Kaori cantaba con lágrimas artificiales en

una estación vacía, haciendo alusión a la supuesta separación entre ella y Joseph.

Y la última, la más reciente y viral: “Reencuentro”,

donde se mostraban imágenes de archivo de Kaori y Joseph de

cuando eran aprendices, forzando una narrativa de amor perdido.

—Está usándolo todo —murmuró Joseph,

desde su escritorio con el portátil abierto—.

Hasta nuestras fotos antiguas del sello…

—¿Ella tiene derechos sobre eso? —preguntó Lili desde el sofá,

su barriga se notaba más con cada semana, lo cual le

daba un aire aún más sereno, aunque sus ojos seguían siendo

los de una mujer agotada por dentro.

—Legales… sí. Las tomas son del sello, y técnicamente formaban

parte del archivo de entrenamiento.

Lili suspiró largo, frustrada.

Justo en ese momento, sonó su teléfono.

Vibró varias veces hasta que reconoció el nombre en pantalla: Mamá.

Hacía días que no hablaban. Desde que Lili había

desaparecido tras su colapso, su madre

había intentado mantenerse presente, pero sin presionar.

Ella sabía cuándo su hija necesitaba espacio…

y cuándo debía empujar suavemente.

—Mamá… —contestó con la voz ligeramente ronca.

—Mi amor, ¿cómo estás? —preguntó su madre, con un tono cálido,

pero ligeramente nervioso.

—Aquí… sobreviviendo.

—Yo sé, yo sé. Por eso te llamo, Lili. Tengo algo que decirte.

Joseph alzó la vista al escuchar el cambio en el tono de Lili. Ella le hizo

una seña de que no interrumpiera y siguió escuchando.

—Dime.

—Recibí una llamada esta mañana.

De parte del Instituto Nacional de Artes Musicales.

Te quieren entregar un reconocimiento por tu trayectoria y por el impacto

cultural de tus letras. Dijeron que incluso pensaban que

“Susurros a la Distancia” debería enseñarse en los

conservatorios como muestra de composición emocional.

El corazón de Lili se detuvo por un segundo. Se quedó en silencio.

—¿Qué…?

—Es cierto, mi amor. Ellos saben que aún no estás del

todo lista para eventos públicos, pero quieren que sepas

que tu trabajo sigue valiendo. Que tu voz sigue ahí.

Lili parpadeó varias veces, y sin darse cuenta,

dejó que las lágrimas corrieran silenciosas por su rostro.

Joseph se levantó, se sentó a su lado y la abrazó sin preguntar.

—Gracias por decírmelo, mamá… —susurró.

—No dejes que te apague alguien que solo sabe robar.

Tú creaste algo verdadero. Zess estaría orgulloso. Yo lo estoy.

Cuando colgó, Lili simplemente se quedó acurrucada contra Joseph,

mientras la pantalla del portátil reproducía, irónicamente,

la tercera canción de Kaori en bucle.

—¿Sabes? —dijo Lili sin mirarlo—. Podrá sacar mil versiones.

Pero esa canción, la mía, solo yo sé lo que significa.

Y ahora hay gente que aún lo ve. Aún me escucha.

Aunque no sea en los titulares.

Joseph le besó la frente con fuerza.

—No necesitas recuperarte para luchar.

A veces solo necesitas recordar quién eres.

—Y quién fui —agregó ella.

Él le tomó la mano y la puso sobre su vientre.

—Y en quién te estás convirtiendo.


📕 Capítulo 225 – “Canción para un corazón nuevo”

El estudio improvisado en casa no era gran cosa.

Tenía cables visibles, un micrófono sobre una base tambaleante,

y algunas esponjas acústicas que Joseph había

pegado con cinta doble cara. Pero en ese pequeño espacio,

algo comenzaba a renacer.

Lili estaba sentada con una libreta frente a ella.

No era digital. Era papel de verdad, con esquinas dobladas y

manchas de café. Joseph la observaba desde el otro lado de la habitación.

Estaba cansado, lo sabía. Lili también lo sabía.

Pero sus ojos seguían brillando cuando la miraba.

—¿Quieres empezar tú? —preguntó él, con voz suave.

—Ya empecé hace días —respondió ella sin levantar la vista—.

Pero no encontraba cómo decir lo que quería.

Le mostró una línea escrita con trazos temblorosos:

"Naciste de un corazón herido, pero serás la canción más limpia que tengamos."

Joseph tragó saliva. Se sentó frente a su teclado.

Puso sus manos sobre las teclas, pero no tocó nada.

—Es eso, Lili… eso es lo que hay que contar. No todo lo bonito.

No lo perfecto. Lo que dolió y lo que sana.

—Entonces hagámosla —susurró—. No como artistas. No como

“Joseph Tamashi y la misteriosa voz”. Solo tú y yo. Como antes.

Joseph asintió. Grabaron la primera estrofa esa noche. Sin filtros.

Sin autotune. Sin pulir. La voz de Lili sonaba cálida,

pero ligeramente temblorosa. La de Joseph, un poco

más profunda que antes. Las emociones del último año

se sentían en cada frase, en cada silencio.

—¿La subimos al canal? —preguntó él mientras terminaban la edición.

Lili dudó.

—¿Tú crees que alguien aún está suscrito a ese canal?

—No importa si hay uno o un millón. Es nuestro lugar. Donde empezó todo.

Lili fue hasta su antigua laptop, conectó el disco duro

donde aún tenía guardado el contenido del canal.

El banner seguía allí: “Lili Saito en stream 🎧”.

Polvoriento. Olvidado por el algoritmo. Pero intacto.

—No vamos a anunciarlo —dijo ella, determinada—.

No vamos a programarlo. Solo lo subimos. Y dejamos que vuele.

—¿Título?

Lili miró su barriga. Después a Joseph.

—“Canción para un corazón nuevo” —respondió.

Subieron el video a las 3:47 a.m. sin etiquetas, sin descripción,

sin miniatura. Solo el título y un comentario anclado de Lili que decía:

“Gracias por seguir ahí.

Si escuchas esto… gracias por no rendirte conmigo.”

Después de darle click a “publicar”, se miraron en silencio.

No celebraron. No se abrazaron como si hubiesen logrado un hit.

Simplemente se quedaron ahí, tomados de la mano, con los ojos húmedos.

Porque esa no era una canción para competir.

Era una canción para recordar.

Y para empezar de nuevo.


📕 Capítulo 226 – “Voces que despiertan”

El video subido en la madrugada estaba lejos de ser una producción

profesional. Ni siquiera tenía portada.

Solo una pantalla negra, una canción y

dos voces entrelazadas como dos hilos de seda cargados de memoria y promesas.

Al amanecer, Lili se levantó con náuseas leves.

Joséph ya estaba en la cocina, preparando té de jengibre

como había aprendido a hacer cada mañana

desde que sabían que el bebé venía en camino.

Pero al pasar frente al computador portátil, su mirada se detuvo.

—Joseph… —lo llamó con una voz extraña, mezcla de incredulidad y contención.

Él llegó en segundos.

El video tenía 48 mil vistas. Y subiendo.
Un mar de comentarios había comenzado a inundarlo,

con corazones, lágrimas y palabras que parecían haber esperado meses para salir:

“No hay promoción, no hay marketing,

solo amor verdadero. Estoy llorando.”
“Esa canción… es para su bebé. Lo sentí. Lo viví.”
“Volvió. No como antes. Volvió mejor. Más humana. Más fuerte.

Lili, si estás leyendo esto… gracias por no rendirte.”
“No sabía cuánto extrañaba escucharla hasta ahora.”
“Vuelve al stream, no por nosotros, sino por ti.”

Lili parpadeó. Sintió cómo el aire le pesaba. Se sentó

frente al monitor mientras Joseph la observaba en silencio.

Había más:

“Yo fui una de las que creyó las mentiras.

Perdón. Perdón por juzgarte. Por callar cuando debí defenderte.”
“Zess estaría orgulloso. Esta canción…

es otra forma de seguir hablando con él, ¿verdad?”
“Gracias por compartir esto, aún sin quererlo.

Gracias por tu silencio, por tu música, por estar.”

Su canal, aquel rincón que había dejado morir tras la tormenta,

estaba despertando solo.

La pestaña de “transmisiones en vivo” había recibido miles de

mensajes en los últimos minutos, incluso cuando no había ningún directo.
Los usuarios llenaban el espacio con súplicas, recuerdos, disculpas.

No por presión, sino por amor:

“Solo ven, prende cámara, toma un té y habla. No tienes que hacer show.”
“Queremos verte feliz, no perfecta.”
“Si algún día quieres volver a streamear, estaremos aquí.

Con silencio si hace falta. O con risas si quieres compartirlas.”

Lili no lloraba. Solo respiraba hondo, una y otra vez.

Acarició el mouse como si fuera una reliquia de otra vida.

El cursor flotó sobre el botón de “crear transmisión”. No hizo click.

Joseph se agachó a su lado. No la tocó. Solo le habló con voz baja.

—Nadie espera nada. Solo están diciendo que te extrañan.

Que te creen. Que te ven.
Tómate tu tiempo, Lili… No estás sola.

Ella lo miró. Su rostro no tenía el maquillaje de antes,

ni la pose de la Youtuber que reía ante todo.

Pero sus ojos estaban más vivos que nunca.

—No quiero volver por presión. No quiero ser “la que sobrevivió”.
—No tienes que ser nada más que tú —le respondió Joseph—.

Ni figura, ni ídolo. Solo tú.

Ella cerró la laptop.

—Quizá no sea hoy.
—Está bien.
—Pero un día, quiero volver. No solo para ellos.

Sino para que nuestro hijo sepa… quién fui.
—Y quién eres —agregó Joseph.

La canción seguía sonando en alguna parte del mundo.

Cada reproducción era una caricia invisible.

Cada palabra cantada era un hilo más que tejía de nuevo la red

rota que el mundo les había quitado.

Y aunque no había stream.
Aunque no había cámara.
Ella había vuelto.


📕 Capítulo 227 – “Reflejo”

La casa estaba en silencio. Joseph había salido con Alex a resolver

unos asuntos de logística sobre los próximos conciertos.

Lili, con una taza de avena tibia entre las manos,

estaba sentada frente a su laptop,

en la habitación que antes fue su rincón de streamer.

Donde una vez hubo luces LED, peluches, una cámara brillante y

una sonrisa inquebrantable,

ahora solo había una lámpara tenue, una silla cómoda,

y una mujer intentando reconocerse.

Apoyó la taza en la mesa. Abrió el programa de grabación.
No haría un stream.
No hoy.
Hoy grabaría para ella. Para nadie más.

Encendió la cámara.
Apareció su rostro en la pantalla.
Parpadeó. No pudo evitarlo.
¿Esa era ella?

Ya no tenía el rostro de Lili Youtuber.
Ni el brillo de las presentaciones junto a Joseph.
Ni la fragilidad desbordada de los días donde todo fue oscuridad.

Era ella… viva.
Más cansada, sí.
Pero también más real que nunca.

Y entonces rompió el silencio.
—Hola… —dijo apenas, su voz quebrándose con la primera sílaba.

No estaba transmitiendo. No había espectadores. No había donaciones.
Solo ella, grabándose, como si fuera su primer video.
O el último.

—No sé qué esperaba encontrar al prender esta cámara…

supongo que quería saber si todavía estoy aquí.
Miró el lente. Después, se miró a sí misma en el monitor.
—No soy la misma. Lo veo. Lo siento.
Las ojeras. Las cicatrices. La mirada distinta.
—Pero tampoco estoy rota. No completamente. Porque aquí estoy. Otra vez.

Una lágrima bajó.
Luego otra.

—Me odié tanto tiempo por caer. Por no ser suficiente.

Por no gritar cuando debía. Por callar… incluso cuando dolía.

Se cubrió el rostro un momento. Se quedó así… segundos… minutos.
Después se descubrió. Se obligó a mirar su reflejo otra vez.

—Pero no me salvó nadie. No los fans. No la música. No Joseph. Me salvé yo.
—Fui yo la que decidió seguir comiendo.
—Fui yo la que decidió respirar.
—Fui yo la que eligió vivir… aunque no tuviera motivos.

Acarició su vientre.

—Y ahora… tengo un motivo más.
—Una vida nueva. Dentro de mí.
—Y quiero que sepa… que su mamá es muchas cosas.

No perfecta. No invencible. Pero sí valiente.

El cursor se movió. Detuvo la grabación.
Guardó el archivo.
Cerró los ojos.

Respiró hondo.
Muy hondo.
Y entonces, con decisión, abrió el programa de streaming.

No lo activó todavía. Solo dejó la ventana lista.
Una previsualización en negro.

Pero por primera vez desde que todo comenzó,

ya no le dolía mirarse a sí misma.

Se puso de pie.
Miró a su alrededor.
Susurró:
—Voy a volver. No por ellos. No por demostrar nada.
Voy a volver porque lo amo. Porque me amo.
—Y esta vez… no me iré tan fácil.


📕 Capítulo 228 – “La Voz Silenciosa”

La tarde era tranquila en República Dominicana.

El cielo cubierto por nubes suaves, sin amenaza de lluvia.

El sol acariciaba los cristales de la casa donde Lili y

Joseph habían encontrado refugio, lejos del caos mediático,

de las acusaciones, del escándalo que aún flotaba sobre sus cabezas como

una sombra persistente.

Pero esa tarde, algo diferente flotaba en el aire.

Joseph estaba en una reunión con Alex, conectados desde

la oficina improvisada que tenían en la propiedad.

Discutían sobre estrategias a largo plazo, cómo contener los

efectos colaterales de las últimas declaraciones de Kaori.

Joseph apenas podía concentrarse. Tenía los hombros tensos,

los ojos apagados, los dedos inquietos.

—A veces creo que si no fuera por ella, yo ya me habría rendido

—susurró Joseph mientras cerraba su laptop.

Alex alzó la vista, algo sorprendido por el tono.

En ese momento, su celular vibró.
Joseph también sintió el suyo temblar.
Al mismo tiempo, en alguna otra parte de la ciudad,

Anyu dejó caer el tenedor sobre su plato.
Una notificación brillaba en sus pantallas.

✨ “Lili Saito está en directo. Hace 1 minuto” ✨

Joseph se quedó en blanco.
—¿Qué...?
—¿Ella encendió stream...? —preguntó Alex, incrédulo.
Joseph no respondió. Solo salió corriendo de la habitación,

dejando a su mejor amigo sin palabras.


Lili estaba en su antigua habitación de stream.

La misma donde se había grabado llorando el día anterior.

Pero ahora, todo había cambiado.
El espacio seguía sobrio. Sin luces coloridas. Sin overlays ni efectos.
Solo una cámara fija.
Una silla.
Una guitarra.
Y ella.

Vestía una blusa cómoda, el cabello suelto, sin maquillaje.
Y frente a ella, una libreta vieja.
La misma donde escribió cuando no tenía voz.

No habló.
No saludó.
No dijo “hola chicos, estoy de vuelta”.
Solo afinó la guitarra con calma.
Y comenzó a tocar.

La pantalla se llenó de comentarios al instante.

“¿Es en serio?”
“¿LILI?”
“¿Esto es real?”
“¿Después de TANTO tiempo?”
“Estoy llorando…”
“No habla… ¿Está bien?”
“Esa canción nunca la había escuchado…”

Era cierto.
Ni Joseph la había escuchado.

Lili comenzó con una melodía suave, melancólica,

que hablaba sin letras de días de encierro, de silencio, de luchas internas.
Luego, su voz comenzó a cantar.
Letra por letra, una canción desgarradora que había nacido en la oscuridad.

🎵
“No me busques donde caí,
no soy esa sombra, no soy ese fin.
Me encontré dentro del eco,
en el rincón donde nadie quiso oír.”
🎵

Los comentarios callaron.
Solo los corazones subían.
Los emojis desaparecieron.
Solo los ojos del mundo estaban en ella.

Después de esa primera canción, Lili respiró hondo. Cerró los ojos.
Y comenzó otra.
Esta era más esperanzadora.
Más cálida.
Más maternal.

🎵
“Y si algún día me pierdo otra vez,
me buscaré en tus latidos, mi amor.
En este vientre late mi canción,
y ya no estoy sola, ya no.”
🎵

En ese instante, Joseph entró en la casa, sin aliento, sin saber qué esperar.

Subió las escaleras, cruzó el pasillo, y se detuvo frente a la puerta del cuarto.
La escuchó.
Y no la interrumpió.

Anyu estaba frente a su laptop, llorando sin detenerse.
Alex tenía el stream proyectado en la pantalla de la oficina.
Los medios no habían reaccionado aún, pero los fans...
Los fans estaban en silencio, como si el mundo entero contuviera la respiración.

La transmisión duró 35 minutos.
Lili cantó cuatro canciones.
Todas inéditas.
Todas suyas.
Todas nacidas del dolor.
Del amor.
De la maternidad.

Al final, solo dijo:

—Gracias por no olvidarme.
Y cortó la transmisión.


Joseph seguía parado fuera de la puerta.
Sabía que ella lo había sentido ahí.
Y ella también sabía que él había escuchado todo.
No necesitaban palabras.
No en ese momento.

Pero esa noche, cuando se sentaron juntos en el sillón,

con ella recostada en su pecho y su mano acariciando su vientre, Joseph susurró:

—Gracias por volver.

Y ella respondió, con una sonrisa que no necesitaba explicación:

—Nunca me fui del todo. Solo me estaba encontrando.


📕 Capítulo 229– “El Renacer en Directo”

La transmisión de Lili apenas había durado 35 minutos. Sin anuncios.

Sin promoción. Sin una palabra sobre lo ocurrido en los últimos dos años.

Y, aun así, el mundo tembló.

🗞️ Medios y prensa internacional

“¿Lili Saito está de regreso?” —fue el titular más repetido,

desde Rolling Stone Asia hasta portales como Billboard Latinoamérica.

Los clips del stream comenzaron a inundar plataformas como YouTube,

TikTok y X (antes Twitter). Fragmentos de las canciones inéditas fueron subidos,

algunos ya editados con subtítulos o reacciones en vivo de youtubers famosos.

Televisiones japonesas interrumpieron sus segmentos

musicales para hablar del fenómeno.
En República Dominicana, medios locales destacaban el

“renacer artístico de su voz nacional más silenciosa”.
En Corea, donde apenas días atrás Lili se había desmayado

durante un concierto, los noticieros emitieron la transmisión completa

con análisis de especialistas en

salud mental, maternidad y música.

Los títulos más impactantes decían:

📰 “La artista que murió en silencio… y renació cantando”
📰 “No se necesitó una rueda de prensa, solo una guitarra”
📰 “El gesto más íntimo fue también el más poderoso”


🌐 Redes sociales y fans

En X, el hashtag #LiliSaitoLive se volvió tendencia mundial en menos de 15 minutos.
Acompañado por #EllaNuncaSeFue,

#CancionesDelSilencio, y más tarde, #LaVozDeUnBebé.

Miles de usuarios compartieron mensajes emotivos:

“Estoy embarazada también y verla cantar así me destruyó 😭❤️”
“No sé qué me rompió más, si su voz o sus ojos.”
“Esta mujer me enseñó que se puede volver incluso

cuando todo te quiere borrar.”

Los antiguos seguidores del canal comenzaron a dejar comentarios

en los videos pasados, pidiendo que Lili volviera a hacer streams

de conversación o simplemente que cantara cuando quisiera.

En Discord, foros y espacios privados, la comunidad de fans de Joseph y Lili —que nunca se extinguió, solo se silenció— resucitó con más fuerza que nunca.

Incluso entre quienes habían dudado de ella.
Incluso entre quienes habían creído las mentiras de Kaori.


🎤 Kaori: Reacción pública y privada

Kaori estaba en una reunión de preparación para el lanzamiento de su

siguiente video cuando recibió la notificación. La ignoró al principio.

Pensó que era otra cuenta fake. Otra ilusión de los fans.

Pero su asistente entró apresurado:

—Señorita Kaori… creo que querrá ver esto.

En la pantalla de su laptop estaba el video de Lili,

reproducido ya más de 2.5 millones de veces.
La canción final.
La mirada directa a la cámara.
La voz cruda.
Real.

Kaori cerró la laptop sin decir nada.
No habló el resto del día.

Pero esa noche, subió un tweet críptico:

“La nostalgia a veces suena más fuerte que la verdad.

Pero la verdad siempre vuelve.”

Su equipo trató de persuadirla de no publicar más cosas apresuradas.
Pero ella ya se sentía vulnerable.
Porque por primera vez desde que lanzó su “ataque perfecto”,

la narrativa había dejado de ser suya.

Y en privado, sola en su camerino,

golpeó el espejo con el puño. La sangre comenzó a gotearle entre los dedos.

—No puede… no puede volver… —repitió para sí misma.


💬 Sello discográfico, sponsors y alianzas

Algunas marcas que habían estado pendientes del regreso de Lili —en secreto—

comenzaron a enviar mensajes. No para aprovecharse.

Sino para ofrecer apoyo sin presión.

“Estamos listos si ella quiere volver. En sus términos.”
“No pediremos exclusivas. Solo queremos que sepa que

seguimos creyendo en ella.”

Otras marcas se adelantaron, publicando tweets antiguos que

habían borrado o escondido cuando la controversia con Kaori estalló.

“Sabíamos que volverías, Lili.”
“A veces la voz más fuerte no es la que más grita.”

La narrativa pública estaba cambiando.
El silencio dejó de ser una condena.
Y comenzó a convertirse en una muestra de dignidad.


💬 Joseph, desde el fondo de la casa

Joseph, quien había escuchado todo desde afuera del cuarto,

no había dicho ni una palabra desde el final del stream.

Esa noche, lo encontraron en la habitación del bebé,

mirando por la ventana.

Cuando Alex le preguntó si estaba bien, solo respondió:

—Nunca supe cuántas canciones había escrito…

y cuánto dolor estaba guardando.


Pero en medio de todo, Lili no reaccionó a nada de lo que pasaba en línea.
No dio entrevistas.
No respondió mensajes.
No abrió redes.

Solo dejó el video guardado en el canal, sin monetizar.
Sin etiquetas.

Y debajo del video, solo escribió una frase:

“Por si alguna vez lo olvido otra vez. Esta soy yo.”



📕 Capítulo 230– “Nada más que esto”

Las notificaciones no cesaban.
El canal había sumado más de 5 millones de suscriptores en 24 horas.

Pero Lili no abrió ni una sola red social.
No respondió llamadas de medios, ni correos de representantes.
Y a las marcas que contactaron a través de Alex o incluso Anyu,

la respuesta fue la misma, firme pero serena:

—No. No estoy aquí para vender nada. Solo para ser yo otra vez.

Su canal de stream seguiría… sí.
Pero sería suyo.
Solo suyo.


🌿 Una mañana distinta, sin presiones

La luz entraba suavemente por la ventana.
Joseph ya estaba en la cocina, preparando un desayuno sencillo.

Pan de ajo, aguacate, y un jugo natural que Lili había estado deseando hacía días.

Ella apareció descalza, con una camiseta suya

—esa que usaba desde que el embarazo avanzaba—

y el cabello recogido en una trenza suelta.
Se sentó en la silla de siempre, colocando con cuidado su mano

sobre la pequeña panza redondeada que no paraba de crecer.

—Buenos días —susurró.

Joseph volteó con una sonrisa que parecía llevar siglos esperando decirle algo así.

—Buenos días, mamá estrella.

Ella arqueó una ceja.

—¿Mamá estrella?

—Sí. Porque todo lo que tocas, incluso tu silencio, brilla.

—Tú y tus frases de poeta frustrado… —rió mientras le lanzaba un pequeño cojín.

Él se acercó con el desayuno, pero en cuanto puso la bandeja sobre la mesa,

Lili soltó un pequeño jadeo.

—¿Qué pasó? —Joseph se tensó de inmediato.

Ella tomó su mano y la llevó hacia su abdomen.

—Shhh… espera… ahí viene otra vez.

Y justo cuando su palma reposó sobre su piel… una patada.
Luego otra.
Y otra.

Joseph abrió los ojos como si estuviera viendo un milagro.

—¿Eso fue…?

—Sí —susurró Lili—. El bebé dice: “buenos días, papá”.

Joseph apoyó su frente en su vientre, visiblemente emocionado. No lloró. Esta vez, no.
Solo cerró los ojos y dejó que su corazón hiciera todo el trabajo.

Minutos después, un sonido familiar rompió la calma.
Un golpe entusiasta. Tres veces. Luego una pausa. Luego dos golpes rápidos.

—¡Esa es Anyu! —dijeron los dos al mismo tiempo.

Lili se levantó lentamente, y fue hacia la puerta.
Al abrirla, Anyu entró como un huracán de luz y lágrimas.

—¡TE EXTRAÑÉ! —gritó abrazándola con fuerza,

pero con mucho cuidado de no presionar su panza—.

¡Lo lograste, Lili! ¡Lo hiciste! ¡Volviste, carajo!

—Volví para mí. No para ellos —respondió ella con voz firme,

aunque la emoción le inundaba los ojos.

—Y eso fue lo más poderoso —dijo Anyu, ahora con lágrimas—.

Fue por ti, y aún así tocaste a medio planeta.


💛 Una conversación entre hermanas

Más tarde, sentadas en el sofá, Lili y Anyu hablaban mientras

Joseph les preparaba café.

—¿Sabes? —dijo Anyu—. La gente va a querer que expliques

mil cosas. Pero no les debes nada.

—Lo sé. Y no lo haré. Solo… voy a cantar. No por venganza.

Ni por presión. Solo porque… eso es lo que me mantiene viva.

—Y nosotros estaremos ahí —dijo Anyu, tomándola de la mano—. Siempre.

—Lo sé, Anyu… —murmuró Lili, mientras el bebé volvía a patear y

ella se reía entre lágrimas—. Lo sé.

Joseph llegó con las tazas de café.
Y mientras hablaban de tonterías, de nombres de bebé ridículos, de recetas que podían probar…
la cámara del stream seguía apagada.

Porque por primera vez, en mucho tiempo…
no necesitaban mostrar nada.
Solo vivirlo.