Post

jueves, 3 de julio de 2025

SUSURRO A LA DISTANCIA CAPITULO 11-20


Capítulo 11: Lo que nadie ve, pero todos notan

Lili no lo decía en voz alta, pero lo pensaba todo el tiempo:
¿Cómo se llama esto que están construyendo?

No eran novios.
No se habían abrazado nunca.
Pero dormían juntos por videollamada.
Se contaban secretos.
Se buscaban cuando el mundo dolía.

Una parte de ella quería seguir flotando en esa conexión pura.
La otra… empezaba a llenarse de miedo.

—¿Y si solo soy un escape para él? —le dijo una tarde a Anyu, mientras caminaban por el malecón.

—¿Un escape? —repitió su amiga, confundida—.

¿Tú has escuchado cómo se le iluminan los ojos cuando te ve? ¿Cómo te habla?

—Pero... ¿y si le gusta la idea de mí, no yo?

Anyu se detuvo. La miró con cariño, pero firmeza.

—Lili, no sabrás lo que es real si sigues desconfiando de lo único que te hace bien.

Si lo que tienen los hace sonreír… eso ya es verdad, aunque no tenga nombre.


Del otro lado, Joseph lidiaba con otra batalla:
los celos.

Lili había compartido una historia donde salía con un grupo de amigos en una azotea, riendo, bailando.

En una de las fotos, un chico le sostenía el vaso mientras ella hacía una mueca divertida.
Joseph no dijo nada.
Pero sintió cómo algo ardía dentro.

No era enojo.
Era miedo.
Miedo a que alguien presente físicamente le ganara la partida a su cariño a distancia.

—Tú estás muy dentro —le dijo Alex cuando lo notó revisando la historia por cuarta vez—.

Y eso es bueno. Pero bro, si confías en ella, no dejes que la imaginación te sabotee.

Joseph suspiró.

—No me molesta que tenga vida. Me molesta no formar parte de ella como quisiera.

—Entonces busca tu espacio. Pero no por celos. 


Esa noche, Lili lo notó más callado.

—¿Todo bien? —le preguntó.

Joseph dudó.
Pero no mentiría.

—¿Quién era el del vaso?

Lili tardó unos segundos en procesar. Luego se rió suavemente.

—¿Estás celoso?

—Un poquito. ¿Puedo?

—Puedes —respondió, con ternura—. Pero no hace falta. No hay nadie más. Solo tú.

Aunque a veces, ni siquiera sé cómo nombrarte.

Hubo silencio.
Un silencio cómodo.

—¿Y tú crees que esto… lo que sea que es…

pueda sobrevivir al tiempo, a la distancia, a todo?

Lili pensó, con el corazón latiendo fuerte.

—No lo sé. Pero quiero descubrirlo contigo. Incluso si da miedo.

Joseph sonrió.
Era la respuesta más honesta que podía haber deseado.


Esa noche, no hicieron videollamada.
No por enojo.
Sino para extrañarse un poco.
Para pensar.

Y al final del día, Lili le mandó un audio corto:

Te siento aunque no estés. Y eso me asusta. Pero también me salva.

Y Joseph respondió:

Quédate conmigo… incluso si aún no sabes cómo se llama esto.


Capítulo 12: El precio de brillar

Lili

La llamada terminó y Lili se quedó en silencio, el celular aún en la mano.
Su voz temblaba, pero no por emoción. Por duda.

La propuesta había llegado de una marca de tecnología musical emergente: "Anly’s Fantasy Studios".
Una campaña internacional.
Visibilidad.
Ingreso estable.
Y un contrato de exclusividad de seis meses.

Condiciones:
— Transmitir mínimo tres veces por semana.
— Participar en eventos promocionales y colaboraciones.
— Mantener una “imagen enfocada en la independencia emocional”, es decir…
Nada de novios. Nada de amor. Solo “progreso personal”.

“Queremos una artista que no distraiga su narrativa con relaciones,” habían dicho.
Y lo peor: lo decían en serio.

Lili apagó la pantalla.

Quiso estar feliz.
Quiso gritar de emoción.
Pero solo pensaba en él.

En Joseph.
En su voz cada noche.
En sus risas a medianoche y las videollamadas en silencio.
En cómo, sin prometer nada, se estaban convirtiendo en todo.

Y ahora… ¿tenía que ocultarlo?Joseph

La videollamada llegó más tarde de lo habitual.

—Tengo algo que contarte —dijo Lili, mordiéndose el labio—.

Pero no quiero que te molestes…

ni que te pongas triste.

Joseph sintió cómo algo se tensaba en su pecho.

—Dime.

Ella le explicó todo: la marca, el contrato, las condiciones.
Lo dijo rápido, como si así doliera menos.

Joseph no respondió enseguida.
Su rostro no mostraba rabia.
Solo decepción… una decepción silenciosa, como la que duele más porque no grita.

—¿Y tú qué vas a hacer? —preguntó él, sin mirarla.

—No lo sé. Es mi sueño, Joseph. Es todo lo que he querido… pero…

—¿Pero?

—Siento que tengo que esconderte. Que tendría que hacer de cuenta que tú y yo no existimos.

Y eso... me rompe un poco.

Joseph asintió despacio.
Luego habló bajo, como quien carga un peso que no quiere soltar:

—No quiero ser el motivo por el que digas no a tus sueños.
Pero tampoco quiero convertirme

en el secreto que tengas que negar mientras sonríes a otros por pantalla.


Lili

Esa noche no pudo dormir.

Leyó el contrato varias veces.
Escuchó una y otra vez las notas de voz que Joseph le había dejado en días pasados.
Y se preguntó:
¿Cuánto de sí misma estaba dispuesta a sacrificar para volver a brillar?

El teléfono vibró.

Era un mensaje de Anyu:

“¿Estás feliz o solo cumpliendo expectativas ajenas?”

La pregunta la golpeó más fuerte que cualquier cláusula.

Joseph

Alex lo encontró al día siguiente mirando la pantalla sin hacer nada.

—¿Y tú? ¿Todo bien con Lili?

Joseph solo dijo:

—Ella tiene la oportunidad de cumplir su sueño. Y yo no quiero ser un obstáculo.

Alex lo miró serio.

—Entonces no seas obstáculo. Sé impulso.
Pero también sé real contigo.

¿Puedes seguir siendo su “nada” mientras ves que se aleja hacia un “todo”?

Joseph no respondió.
Pero en su libreta escribió:

"Tal vez el amor verdadero no es decir ‘no te vayas’.
Sino quedarse parado en la orilla… y decir ‘aquí estaré, si decides volver’."


Capítulo 13: Susurros a la distancia

Lili

Desde que recibió la propuesta de

Anly’s Fantasy Studios, Lili había comenzado a escribir más...
No canciones enteras.
Solo frases.
Pedacitos de sentimientos que no cabían en voz alta.

“No puedo ser tu secreto si tú eres mi verdad”,
“¿Se puede amar sin presencia?”,
“Brillas sin tocarme, pero me dejas ciega igual.”

Las escribía en servilletas, en su celular, en los márgenes de su agenda.

Una madrugada, sin pensarlo, le envió una de esas frases a Joseph:

“Me duele tener que ocultarte solo porque el mundo no sabría qué hacer con nosotros.”

Él no respondió de inmediato.
Pero al día siguiente, envió una nota de voz.
Solo su voz.
Cantando.

Su tono era suave, crudo.
Una melodía de guitarra sencilla acompañaba versos improvisados, pero profundamente honestos:

“Si el mundo no nos ve,
que al menos nos escuche.
Que el eco de tu nombre
me encuentre donde luche.”

Lili escuchó la nota cinco veces seguidas. Luego escribió:

“¿Quieres que terminemos esa canción juntos?”


Joseph

Pasaron tres días enviándose versos, notas de voz, acordes.
No dijeron mucho más sobre el contrato.
No hablaron de decisiones.
Solo crearon.
Como si la música fuera un lugar seguro donde aún podían encontrarse sin presión.

Así nació “Susurros a la distancia”,

una canción que hablaba de dos voces que se buscaban entre continentes,
de un amor que no pedía escenario,
solo un poco de silencio para escucharse.

Letra fragmento:

No sé si eres mi ahora o mi jamás,
pero cuando cierras los ojos... ahí estoy.
No necesito que el mundo lo sepa,
con que tú no lo olvides, ya gané yo.


Lili

Esa canción fue lo más sincero que había creado desde que su hermano partió.
Y por primera vez… no sentía culpa.
Sentía libertad.

Anyu lo notó cuando la escuchó ensayarla en casa.

—¿Eso lo escribiste tú?

—Mitad yo, mitad Joseph.

Anyu sonrió.

—Entonces ya tomaste una decisión.
Solo no te has dado cuenta.

Lili bajó la mirada.
Sí… tal vez ya la había tomado.
Tal vez no necesitaba más contratos, ni cláusulas.

Solo necesitaba no perderse a sí misma en medio del ruido.


Joseph

Guardó la canción en su carpeta de letras personales.
La tituló:

“Para cuando te elijas.”

Y escribió al pie:

"Si decides quedarte, será un honor.
Si decides irte, te cantaré en silencio hasta que vuelvas.
Y si no vuelves, esta canción será el lugar donde te espere."


Capítulo 14: Cantar o callar

Lili

La tarde antes del stream, Lili se quebró.

Estaba sola en su habitación, con el contrato aún sin firmar sobre el escritorio.
Su cuarto estaba en silencio, pero su mente era un huracán.

Pensó en su hermano, en todo lo que soñaron juntos.
Pensó en Joseph, en su voz que ya era parte de sus días.
Pensó en sí misma… y en cuánto había cambiado desde que decidió mostrarse vulnerable.

Las lágrimas llegaron sin permiso.
No por tristeza, sino por presión.
Por miedo a elegir mal.
A fallar a alguien.
A fallarse.

Fue Anyu quien la encontró sentada en el suelo, rodeada de papeles, con la guitarra al lado.

—¿Te sientes rota? —preguntó suavemente.

Lili asintió sin mirar.

—Entonces canta —dijo Anyu—. Canta aunque sea con voz temblorosa.

Canta aunque sea para ti.

Porque si esa canción nació de tu verdad, entonces es lo más valiente que puedes hacer.


Joseph

Joseph supo que algo había cambiado cuando vio la notificación:

Lili Saito ha iniciado transmisión en vivo.
Título: “Hoy no hablo. Hoy canto.”

Entró de inmediato.

La vio sentada frente al micrófono, sin maquillaje, sin intro animada.
Solo ella, con la guitarra en las piernas y los ojos brillando.

—Buenas noches… —dijo con voz suave—.
Esta canción no es una colaboración comercial.
No es parte de ningún contrato.
Esta canción… es lo único que aún me pertenece por completo.

El chat enloqueció de inmediato.
Pero ella no lo leyó.

Respiró. Cerró los ojos.

Y comenzó.


Canción: “Susurros a la distancia”

No sé si eres mi ahora o mi jamás,
pero cuando cierras los ojos... ahí estoy.
No necesito que el mundo lo sepa,
con que tú no lo olvides, ya gané yo.

Entre clics y notas, entre pantallas y luces,
mi alma te encontró sin aviso ni permiso.
Si me piden ocultarte, haré silencio...
pero el eco sabrá que te elegí a ti.

La canción duró tres minutos.
Tres minutos en los que todo se detuvo.
El chat se llenó de corazones, emojis llorando, mensajes como:
“Esto no es una canción. Esto es un grito sin gritar.”

Joseph no escribió nada.
Solo escuchó, con la cabeza baja y el corazón en la garganta.


Lili

Cuando terminó, se quedó en silencio.
Luego miró directo a la cámara.

—Hoy tenía que decidir si firmaba un contrato que me daría todo… excepto libertad.
Y después de cantar esto, ya no tengo dudas.

Guardó la guitarra.

—No voy a vender mi voz si eso significa perder mi libertad.

Le temblaba todo el cuerpo. Pero su alma estaba en paz.

Antes de cerrar el stream, dijo:

—Y si alguien está escuchando esto, alguien al otro lado del mar…
gracias por haberme devuelto el valor de ser yo.

Cortó la transmisión.


Joseph

El corazón le latía como nunca.

Abrió WhatsApp.
Escribió:

“Te escuché. Y en tu voz, también me encontré.”

Lili respondió con una sola palabra:

“Gracias.”

Pero esa noche, más allá del agradecimiento, más allá del stream, algo invisible se selló entre ellos:

Un pacto silencioso.
Una promesa sin prometer.
Un amor que aún no tenía nombre,
pero que ya sonaba como canción.



Capítulo 15: Lo que queda después del eco

Lili

Después del stream, Lili no encendió el celular por dos días.

No por miedo.
Sino por necesidad.
Necesitaba silencio.

Había tomado una decisión que le dolía y al mismo tiempo la liberaba.
Decirle que no al contrato no era solo rechazar una oportunidad.
Era decirse a sí misma:
“Mi verdad vale más que cualquier vitrina.”

Pasó esos días en su cuarto, componiendo, respirando… llorando de vez en cuando.
No por arrepentimiento, sino por lo que se perdió, por lo que pudo haber sido.

¿Estás bien? —le preguntó Anyu, sentándose a su lado.

Estoy en paz… y cansada —respondió con una sonrisa honesta—.

Como cuando terminas de llorar y por fin puedes dormir.

Anyu la abrazó fuerte.

—Entonces hiciste lo correcto.


Joseph

Mientras tanto, en Panamá, Joseph caminaba más lento, pensaba más despacio.
Todo lo que Lili había hecho le había golpeado más de lo que admitía.

No por ego.
Sino porque se sentía profundamente visto.

Ella no había cantado por él.
Ella había cantado por ella.
Pero aún así… él estaba en cada nota.

—¿Estás bien, hermano? —le preguntó Alex mientras revisaban unos cables de audio en el estudio.

—Estoy confundido. No pensé que me doliera tanto que alguien me eligiera

—dijo Joseph, rascándose la nuca.

—¿Y por qué duele?

—Porque sé que ella lo sacrificó todo… y yo no puedo hacer nada más que seguir aquí, lejos.

Alex se encogió de hombros.

—A veces quedarse es más valiente que correr. Estás ahí para ella, y eso… no cualquiera lo hace.

Joseph asintió, pero en su interior sentía una punzada constante:
¿Cuánto duraría este vínculo sin tocarse, sin verse,

solo sosteniéndose con palabras? no era que Joseph no pudiera ir verla,

pero no quería apresurar las cosas.


Lili y Joseph

La noche del segundo día, Lili volvió a conectarse.

No fue un stream.
Fue una videollamada.

Cuando la imagen se cargó, ambos se miraron en silencio.
Joseph fue el primero en hablar.

—Gracias por cantarlo. Por cantarte.

—Gracias por escuchar sin interrumpirme —dijo Lili—.

Eso es más de lo que muchos han hecho por mí en años.

Joseph acarició su barbilla y luego preguntó:

—¿Te arrepientes?

—No. Me duele… pero no me arrepiento.

Y luego, ella hizo la pregunta que había estado flotando desde hacía semanas:

—¿Tú crees que esto… lo nuestro… sobreviva a tanto silencio, tanta distancia?

Joseph la miró fijo.
No sonrió.
No jugó.
Solo dijo:

—Sobrevive cada vez que me despierto pensando en ti.
Sobrevive cada vez que me duermo con tu voz en mis audífonos.
Sobrevive porque aunque no tengo tus manos, tengo tu historia.

Lili cerró los ojos.
Una lágrima cayó.
No de tristeza.
De alivio.

Y esa noche, no hicieron promesas.
No hablaron de futuro.
Solo se quedaron, en calma, en sus respectivos cuartos…
conectados por algo más fuerte que WiFi:
la certeza de que el amor también puede empezar así:
con una canción, una pantalla… y el valor de quedarse.

Capítulo 16: De susurro a eco

Lili

Lili despertó más ligera.
Por primera vez en días, canturreó mientras preparaba café, sin pensarlo.
La noche anterior había dormido con el corazón tranquilo,

después de pasar horas en videollamada con Joseph.

No hablaron de la canción. No hablaron del contrato.
Solo rieron.
Se contaron historias tontas de infancia.
Compartieron silencios suaves.

Era como volver a casa sin moverse del lugar.

Al abrir el celular, vio varias notificaciones.
Nada extraño.
Mensajes de seguidores, saludos, algún comentario sobre el último stream.

Pero uno la detuvo en seco:

“¿Eres tú la que canta ‘Susurros a la distancia’? Vi un video en TikTok que me rompió el alma. Brutal.”

Lili frunció el ceño. Entró a la app.

Y ahí estaba.

Un clip de su stream, justo el fragmento donde cantaba los primeros versos. Alguien lo había editado con subtítulos, una lluvia de fondo y la frase:

“Una canción para quienes aman sin poder tocar.”

Cientos de miles de vistas.
Miles de comentarios.
Cientos de personas diciendo que se sentían identificadas.

Ella no lo había subido.
Pero ya estaba allá afuera.


Joseph

Joseph recibió el video por Alex.

—¿Esto es tuyo?

—Es de Lili —respondió con la voz baja. Lo reconoció al instante.

—Hermano… esto ya no es solo de ustedes. Está tocando a medio internet.

Joseph sonrió con orgullo. Pero en el fondo… algo tembló.

Cuando algo se hace viral, ya no te pertenece por completo.
Lo toman, lo replican, lo usan.
Y esa canción… era su rincón, su refugio.

No dijo nada más. Solo compartió el video en privado con Lili y escribió:

“Ya no es solo nuestra canción. Ahora es la de muchos.”

Ella respondió:

“Pero nosotros sabemos de dónde nació.”


Lili

Esa tarde, recibió tres mensajes de correos distintos.

Uno de una plataforma de distribución musical independiente

interesada en subir la canción oficialmente.
Uno de un canal de YouTube musical que quería entrevistarla.
Y otro, mucho más intimidante:
LyraWave Studios. Otra vez.

El mensaje era corto:

“Hemos reconsiderado ciertos aspectos de la propuesta. Estaríamos dispuestos a revisar cláusulas si el proyecto ‘Susurros a la distancia’ se convierte en parte de la campaña.”

Ahora querían lo que antes la obligaban a esconder.

Lili cerró el correo. Sintió una mezcla de rabia y poder.
Ella había ganado algo más grande que dinero.
Había recuperado su voz.
Y esa voz ahora resonaba en personas que nunca había visto…
y en una sola que siempre quiso ver de cerca.


Joseph

Esa noche, Joseph encendió la cámara sin avisar.
Lili ya lo esperaba.

—¿Viste todo lo que está pasando? —le preguntó ella, sin dejar de sonreír.

—Sí… y quiero que sepas algo.

Lili lo miró, más atenta que nunca.

—No importa qué tan lejos llegues, ni cuántas personas te escuchen

—dijo él, con voz suave—. Yo no estoy aquí por tus luces. Estoy por tu sombra…

por lo que el resto no ve.

Lili parpadeó, conteniendo el llanto.

—Gracias por quedarte cuando solo había oscuridad.

Joseph se acercó a la cámara.
Como si eso acortara la distancia.

—Y gracias por iluminar sin prometer que lo harías.

Ambos se quedaron así, en silencio.
Mirándose.

Sabían que algo había cambiado.
Que el mundo empezaba a mirar.
Pero ellos…
ellos ya se habían encontrado antes de que eso ocurriera.

Y eso, pase lo que pase, nadie se los podía quitar.


Capítulo 17: Antes del ruido

Joseph

—¿Te puedo decir algo sin que te alejes? —

preguntó Joseph esa noche, con la voz más baja

de lo habitual.

Estaban en videollamada.
Él acostado boca arriba, con el rostro hacia el techo.
Ella sentada frente a la ventana, la luna

reflejándose en sus ojos.

—Dímelo —respondió Lili, sin dudar.

Joseph tragó saliva. Sus palabras venían de días atrás, guardadas.

—A veces tengo miedo de quererte más de lo que debería.
De despertarme y que ya no estés.
De que todo esto haya sido un sueño que solo viví yo.

Lili no dijo nada.
Y ese silencio… le dolió más que cualquier respuesta.

Pero entonces la escuchó moverse.
Se acomodó frente a la cámara. Su rostro ahora estaba más cerca.

—Yo también tengo miedo, Joseph —dijo por fin—.

Miedo de que este vínculo tan frágil, hecho de canciones

y pantallas, no resista el mundo real.

—¿Tú crees que esto sea real? —preguntó él—.

¿O solo estamos enamorados de la idea?

Lili lo miró.
Y por primera vez, dejó caer el muro.

—Cuando murió mi hermano, dejé de creer que podía

conectar con alguien otra vez.
Todo me dolía.
Todo me daba miedo.
Pero contigo… —se le quebró la voz— contigo no tuve que

fingir que estaba bien.
Contigo solo… fui.
Y eso no es una idea. Eso es real.

Joseph cerró los ojos.
Una lágrima le corrió por la sien.

—Yo también perdí algo hace tiempo —dijo él—.

No fue alguien que murió… fue mi confianza. En mí, en los demás.
Y tú llegaste y lo complicaste todo.
Pero también lo salvaste todo.

Lili se acercó más a la cámara, tan cerca que Joseph pudo ver la humedad en sus pestañas.

—No sé si esto tiene nombre todavía…
pero si no es amor, entonces es algo que se le parece tanto…
que ya no me importa llamarlo diferente.

Joseph sonrió.
Una sonrisa herida, verdadera.

—Entonces no lo llamemos.
Vivámoslo.
Antes de que el mundo intente definirlo por nosotros.


Se quedaron así, mirándose.
Ni una sola palabra más.
Solo respiración.
Solo presencia.

Ese fue su pacto silencioso.
Una noche sin máscaras.
Un espacio donde el miedo fue compartido y no juzgado.
Donde el “yo también” valió más que cualquier promesa.

Porque a veces, antes del ruido,
antes de la fama,

antes de que todos opinen…

lo único que necesitas es a alguien que se atreva a temblar

contigo sin soltarte la mano.

Capítulo 18: Frente al espejo

La entrevista comenzó con una sonrisa cálida y preguntas suaves,

pero pronto el tema fue directo.

—Lili, tu canción “Susurros a la distancia” ha conmovido a miles.

¿Está dedicada a alguien en particular?

Lili respiró hondo.
La cámara la enfocaba, el micrófono captaba cada palabra.

—Creo que todos tenemos alguien a quien cantarle desde la distancia,

alguien que quizá nunca toque nuestra mano pero sí nuestro corazón

—respondió con voz tranquila, dejando el nombre en el aire.

Los ojos del público no la vieron solo a ella;

buscaron ese nombre en las sombras detrás de sus palabras.


Joseph, en Panamá, veía la entrevista en vivo desde su celular.
Su corazón latía con fuerza, pero no dijo nada.
Solo observó cómo Lili defendía su verdad sin romper

el silencio que ambos habían acordado.

Cuando terminó, le escribió un mensaje simple:

“Lo hiciste perfecto.”


De vuelta en el estudio, la periodista volvió al tema:

—Muchos preguntan si este proyecto marca un nuevo capítulo para ti,

quizás una nueva etapa amorosa.

¿Qué puedes decirnos?

Lili sonrió con esa mezcla de sinceridad y misterio que la había hecho brillar.

—Cada canción, cada historia, es una página que se escribe en el corazón.
Y a veces, lo más valioso es dejar que los demás imaginen lo que no queremos contar.


Más tarde, Joseph y Lili se encontraron en videollamada.

—¿Te sentiste cómoda? —preguntó él.

—Más que nunca. Porque esta vez, la verdad fue solo nuestra.
Y eso, sin dudas, es lo que nos mantiene.

Joseph asintió.

—Entonces seguiremos escribiendo esta historia, a nuestro ritmo.
Sin prisa, sin miedo.

—Así es —dijo ella, sonriendo—. Como siempre debió ser.

Capítulo 19: Cuando todo se hace visible

Lili

Despertó con notificaciones explotando.

Clips de la entrevista.
Frases descontextualizadas.
Tuits, reels, fanarts.

“¿Quién es el amor invisible de Lili Saito?”
“Susurros a la distancia no es solo una canción: es una confesión.”

La canción ya estaba en Spotify, subida por el distribuidor independiente que se ofreció días antes.
En solo 48 horas, entró en las listas virales de varios países.

Y aunque no había dicho el nombre…
Joseph ya era parte del aire.


—¿Cómo te sientes? —le preguntó Anyu esa tarde mientras caminaban por la playa.

Lili se quitó las sandalias y dejó que el agua le mojara los pies.

—Extrañamente tranquila… y también vulnerable.
Es como si todo el mundo me estuviera mirando,

pero solo una persona supiera realmente quién soy.

Anyu la abrazó por los hombros.

—Entonces ya sabes quién es tu casa.


Joseph

A Joseph no lo felicitaban.
Lo felicitaban por ella.

—“¡Tu amiga está pegada!”
—“¿Tú sabías que esa canción era para ti, verdad?”
—“¡Dile que saque álbum ya!”

Él solo respondía con una sonrisa.
Pero por dentro…
se estaba reinventando.

Empezó a escribir más.
A grabar de nuevo.
A volver a amar la música desde lo sincero.

—¿Volviste al estudio? —le preguntó Lili en videollamada, feliz.

—Sí… y tú me ayudaste sin saberlo.
Porque mientras tú cantabas tu verdad, yo me di cuenta de que también la había olvidado.

—¿Y cuál es?

—Que mi voz vale, aunque no sea famosa.
Y que lo que tenemos… no necesita títulos, necesita valentía.


Ambos

Una noche, decidieron hacer algo simple:
una videollamada sin hablar.
Solo dejarse ver.
Él componiendo.
Ella dibujando.
Cada uno en lo suyo… pero juntos.

Fue la noche más íntima que compartieron.

Y justo antes de colgar, Lili dijo algo que selló ese momento:

—Tal vez el mundo quiera convertirnos en historia…
pero yo prefiero que seamos canción.

Joseph cerró los ojos.

—Entonces sigamos cantando.
Aunque nadie más escuche.

Capítulo 20: Cuando el silencio toca la piel

Una invitación inesperada

No fue una gira.
No fue una colaboración.
Fue un pequeño festival musical independiente

en Ciudad de Panamá,

que apostaba por artistas emergentes con historias reales.

“Susurros a la distancia” había tocado a uno de los organizadores.
Él no sabía a quién estaba dedicada.
Solo sabía que tenía que invitar a quien la escribió.

Y así, el correo llegó un jueves al amanecer.

“Nos encantaría tenerte como artista invitada en el festival Luz Abierta. Cubriremos vuelo y hospedaje. Dos semanas en Panamá. Una presentación, y el resto… para vivir.”

Lili leyó ese último renglón una y otra vez.

“Y el resto… para vivir.”

No dijo nada. Solo sonrió.
Porque ya sabía qué quería vivir.
A quién quería ver.


Preparativos

No le dijo a Joseph de inmediato.
Quería organizar todo con calma, como si tuviera miedo de que al decirlo…

el plan se rompiera como un sueño.

Solo se lo contó a Anyu.

—¿Y él lo sabe?

—No… pero lo sabrá pronto.

—¿Estás nerviosa?

—Mucho.
Pero no por verlo.
Por lo que pueda pasar después de que lo haga.

Anyu le tomó las manos.

—Entonces asegúrate de que valga cada segundo.


Joseph

Cuando recibió el mensaje, se quedó paralizado:

“Voy a Panamá. Dos semanas. Me invitaron a un festival. No es por ti, pero es por ti. ¿Nos vemos?”

Su respuesta tardó dos horas, porque escribió veinte veces algo que no le parecía suficiente.

Al final, solo puso:

“Dime cuándo llegas. Yo me encargo del resto.”


El aeropuerto

Lili bajó del avión con el corazón latiendo como si acabara de salir de un escenario.
Iba sin maquillaje. Con la misma chaqueta que usó en el primer stream en que Joseph la vio.

Mientras caminaba por la terminal, cada paso era un recuerdo.
Cada vez que revisaba su celular, sentía que podía verlo sonreír en la pantalla.
Pero ahora… era real.

Y entonces lo vio.

Él estaba allí. Esperando.
Con la misma expresión que usaba cuando la escuchaba cantar.

No dijeron nada al principio.
No corrieron.
No se abrazaron de inmediato.
Solo se miraron.

Como si por fin estuvieran comprobando que el otro existía.

Joseph fue el primero en hablar, pero su voz tembló:

—Eres más tú de lo que pensé.

Lili sonrió con los ojos.

—Tú también.

Y entonces, sin más palabras, se abrazaron.

No fue un abrazo de película.
Fue torpe, un poco apretado de más, con las mochilas estorbando y las emociones atropelladas.
Pero fue el abrazo que esperaron por meses.
Y en él… cabía todo lo no dicho.


La primera tarde

Joseph la llevó a un lugar sencillo: un parque cerca del mar.
Sin cámaras, sin gente, solo viento y silencio.

Caminaron sin hablar por largos minutos.
Luego se sentaron en un banco.

—Estoy tratando de no mirarte como en pantalla —dijo él—. Porque en persona… eres más real.

—¿Y eso te gusta?

—Eso me asusta.
Porque ya no puedo esconderme detrás del teclado.

Lili se acercó. Apoyó su cabeza en su hombro.

—Yo tampoco.


La primera noche

Esa noche no hubo beso.
No hubo caricias ni confesiones dramáticas.
Solo compartieron una pizza en la terraza del hostal donde ella se quedaba.
Rieron nerviosos.
Se contaron cosas pequeñas.
Y cuando Joseph se fue, se abrazaron otra vez.

Más largo. Más firme.
Más lleno de todo lo que no se atrevieron a decir.

Antes de irse, él susurró:

—Mañana te llevo a donde compuse el fragmento de la canción.

Quiero que lo veas. Porque ahí…

fue donde te empecé a amar sin saberlo.

Lili cerró los ojos.

No respondió con palabras.

Solo lo vio alejarse.

Y por primera vez… no sintió que la distancia era el enemigo.

Porque por fin, estaban del mismo lado de la pantalla.








No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Un blog con todo lo que me gusta, Fanfic ,Recomendaciones, entre otras cosas, que te pueden gustar. Pero recuerda este es mi espacio asi que no olvides comentar con moderación.