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agosto 28, 2025

SUSURRO A LA DISTANCIA CAPITULO 281 - 290

Capítulo 281 – “Ausencias que Duelen”

Lili ajustó el gorro de Liney, que dormía profundamente en su moisés. A un metro de distancia, Leilad respiraba de forma irregular. Ambos estaban envueltos como burritos, bajo la vigilancia de las abuelas, quienes les prometieron no despegarse ni un segundo.

Pero eso no calmaba el nudo en el estómago de Lili.

—¿Estás lista? —preguntó Joseph mientras se acomodaba la chaqueta.

Lili respiró profundo.
—No. Pero hay que hacerlo.

Tomaron las llaves, repasaron los biberones, la ropa extra, el número del pediatra. Sí, solo se iban por unas horas, pero la primera vez siempre jodía el alma.

Salieron en silencio. Alex los esperaba abajo, en el vehículo. Él también vestía formal. La cara seria.

—¿Listos para la mierda? —preguntó con una sonrisa amarga.

—¿Tenemos elección? —respondió Joseph.

Nadie más dijo nada.

La corte: silencio, protocolos, guerra fría

No era la primera vez que veían a Kaori desde el desastre, pero sí la primera donde los protocolos la protegían. Vestía un conjunto sobrio, maquillaje neutro, y cargaba una carpeta con papeles que sus abogados traídos desde Japón manejaban como si fueran armas nucleares.

Los tres abogados japoneses hablaban poco español, pero tenían a dos traductores. Y no perdían tiempo.

La demanda era clara: plagio del registro original de “Susurros a la Distancia”, y uso indebido de propiedad intelectual con fines comerciales, sin consentimiento ni licencia. Joseph y Lili exigían el retiro inmediato de la re-versión de la canción y una disculpa pública. Pero también habían solicitado que se investigara la falsificación de autoría en otras tres canciones más.

Kaori, por su parte, alegaba que tenía derecho a reinterpretar la canción bajo un contrato de colaboración firmado por Joseph años atrás, cuando ambos trabajaban bajo la misma disquera.

El juicio comenzó.

Primera hora: presentación de pruebas legales por parte del equipo de Joseph. El documento original firmado por Zess Saito, con registro legal autenticado.

Segunda hora: los abogados de Kaori presentaron una copia de un supuesto documento de derechos compartidos, con fecha borrosa, y una firma de Joseph que, según él mismo, no recordaba haber hecho jamás.

—Eso no es mío —dijo Joseph cuando el juez pidió su opinión.
—Entonces, lo discutiremos en el peritaje caligráfico —respondió la juez con tono seco.

La sala estaba casi vacía, con prensa afuera. No se permitían cámaras dentro. Solo los sonidos de hojas, traductores murmurando y sillas crujiendo llenaban el aire.

Kaori no hablaba. Solo miraba.
Fría.
Metódica.

Receso

—Esto no va a terminar en una sola sesión —dijo Alex mientras repartía botellas de agua.
—Lo sé —respondió Lili. Estaba exhausta. No solo por el juicio. Por no estar con sus hijos.

—¿Quieres que cancelemos? —le preguntó Joseph en voz baja.
—¿Y dejar que ella gane? —Lili lo miró directo—. Zess murió por sus sueños, Joseph. No pienso dejar que una víbora venga a robarnos lo que creamos.

Joseph asintió.
Pero su cara mostraba algo más.

Cansancio.

Dolor contenido.

Horas después...

Los abogados de Kaori comenzaron a proyectar pruebas que nadie esperaba: clips cortos donde Joseph hablaba en el pasado sobre inspiración musical, donde mencionaba "compartir letras" con colegas, incluso donde decía: "Las canciones son de todos, el arte se comparte".

Descontextualizado. Cortado. Viejo.

Pero suficiente para levantar duda.

La jueza pidió tiempo para revisar todo. El juicio se suspendería por al menos 10 días antes de un nuevo encuentro.

Joseph apretó los dientes. Lili cerró los ojos.

Kaori se levantó primero. Al pasar junto a ellos, solo murmuró:

—La verdad es relativa. El arte... más aún.

Y se fue.

Camino a casa

El regreso fue en silencio. Ninguno de los dos quería poner palabras a lo que sentían. Cuando por fin llegaron, Lili fue la primera en salir. Entró directo al cuarto donde dormían los bebés y se sentó entre las cunas. No lloró. Solo los miró.

Joseph se acercó, agachándose frente a ella.

—¿Estás bien?

—No. Pero los tengo a ellos. Y a ti. Y eso es más que suficiente por ahora.

Joseph tragó saliva.

—Perdón por meterte en esto.

—¿Me estás jodiendo?

—No, de verdad...

—Esto no es culpa tuya, Joseph. Es de ella. Y del sistema que permite que una mujer con plata y contactos quiera reescribir la historia a su favor.

Ella acarició la cabecita de Liney.

—Pero esta historia, esta que tenemos tú y yo, con ellos... esta no la toca nadie.

Joseph la besó en la frente.

Y por primera vez en todo el día, sonrieron.


Capítulo 282 – “El Ensayo del Engaño”

Era una madrugada silenciosa.

Los niños dormían. Joseph por fin había conciliado el sueño en el sofá, y Lili, con una libreta en las piernas, intentaba escribir algo. No letras. No canciones. Solo escribir. Para no perder el control.

El teléfono de Alex vibró primero.

Luego el de Anyu.

Finalmente, el de Joseph, que se despertó por la vibración sobre la mesa. Miró la pantalla. Notificación tras notificación. Twitter. YouTube. Telegram. Un link se repetía una y otra vez:

“Filtran video de Kaori entrenando a su hijo para manipular al público”.

—¿¡Qué carajo…!? —dijo Joseph, incorporándose con rapidez.

Lili se levantó también. Joseph puso el video en la pantalla.


[VIDEO FILTRADO – DURACIÓN 2:03]

La imagen era en vertical. Parecía haber sido grabada por alguien de su propio equipo.

Kaori, en una habitación de hotel, con el supuesto hijo de Joseph frente a ella. El niño, de unos 9 años, jugaba con una flor de papel.

Kaori hablaba con tono dulce pero directo:

—Cuando estés frente a ellos, recuerda: te quedas calladito, sonríes y abrazas a Joseph si él te abraza, ¿ok?

El niño asiente.

—Y si ves a la señora con él, no le digas nada. Solo mira al suelo, para que piensen que estás incómodo. ¿Sabes por qué?

—¿Porque así se ponen de mi lado?

—¡Exacto! —Kaori sonríe—. Recuerda lo que dijimos: tú solo tienes que parecer triste, confundido… y un poquito tímido.

El niño vuelve a asentir, algo incómodo.

—Y si te preguntan por qué tu papá no estuvo contigo todo este tiempo, ¿qué dices?

—Que… que él no sabía que yo existía…

—Muy bien —ella aplaude suave—. Eso es, mi amor. Así vamos a ganar.

FIN DEL VIDEO.


Reacciones inmediatas

—¡¿Eso fue real?! —exclamó Anyu desde el grupo de mensajes.

Alex, sin perder tiempo, ya estaba compartiendo con los abogados.

Joseph apretó los puños.

—Todo es un puto teatro. ¡TODO!

Lili, en cambio, solo se cruzó de brazos.

—Dije que esperáramos. Ahora el público lo va a ver por sí mismo. Esa mujer está cavando su propia tumba.

Redes sociales: caos

El video tardó 20 minutos en viralizarse. Los comentarios explotaron:

🟥 "¿Kaori manipulando a su propio hijo? ¡Esto es enfermizo!"
🟩 "Y pensar que me tragué su historia… Qué buena actriz."
🟥 "Eso explica lo del evento de caridad. Todo fue actuación."
🟩 "Se acabó su carrera. Que la investiguen YA."

Y el más compartido:

🔥 "Al final, la que decía tener al ‘niño del año’ es la verdadera villana de esta historia. #JusticiaParaLili #CaídaDeKaori"


Oficina de Protección al Menor abre investigación

Horas después, se confirmó que la Oficina Nacional de Protección al Menor de República Dominicana había abierto una investigación oficial sobre la exposición pública intencional del menor por parte de Kaori, además de solicitar revisión de su custodia temporal durante su estadía.

Esto no era solo un golpe mediático.

Era un golpe legal.


Reacción de Kaori

Kaori, hasta ese momento activa en redes, desapareció por completo.

Su cuenta de Instagram, privada.

Twitter, sin actualizaciones.

Los medios que la habían respaldado comenzaron a matizar su lenguaje. Algunos incluso borraron titulares antiguos.

Joseph respiró hondo.

—¿Te das cuenta? —le dijo a Lili—. Nosotros solo queríamos vivir en paz. Solo eso.

Lili se acercó, tomó su mano.

—Entonces vivamos, carajo. Que el resto se derrumbe solo.

Capítulo 283 – “Alquiler”

Cuando creían que ya no podía haber una bomba más grande, el mundo se tragó una verdad que desenterró toda la podredumbre.

Fue en medio de la madrugada, otra vez. Las notificaciones comenzaron a llover. Joseph ya no dormía profundamente desde hace días. Lili tampoco.

Esta vez no era un rumor. No era una edición.

Era un puto video de vigilancia. Grabado con fecha, hora, lugar: Japón, dos semanas antes de que Kaori viajara a República Dominicana.


[VIDEO FILTRADO – DURACIÓN 3:24]

Lugar: Osaka, Japón. Exterior de un edificio residencial.
Fecha: Dos semanas antes del escándalo en el hotel.
Hora: 4:43 PM

Kaori baja de una camioneta negra. Lleva gafas de sol, un abrigo caro. Va acompañada de su asistente y un camarógrafo. El tipo que había filtrado todo antes.

Toca el timbre del edificio. Una mujer abre la puerta: una madre de aspecto cansado, delgada, pelo recogido, al lado de ella un niño: el mismo que había sido presentado como "el hijo de Joseph".

Kaori se agacha y lo saluda con una sonrisa artificial.

—Hola, pequeño. ¿Estás listo para ser famoso?

El niño solo asiente.

Kaori se incorpora, saca un maletín metálico de su bolso de mano y lo abre frente a la madre.

Dinero. Mucho dinero.

—Cómo quedamos. Por el mes completo. Y si todo sale bien, podemos extenderlo, ¿sí?

La madre parece nerviosa. Mira al camarógrafo y luego al niño.

—¿Está segura de que no le harán daño?

—No, no —responde Kaori, con tono impaciente—. Solo son unas cámaras. Unas sonrisas. Quizás una lágrima o dos. Nada más.

Kaori gira al niño, le alisa el cabello y se lo lleva de la mano. La madre, cabizbaja, cierra la puerta.

FIN DEL VIDEO.


Silencio.

Joseph no se movió.

Lili apretó los puños. No gritó. No lloró.

Anyu envió un mensaje:

“Hija de la gran puta.”

Alex solo respondió:

“El caso está ganado. Ya no hay manera de que se libre de esto.”


Reacción global

El video fue confirmado por medios internacionales. El edificio, la fecha, las identidades. Todo verificado.

El hashtag #KaoriMentira superó los 15 millones de menciones en solo tres horas. Cuentas que la apoyaban comenzaron a cerrarse. Contratos de patrocinio cancelados. Programas de televisión japoneses emitieron comunicados pidiendo disculpas por haberle dado espacio.


Oficialmente: Fraude, manipulación, explotación de menor

La fiscalía dominicana emitió un comunicado urgente:

“A raíz de la evidencia audiovisual filtrada esta madrugada, se procederá con cargos por fraude agravado, falsificación de documentos legales y explotación de menores con fines comerciales.”


Reacción de Lili

Lili no dijo mucho. Solo subió una historia con una imagen:

📸 Su mano, sosteniendo la de sus bebé.
Texto: “Por ustedes. Por todos los que han sido usados y callados. Nunca más.”


Joseph al teléfono con sus abogados

—Esta vez la vamos a enterrar con la verdad —dijo Joseph sin ningún titubeo—. No quiero venganza, quiero justicia. Porque mis hijos van a crecer sabiendo que nunca se deja que un abusador gane.

Capítulo 284 – “Nuevos Comienzos”

La casa olía a pan recién hecho.
La mamá de Lili estaba en la cocina, moliendo café como en los viejos tiempos. La mamá de Joseph ayudaba con las frutas, mientras de fondo los monitores de los bebés sonaban de vez en cuando con pitidos suaves.

Lili estaba en el sofá, con Liney dormida sobre su pecho, y Joseph sostenía a Leilad que no se decidía entre dormirse o seguir explorando el mundo con sus ojitos brillosos.

—Se parecen mucho a ti —murmuró Lili, acariciando la mejilla de su hija.

—Y tienen tu ceño fruncido cuando se enojan —respondió Joseph, con una sonrisa pequeña.

Era uno de esos raros momentos donde el mundo parecía en pausa. Donde el silencio no era vacío, sino descanso.

De pronto se escuchó la puerta del patio abrirse.

—¿Quién carajos deja la puerta del patio abierta en este calor? —gritó Anyu desde afuera, entrando con una bolsa en una mano y su celular en la otra.

—¡Buenas! —saludó Alex detrás de ella—. ¿Trajimos cosas.

—¿Cosas? —preguntó Joseph, arqueando una ceja.

—Ajá. Sorpresa —dijo Anyu, dejando la bolsa en la mesa.

Alex soltó una carcajada. Se acercó a Joseph, y entre broma y broma, se notaba nervioso.

—Tú sabes que yo y esta mujer llevamos un buen tiempo… ayudando a ustedes, cuidando a Lili, enfrentando líos… Bueno.

Anyu se acercó a Lili, la miró directo y dijo:

—Vas a ser madrina.

—¿Qué? ¿Cómo que madrina?

—¡Estoy embarazada, carajo!

Silencio.

Lili soltó una risa ahogada, tapándose la boca para no despertar a Liney. Joseph se giró en seco a ver a Alex que sonreía orgulloso.

—¿Estás jodiendo?

—¡No jodo! ¡Voy a ser papá!

Las abuelas entraron a la sala justo en el momento de la noticia, y todas las voces se alzaron entre gritos, risas, abrazos.

—¡Dios mío, otro bebé en esta casa no, por favor! —decía la mamá de Joseph mientras se limpiaba las manos en el delantal—. ¡Pero felicidades, coño!

Lili abrazó a Anyu sin soltar del todo a su bebé.

—¿Cuánto tienes?

—Dos meses. Me hice la prueba tres veces porque no lo creía.

Joseph abrazó a Alex con una palmada en la espalda.

—Coño, lo lograste. Vas a ser papá.

—Y tú me vas a ayudar, maldito. No me dejes solo.

Toda la sala se llenó de carcajadas. Lili se quedó mirando a su hija, luego al pequeño Leilad en los brazos de su padre.

—Mira tú, estos bebés ya tienen amiguito en camino.


Esa noche

Lili y Joseph estaban en su habitación, los bebés ya dormidos. Ella se recostó sobre su hombro.

—¿Crees que las cosas finalmente se estén calmando?

Joseph pensó un momento.

—No lo sé… pero tenerlos a ellos en casa, ver a Alex feliz, escuchar reír a nuestras madres… siento que sí. Aunque sea un ratito.

Lili no dijo nada. Solo lo abrazó más fuerte.

Y por ese momento, todo estaba bien.

Capítulo 285 – “Caos y Cariño”

Dos meses.
Sesenta y dos días.
Cientos de pañales.
Miles de despertares nocturnos.
Y un millón de "¡mierda, otra vez están llorando!"

Los padres de ambos ya se habían marchado semanas atrás, y aunque su ayuda fue invaluable, también significaba que por fin estaban solos. Realmente solos.

Y así comenzó la verdadera etapa: sobrevivir a los gemelos.

—Lili, Liney tiene caca hasta la espalda —dijo Joseph, asomado en la puerta del cuarto con expresión de guerra.

—¿Otra vez? ¡Pero si la acabo de cambiar hace media hora! —respondió ella desde la cocina mientras calentaba un biberón.

—¡Esto es químicamente imposible!

—¡Cállate y pasa las toallitas!

Joseph apareció con la bebé estirada en una manta, haciendo ruiditos como si no hubiera hecho un desastre nuclear segundos antes. Lili la miró y resopló.

—¿Sabes qué? Vas a ser cantante como tu mamá, pero vas a oler mejor, por favor.

Ambos reían… pero al borde de la locura.
La falta de sueño, las tareas infinitas, el cuerpo de Lili aún recuperándose, las emociones a flor de piel… y aún así, estaban juntos.


Esa noche

Milagrosamente, los bebés durmieron al mismo tiempo.
Lili salió del baño con una bata, el cabello recogido y la cara libre de maquillaje. Joseph estaba acostado, sin camisa, mirando al techo con una expresión entre agotada y zen.

—¿Qué haces? —preguntó Lili, sentándose en la cama.

—Esperando el apocalipsis. Si despiertan ahora, confirmo que el diablo nos tiene fichados.

Ella rió bajito, acostándose a su lado. Lo miró en silencio.

—Han pasado más de dos meses.

Joseph giró el rostro.
—¿Y?

—Y quiero sentirte otra vez. Pero no como madre, ni como sobreviviente del caos. Como… tu esposa.

Joseph se quedó mirándola. En sus ojos no había lujuria apresurada, ni urgencia hormonal. Había cariño. Deseo, sí. Pero el tipo de deseo que nace del amor profundo.

—¿Estás segura? —susurró él, acariciándole la mejilla.

—Estoy cansada. Tengo ojeras. Y probablemente huela un poco a leche derramada… pero sí, quiero.

Joseph no respondió. Se inclinó y la besó, despacio, como si estuviera probando algo que había extrañado por demasiado tiempo.
La besó con calma, pero con hambre.
La tocó como si aún le costara creer que estuviera ahí.

Esa noche, entre caricias suaves, murmullos y un par de risas ahogadas por miedo a despertar a los gemelos, se redescubrieron.

Fue distinto. No fue salvaje.
Fue necesario.


Después

Lili se acomodó en su pecho, agotada. Joseph le acariciaba la espalda con la punta de los dedos.

—¿Aún huele a leche? —preguntó él.

—Sí. Y tú a sudor.

—Perfecto. Estamos jodidamente humanos.

Ella rió, y en esa risa, no hubo drama. Solo amor real. De ese que sobrevive a todo.

Y en la cuna doble al otro lado del pasillo, dos pequeños dormían sin saber que sus padres, por fin, estaban de nuevo en el mismo lugar.

Capítulo 286 – “Agujas, Gritos y Silencios”

—¡BUA, BUA, BUAAAA! —gritó Leilad con un alarido que retumbó en todo el consultorio.

—¡Tranquilo, bebé! ¡Ya pasó! —intentaba calmar Lili, desesperada, mientras Joseph sostenía con torpeza el pañal mal cerrado.

—¡No ha pasado nada! ¡Falta la segunda dosis! —anunció la enfermera como si estuviera dando los buenos días.

Liney también lloraba. No porque le tocaba, sino porque su hermano lloraba. O porque todos gritaban. O porque simplemente ser bebé era difícil.

El pediatra trató de mantener la compostura, pero la escena era de guerra: pañales abiertos, lágrimas, toallitas por el suelo, un biberón que rodó por accidente y Joseph que parecía a punto de gritarle a la enfermera.

—Lili, ¿puedes sostenerlo tú? Yo no puedo, se me resbala —dijo Joseph, tenso.

—¡Estoy con Liney! ¡Hazlo tú! —respondió Lili sin disimular el tono agudo de su estrés.

—¡Pero se me va a caer!

—¡Pues APRENDE! ¡También es TU hijo!

Silencio.

El pediatra carraspeó.
Joseph apretó la mandíbula y sostuvo a Leilad con fuerza pero sin dañarlo, tragándose la respuesta.

La segunda dosis entró en la pierna del bebé y el llanto fue tan fuerte que Lili soltó a Liney de golpe en la cuna portátil, que por suerte estaba acolchada.

—¡Lili! —dijo Joseph, molesto.

—¡¿Qué?! ¡No lo hice a propósito! ¡No puedo con los dos y tú solo GRITAS!

La enfermera bajó la cabeza.

La escena era un desastre.


Camino a casa

El silencio en la camioneta era incómodo.

Los bebés, por suerte, dormían tras el caos. Pero los adultos estaban fríos.

Joseph conducía, concentrado en el volante.
Lili miraba por la ventana con los ojos húmedos.

—Lo siento —dijo ella primero, en un susurro.

—Yo también —respondió él.

Pasaron unos segundos largos.
Joseph suspiró, con las manos aún tensas en el volante.

—No quiero que peleemos por esto. Yo… estoy agotado, Lili. Me siento como si estuviera fallando en todo.

—No estás fallando. Solo estamos sobreviviendo.

—A veces siento que solo estás sobreviviendo tú. Que yo solo estorbo.

—No digas eso. ¡Mierda, Joseph! ¡No digas eso!

Se volteó hacia él, con los ojos rojos.

—¿Sabes qué siento? Que no me doy abasto. Que si no hago todo, nada funciona. Que tú haces lo que puedes, sí… pero que cuando colapsamos, yo soy la que tiene que recogerse a sí mismo.

—¡¿Y tú crees que para mí es fácil?! ¡Yo también tengo miedo! ¡Tú crees que no me asusta cagarla con los bebés, que no siento que estoy al borde cada segundo!

Ambos callaron.
Los bebés hicieron un ruidito desde atrás.

Joseph soltó el aire lentamente.

—Nos estamos desgastando —dijo.

—Lo sé.

—Pero te amo, Lili. Aunque a veces no sepamos cómo hacerlo en medio de este caos. Te amo.

Lili asintió.

—Y yo a ti. Pero necesitamos un respiro.

Joseph se parqueó frente a casa. Puso la camioneta en neutro, giró el rostro y estiró la mano.

—Entonces vamos a aprender a respirar juntos.


Esa noche

Bebés dormidos.
Casa en silencio.

Lili y Joseph se sentaron juntos en el suelo del cuarto de los mellizos. Rodeados de toallitas, peluches y un biberón medio lleno.

Se miraron.

—No somos perfectos —dijo ella.

—No. Pero jodidamente lo intentamos.

Se abrazaron.
Largos.
Sin decir nada más.

Capítulo 287 – “Una Cucharadita de Triunfo”

—¿Estás segura de que ya? —preguntó Joseph, agachado junto a la trona, con una cuchara en mano y un babero colgando de su cuello como si fuera un escudo de batalla.

—Sí —respondió Lili desde el sofá, con Liney en brazos—. Son cinco meses y medio. El pediatra dijo que podíamos empezar con algo suave. Solo una probadita.

Leilad estaba sentado en la trona, mirando a Joseph con ojos sospechosos. A su lado, el pequeño puré de auyama reposaba en un plato de plástico.

Joseph levantó la cuchara como si fuera una reliquia sagrada.

—Bueno… tú lo pediste —murmuró, acercándola con cuidado.

El bebé frunció el ceño. Luego miró a su madre, como preguntándole si eso era legal.

—Vamos, campeón, solo un poquito —insistió Joseph.

La cuchara tocó los labios del niño.

Y entonces…

¡CLAP!

Con un manotazo rápido y certero, Leilad golpeó la cuchara haciendo que el puré volara directamente a la cara de su padre.

—¡Pfff! ¡Maldición! —exclamó Joseph, mientras el babero no servía de nada. Lili estalló en risa, contagiando a Liney que también soltó un chillido divertido.

—¡Leilad, NO! —decía Joseph entre risas y resignación, limpiándose la cara con una toalla.

Lili se secó las lágrimas de la risa y se acercó con Liney en brazos.

—Dame eso, yo lo intento.

Liney observaba todo con ojos grandes, como tomando nota.

Lili se sentó, acomodó a Leilad otra vez y le ofreció una micro cucharada. Esta vez, con más calma, menos emoción, más conexión.

—Solo si tú quieres, bebé… solo si estás listo.

Leilad la miró.

Luego abrió la boca…
Y se tragó el puré.

—¡Lo hizo! —gritó Lili con una sonrisa de victoria.

Joseph alzó los brazos como si su equipo hubiera metido gol en una final mundial.

—¡Lo hicimos! ¡Mi hijo es un gourmet!

Lili le lanzó una mirada burlona.

—Mi hijo, dice, después de casi envenenarlo con una cucharada cargada.

—¡Era auyama orgánica! —se defendió él.

—Ajá… como tu plan para enseñarle a caminar con 6 meses.

Ambos se rieron.


Más tarde esa noche

Ya con los bebés dormidos, Lili y Joseph estaban en la cocina. Él lavaba los platos y ella preparaba agua para el biberón de la madrugada.

—¿Sabes? —dijo Lili, bajito—. Hoy fue una tontería, pero se sintió bien.

—¿El puré o la guerra campal en la cara?

—Todo —respondió ella, sonriendo.

Joseph dejó de fregar y se volteó.

—Lo estamos haciendo, Lili. Tal vez no perfecto, tal vez con muchas cagadas… pero lo estamos haciendo.

—Sí —dijo ella—. Y nuestros hijos están creciendo. Uno de ellos comió auyama sin escupirla por toda la sala. Eso… eso es una jodida victoria.

Ambos se abrazaron, con un suspiro cansado y satisfecho.
Un día más sobrevivido.
Un paso más hacia adelante.

Capítulo 288– “Papá en Modo Extremo”

—¿Estás segura de que vas a dejarme solo con los dos? —preguntó Joseph con una mezcla de miedo y orgullo, mientras Lili terminaba de arreglarse frente al espejo.

—Joseph, son tus hijos también —dijo ella con una sonrisa burlona—. Además, son solo unas horas. No me voy a mudar.

Joseph miró las dos mochilas de pañales, los biberones alineados como misiles listos para ser lanzados, los pañales apilados como fortaleza medieval y a los dos bebés en su colchoneta mirándolo como si supieran que algo grande iba a pasar.

—Lo sé… es solo que normalmente somos un equipo. Un dúo. Un dúo con refuerzos.

—Cualquier cosa, me llamas. Pero esto necesito resolverlo yo, en persona —dijo con un tono más serio—. Es importante, Joseph.

Él asintió. Se besaron y Lili se despidió con una mirada rápida a los bebés.

—Portense bien con papi, ¿eh?

Ambos bebés se quedaron en silencio. La calma antes de la tormenta.


Hora 1: El despertar de los pequeños gremlins

Joseph estaba seguro de que algo se había activado apenas cerró la puerta.

Liney comenzó a quejarse, Leilad empezó a empujar su pie contra la cara de su hermana. Ella lo mordió en venganza.

—¡Ey, no se muerdan! ¡Ustedes son gemelos, no enemigos políticos!

Mientras intentaba cambiarle el pañal a uno, el otro gateó fuera del cuarto.

—¡No, no, Leilad, eso no es comida, es mi cable de la guitarra!

Caos. Total.


Hora 2: La tragedia del biberón

Preparar dos biberones. Sonaba fácil. Pero no cuando una mano chiquita apagaba la licuadora mientras la otra derramaba la leche en el suelo.

Joseph los miraba con el ceño fruncido.

—¿Se pusieron de acuerdo para hacerme sudar?

Ninguno contestó. Solo rieron como si fueran dos villanos en entrenamiento.


Hora 3: La redención

Después de un par de canciones de cuna mal cantadas, Joseph logró que se durmieran al mismo tiempo.

—Soy una leyenda —susurró, tirado en el suelo entre juguetes.

Justo cuando pensó en cerrar los ojos…
Ring, Ring.

Respondió el teléfono sin mirar.

—¿Aló?

—Joseph.

—¿Alan?

Joseph se incorporó de golpe.

—Volví al país esta mañana. Estoy camino al centro médico, pero… ¿cómo está Lili?

—Está bien. Salió a resolver unos asuntos… importantes.

Hubo un breve silencio.

—Me alegra escuchar eso. Quería avisarte que estaré por aquí por si me necesitan. Me ausenté bastante tiempo, y… bueno, me gustaría verlos si ustedes están de acuerdo.

Joseph se quedó callado un momento. No había rencor. No había tensión. Pero sí una mezcla rara en el pecho.

—Te entiendo. Hablamos pronto, Alan.

Colgó. Miró a los bebés dormidos. Y suspiró.

—Súper papá, ¿eh? Nadie dijo que tendría llamadas de exes-amigos-doctores y pañales bomba el mismo día.


Hora 4: Lili vuelve

Cuando Lili entró, Joseph estaba en el sofá, con un bebé en cada brazo, ambos dormidos.

El cabello despeinado, el rostro ojeroso, la camiseta llena de huellas de leche y papilla.

—¿Sobreviviste? —preguntó Lili conteniendo la risa.

—Barely… —respondió él—. Pero lo logramos. Comieron, jugaron, se cagaron, me cagaron, dormí 20 minutos, canté, y ahora estoy oficialmente graduado como papá 4x4.

Lili se le acercó, le acarició el cabello y se sentó a su lado.

—Gracias, Joseph.

—¿Todo bien?

Ella asintió. Luego, con cuidado, apoyó su cabeza en su hombro.

—Sí… aunque Alan está de vuelta en el país. Me llamó hace un rato.

Joseph no dijo nada de inmediato. Solo apretó un poco su mano.

—Entonces, lo que venga, lo enfrentamos juntos… como papás 4x4.

Capítulo 289 – “Las Cuentas que Faltaban”

La cita estaba pautada a las 10:00 a.m., en una pequeña pero reconocida oficina legal ubicada en la zona colonial. Lili había salido temprano sin decirle muchos detalles a Joseph, solo que debía cerrar un asunto personal, algo importante que había dejado a medias antes del nacimiento de los gemelos.

Lo único que él supo era que tenía que ver con el caso de plagio y los documentos que su madre le había enviado desde la casa familiar.


En la oficina legal

Lili estaba sentada frente a un escritorio de caoba, con un expediente entre las manos. El abogado —un hombre mayor, calmado, con voz firme— hojeaba lo que ella había traído.

—Este documento… es oro, señorita Saito. Está firmado por su hermano, Zess Saito, y tiene registro notarial de hace siete años. Es la prueba legal que usted necesitaba.

Lili apretó los puños.

—¿Esto es suficiente para destruir la versión que Kaori regrabó?

—No solo eso. Esto puede invalidar cualquier intento de registro posterior. Si lo manejamos con cuidado, y se presenta al juez de manera directa, puede forzar a la otra parte a retractarse o incluso enfrentarse a una sanción.

—Quiero hacerle entender que meterse con mi familia tuvo consecuencias. Esto… es por Zess.

El abogado asintió. Su respeto era evidente.

—¿Desea proceder de forma pública o privada?

—Privada. Por ahora. La caída será más fuerte si ella no se lo espera.


Unas horas después

Lili salió de la oficina con una mezcla de alivio y peso. Había dado el primer paso, el más importante: proteger el legado de su hermano y su propia dignidad como artista.

Pero había otro encuentro pendiente. Uno que no sabía exactamente cómo abordar.


Hospital Metropolitano, Sala de Oncología Pediátrica

Lili entró en el pasillo largo, donde muchos niños jugaban, algunos con tubos conectados, otros simplemente con dibujos en las manos.

Y al fondo, estaba él: Alan, de espaldas, con su bata blanca. Revisaba un expediente junto a una enfermera. Cuando giró y la vio, se congeló por un segundo.

Lili también.

La última vez que se vieron, ella apenas comenzaba a recordar su verdadera identidad. Y él había partido de nuevo, sin decir adiós.

—Lili…

—Hola, Alan.

Se acercaron. Hubo silencio. Ni un abrazo, ni sonrisas. 

—Escuché que estás bien… y que tus bebés nacieron. Felicidades.

—Gracias. Fue difícil… más de lo que esperaba. Pero estoy aquí. Estoy bien —dijo ella, respirando hondo—. ¿Y tú? ¿Volviste por una razón en especial?

Alan asintió, dejando el expediente a un lado.

—Quería cerrar cosas también. Creo que lo necesitamos todos.

—¿Cosas como… lo que pasó entre nosotros?

—Sí —dijo él sin rodeos—. Me equivoqué mucho, Lili. Pero no me arrepiento de haberte cuidado cuando nadie más lo hacía.

—Y yo no me olvido de eso, Alan. Pero no podías quedarte solo por eso.

Alan bajó la mirada.

—Lo sé. Solo quería que supieras que estoy orgulloso de ti. De la mujer en la que te convertiste. Y si algún día me necesitas, como amigo, o lo que sea… aquí estaré.

Lili sonrió con un dejo de melancolía.

—Gracias. Eso me basta.

Se abrazaron. No fue romántico. No fue un cierre perfecto.


Esa noche, en casa

Joseph no preguntó demasiado. Solo la abrazó cuando ella llegó. Lili le contó lo del registro legal, y también el encuentro con Alan.

—Ya no tengo miedo, Joseph. No me siento rota ni frágil. Hoy… hice algo por mí. Por mi hermano. Por nosotros.

Joseph le acarició la cabeza y la abrazó más fuerte.

—Estoy orgulloso de ti. Nunca dejaste de luchar.

Ella lo miró.

—Y ahora tú tampoco tienes que hacerlo solo.

Capítulo 290 – “Entre Pañales y Propuestas”

—¡Ay, Leilad, otra vez te hiciste encima! —exclamó Lili entre risas y resignación, mientras intentaba cambiar el pañal del más inquieto de los dos gemelos.

Del otro lado de la habitación, Joseph hacía lo mismo con Liney, que no paraba de mirarlo fijamente mientras él le hablaba con su voz más ridículamente tierna:

—Tú sí eres tranquila, ¿verdad? No como tu hermano,

que ya quiere romper el récord de pañales por día.

El reloj marcaba las 9:13 a.m. Era un día cualquiera en la vida de los Saito-Tamashi,

pero también era uno de esos días donde el caos cotidiano se sentía un poco más ligero.

Los bebés tenían ya seis meses, y aunque el cansancio seguía siendo brutal,

la rutina comenzaba a tomar forma.

Lili se acomodó en el sofá con ambos bebés ya alimentados, y Joseph llegó con las dos botellas vacías.

—¿Tú crees que algún día vamos a dormir corrido?

—No lo sé —respondió ella apoyando su cabeza en su hombro—. Pero hoy no me importa.


Mientras tanto: un video más…

Una notificación interrumpió ese momento.

Alex (grupo privado)
📹 “Chicos, se filtró otro video, esta vez en redes coreanas, ahora está en inglés y subtitulado.

Es una edición casera: ustedes dos, los bebés, escenas del primer concierto,

el momento en que Lili se desmayó… y termina con imágenes recientes de ustedes en casa.

No sé quién lo filtró, pero está explotando.”

Joseph tomó el control y puso el video en la pantalla grande. La edición era tan emotiva como invasiva. Había imágenes que solo podían haber salido de cámaras escondidas en el hospital o del entorno del equipo médico. La voz de fondo era una narración anónima que decía:

"Contra todo pronóstico, ellos eligieron el amor. Y aunque el mundo les dio la espalda, hoy siguen aquí. Una familia real. Luchando con lo que tienen. Sin filtros. Sin perfección. 

Lili lo pausó con los ojos algo llorosos.

—¿Cómo consiguieron eso?

—No lo sé, pero no podemos enfocarnos en eso ahora. Vamos a controlar la narrativa… sin que nos controle a nosotros —respondió Joseph, con una calma adquirida a la fuerza.


Reacciones corporativas

Ese mismo día, Alex, que estaba manejando el correo de negocios y el teléfono general, comenzó a recibir correos inesperados.

  • Una de las empresas que había demandado a Joseph por cancelar la gira, la misma que les obligó a pagar 1.2 millones de penalización, ahora estaba escribiendo un correo bastante amable:


    “Tras observar el impacto de su historia y el increíble crecimiento orgánico de la marca Saito-Tamashi, estamos abiertos a renegociar el contrato anterior y retirar la penalización, reestableciendo relaciones comerciales en términos favorables para ambas partes…”


  • Otra empresa de tecnología que había cancelado patrocinio hace meses ofrecía ahora una campaña publicitaria para “visibilizar la fortaleza de las familias jóvenes”.

  • Dos revistas de moda querían hacer una edición especial: “La familia más fuerte del año”.

Alex miró el celular con una ceja arqueada. Luego escribió en el grupo:

Alex (grupo privado)

¿Saben qué? La hipocresía tiene Wi-Fi. Nos escupieron y ahora nos quieren hacer influencers familiares. ¿Los mando al carajo o lo hablamos primero?

Joseph respondió:

Reunámonos esta noche. Todo se discute. Pero nadie decide sin Lili.


Esa noche

Lili dormía con Liney sobre su pecho. Joseph la miraba desde la puerta con Leilad en brazos. Sonrió. A pesar del caos, del mundo, de las ofertas falsas y las empresas falsas… eso era lo único que realmente importaba.

La familia.
Sus hijos.
Su mujer.
Y la verdad.

Y si el mundo quería verlos como un símbolo, al menos esta vez lo harían con sus propios términos.