SUSURRO A LA DISTANCIA CAPITULO 291 - 300 FIN
Capítulo 291 – “El Origen de una Idea”
La sala de estar estaba llena de papeles, laptops abiertas, proyector conectado, y dos termos gigantes de café. Joseph mecía suavemente la cuna portátil de Liney con el pie mientras revisaba una carpeta. Lili estaba sentada con Leilad dormido sobre su pecho, una libreta a medio llenar en sus piernas.
Alex, de pie, proyectaba en la pantalla una hoja de cálculo:
—Hasta el momento, hay 326 propuestas entre patrocinios, campañas, colaboraciones, licencias, revistas, documentales, líneas de ropa, productos de bebé, streaming, entrevistas exclusivas y un reality show en Netflix.
Joseph chasqueó la lengua.
—¿Un reality show? ¿Nos quieren poner cámaras en los baños también?
—Uno de los contratos sí lo sugería —dijo Alex sin bromear—. Pero los rechacé automáticamente. Estos son los que podrían discutirse. Aún así, son más de 90 que no he borrado porque implican mucho dinero o visibilidad.
Lili no decía nada. Revisaba los nombres. Empresas que la habían cancelado sin piedad. Marcas que usaron sus nombres para vender drama y ahora querían que fueran “la cara del renacer familiar”.
—¿Y qué pasa si no aceptamos ninguno? —preguntó sin levantar la voz.
Joseph la miró de reojo.
—Técnicamente podemos darnos ese lujo. Después de pagar todo, seguimos teniendo reservas.
—¿Y si lo que hacemos es propio? —soltó ella, más para sí misma que para ellos—. Una empresa. Nuestra. Que no nos use… sino que usemos nosotros.
El silencio se hizo tan denso que hasta los bebés parecían haberlo notado.
Alex bajó el volumen de la pantalla. Joseph alzó la cabeza.
—¿Qué dijiste?
Lili desvió la vista.
—Nada. Solo pensaba. Que si ya todos nos quieren por lo que somos, ¿por qué no hacer que eso juegue a nuestro favor…? Pero sin deberle nada a nadie.
Joseph y Alex se miraron. Esa clase de mirada que solo se dan los amigos que ya están leyendo el mismo párrafo sin necesidad de hablar.
—¿Lili… te tomarías en serio lo de la empresa si yo digo que podemos hacerlo? —preguntó Joseph, aún sin emoción en el tono, pero con ese fuego que ella reconocía detrás de sus palabras.
—No sé —respondió encogiéndose de hombros—. No estoy lista para volver a exponerme. Pero quizás, si fuera nuestra... lo consideraría.
Alex sacó su laptop personal y comenzó a escribir frenéticamente. Joseph solo sonrió.
—Entonces no firmaremos con nadie… todavía. Pero vamos a poner las piezas donde deben ir.
Lili los miró a ambos.
—¿Qué están tramando ustedes dos?
Joseph se levantó, besó la frente de su hijo dormido y respondió con una media sonrisa:
—Solo estamos escuchando a la verdadera CEO.
Capítulo 292 – “Zess Company”
Lili despertó primero esa mañana. Los gemelos habían dormido por intervalos de tres horas, lo cual era un regalo divino. Joseph seguía dormido en la mecedora con Liney en brazos. Lili fue a la cocina, calentó café y tomó su libreta.
“Zess Company”, escribió en la primera página nueva.
El nombre no había sido discutido, pero ella lo había decidido. No solo por su hermano, sino por todo lo que Zess representaba: resistencia, amor, arte puro, y sobre todo... integridad.
Una hora después, Joseph entró a la cocina en silencio.
—¿Estás escribiendo?
—Estoy decidiendo el futuro —le respondió sin mirarlo.
Él se sirvió café y se sentó frente a ella.
—¿Zess Company?
—Sí. Suena fuerte. Familiar. Emocional sin ser cursi. No es solo por Zess… Es lo que éramos tú y yo cuando todo era música. Antes del caos, antes del show, antes de Kaori.
Joseph la miró. Ella hablaba con firmeza, como si ya todo estuviera decidido.
—¿Y qué sería exactamente?
—Una casa de creación —dijo, hojeando su libreta—. No solo una productora. Sino una marca que impulse música honesta, sin contratos abusivos. Podemos producir desde aquí, firmar artistas independientes, lanzar colaboraciones, manejar nuestro propio merchandising y nuestras licencias. Si quieren a Lili Saito o Joseph Tamashi, tendrán que hablar con Zess Company. No con Sony, ni con Universal, ni con ninguna otra que nos desechó como si fuéramos basura.
Alex llegó justo en ese momento, como si lo hubieran invocado.
—¿Dijiste… Zess Company?
Joseph asintió.
—La jefa ya empezó.
Alex se sentó en la barra. Sacó su laptop. Estaba emocionado.
—Puedo hacer el registro de inmediato. Nombre, logo, redes, dominio web. Puedo crear la estructura legal también. Tengo contactos en Estados Unidos y Panama. Lo hacemos LLC o SRL. Lo que decidan.
—SRL —dijo Lili con rapidez—. Con domicilio en RD, pero con alcance global. No quiero que esta empresa se sienta como una multinacional hueca.
Joseph la miraba con una mezcla de respeto y ternura. Esa era su Lili. La misma que cantó descalza en un stream frente a miles. La misma que sobrevivió la caída de Kaori, la pérdida de identidad, y el embarazo más caótico del mundo.
—También quiero una división para fundaciones —agregó Lili sin frenar—. Apoyo a madres solteras, a artistas emergentes sin recursos, y niños con enfermedades crónicas. Usaremos parte de las ganancias para eso. No quiero que esta empresa solo venda. Quiero que sane. Que repare.
Alex se echó hacia atrás.
—Ya sé quién puede diseñar el logo. Tengo un programador para la web. Vamos a necesitar un abogado comercial y otro especializado en propiedad intelectual.
—Contrátalos —dijo Joseph—. Pero que sepan que aquí el jefe se llama Lili.
—¿Y el primer producto? —preguntó Alex.
Lili miró a Joseph. Luego sonrió por primera vez esa mañana.
—El primer producto seremos nosotros.
Capítulo 293 – “La Caída de Kaori”
La sala de audiencias estaba llena. Cámaras fuera. Seguridad privada, y la tensión en el aire podía cortarse con cuchillo. Era la tercera sesión, y esta vez, la defensa de Lili y Joseph estaba lista para cerrar con todo.
Kaori entró vestida de negro. Seria. Apretando los labios. Su rostro no mostraba emoción, pero cualquiera que la conociera de cerca —como su ahora exasistente, que había testificado el día anterior— podía notar la grieta.
Lili no asistió. El estrés, los bebés, el proceso legal… ya era suficiente. En su lugar, Joseph, Alex y el abogado principal del caso estaban en primera fila. Lili había grabado una declaración escrita que sería leída por el abogado.
Primero, se repasaron las pruebas técnicas: los registros oficiales de “Susurros a la Distancia”, en el sistema de derechos de autor, firmados por Zess Saito y Lili Saito antes de la muerte de Zess. Con fecha, hora, código ISRC, metadatos de composición. Todo.
Luego, reprodujeron en sala dos versiones: la original, con la voz de Lili y su hermano Zess, y la versión de Kaori, publicada bajo el título “Whispers Across Time”.
Era la misma canción. Misma melodía, misma progresión armónica, misma letra —traducida y adaptada, sí—, pero sin crédito alguno. Kaori la presentó como propia. Su cara se mantuvo firme mientras sonaba. Joseph apretaba los puños.
El abogado defensor de Kaori intentó alegar reinterpretación artística, una supuesta “inspiración común”, incluso presentó un supuesto testimonio de un compositor anónimo. Todo se desmoronó cuando se reveló que el testigo era un compositor contratado por su empresa, con historial de plagios.
Entonces vino el momento clave.
El juez pidió silencio.
El abogado de la parte demandante —la representación legal de Zess Company y la familia Saito— se puso de pie.
—Honorables presentes. Mi cliente, Lili Saito, madre de dos recién nacidos, sobreviviente de una persecución pública sin precedentes, y víctima de una campaña de desinformación sin ética, exige justicia no solo por el daño económico, sino por la profanación emocional del legado de su hermano fallecido. “Susurros a la Distancia” no es solo una canción. Es su memoria. Su luto. Su despedida. No tiene precio. Pero hoy, la ley debe asignarle uno.
Silencio. Nadie respiraba.
El juez tomó unos segundos.
—Después de revisar las evidencias, los testimonios, y los registros oficiales… esta corte concluye que la señora Kaori Nishimura cometió violación intencional de derechos de autor, uso indebido de propiedad intelectual registrada, y obtención ilícita de beneficio económico mediante fraude artístico.
La sala se tensó.
—La sentencia es: pago de 30 millones de dólares estadounidenses como indemnización directa, prohibición de interpretación o uso de la canción o cualquiera de las cinco canciones registradas en Zess Company bajo pena de cárcel. Y, como parte del fallo, la señora Nishimura debe emitir una disculpa pública legalmente supervisada.
Kaori no dijo nada. Solo bajó la cabeza. Los flashes fuera del tribunal comenzaron a activarse.
Joseph salió del edificio sin hablar. Al llegar a casa subió donde Lili esperaba con los gemelos. Al verlo, supo la respuesta. Él solo asintió, con los ojos vidriosos.
—Perdió —dijo.
Lili bajó la cabeza, abrazando a Leilad.
—Ahora no solo nos debe dinero —susurró ella—. Nos pagara todo lo que nos hizo
En redes, #JusticiaParaZess era tendencia mundial. El nombre de Kaori se llenó de hashtags como #PlagioConEstilo y #30MillonesDeMentiras. La opinión pública, que antes dudaba, ahora se dividía entre la indignación, el escarnio, y los memes.
Esa noche, en un cuarto de hotel de lujo, Kaori rompió su copa de vino contra el piso.
No por la multa.
No por el juicio.
Sino porque, por primera vez, el mundo la estaba dejando sola.
Capítulo 294– “Caos y Caída”
La noticia corrió como pólvora.
En Japón, las autoridades emitieron una orden para que el menor involucrado —el supuesto “hijo de Joseph Tamashi” usado por Kaori como pieza central de su plan mediático— fuera regresado de inmediato a su familia biológica. La mujer que lo había “alquilado” fue detenida y se encontraba bajo investigación por tráfico de menores y fraude.
Las imágenes del niño abordando un avión privado con una trabajadora social japonesa fueron transmitidas en los noticieros de ambos países. La etiqueta #JusticiaParaElNiño se posicionó entre las más comentadas. Algunos lloraban, otros exigían cárcel, y otros simplemente no podían creer que una figura pública como Kaori hubiera usado un niño como peón en su juego sucio.
Al día siguiente, el equipo legal de Kaori había anunciado una rueda de prensa para que ella ofreciera su “disculpa pública supervisada”, como lo dictaba la sentencia judicial.
Pasaron los minutos.
Una sala llena de periodistas.
Cámaras listas. Micrófonos abiertos.
Kaori… no apareció.
Su abogado solo dijo:
—Mi clienta no se siente emocionalmente estable para enfrentar al público en este momento. Pedimos comprensión.
El murmullo de decepción fue inmediato. Algunos se levantaron y se fueron. Otros comenzaron a gritar preguntas.
Nadie se tragó la excusa.
Mientras tanto, Joseph y Lili decidieron actuar rápido.
En una declaración pública desde las oficinas de Zess Company, ambos vestidos de forma sencilla, sin cámaras excesivas, sin parafernalia, hicieron oficial el destino de los 30 millones de dólares.
—No queremos este dinero. Este dinero vino del dolor, de la mentira y del abuso. Hoy, se transforma en esperanza —dijo Joseph con firmeza.
Lili tomó la palabra después de él:
—Esta cantidad será distribuida a institutos de lucha contra el cáncer infantil en República Dominicana y Panamá, como homenaje al verdadero creador de “Susurros a la Distancia”: mi hermano, Zess Saito.
Los medios estallaron.
Los titulares fueron inmediatos:
“La venganza silenciosa de Lili y Joseph: donan la indemnización millonaria”
“Kaori desaparece, Zess Company se fortalece”
En el hotel cinco estrellas donde Kaori se escondía, las cosas eran distintas.
La suite estaba a oscuras. Cortinas cerradas.
Pantallas encendidas con videos de sus propios escándalos, su rostro en memes, su voz en remix de burla.
No comía. No dormía.
Tiró el control remoto contra la pantalla.
—¡Malditos todos! ¡Eso era mío!
Su nuevo asistente, ya empacando maletas, no dijo nada.
—¿A dónde vas? —escupió Kaori.
—A salvar lo que queda de mi carrera. Tú deberías hacer lo mismo.
La puerta se cerró tras él.
Mientras tanto, Zess Company no paraba de crecer.
Las acciones, el canal de Lili, la tienda de merch, y las distribuciones digitales aumentaron en un 600%.
Los artistas independientes comenzaron a enviar solicitudes para ser representados.
Fans enviaban mensajes de agradecimiento.
Nuevas marcas se ofrecían como colaboradoras.
Y por primera vez en mucho tiempo, la música sonaba limpia, libre de guerra.
En casa, Lili miraba la pantalla con los gemelos dormidos sobre su pecho.
Joseph llegó con café. Se sentó a su lado.
—¿Te arrepientes de no quedarte con el dinero?
Lili negó con la cabeza.
—No. Se lo dimos al que lo necesitaba más. Y eso… eso es algo que ni todo el odio de Kaori puede borrar.
Joseph la besó en la frente, acariciando la cabeza de Leilad, que dormía boca abajo en su pecho.
—Zess estaría orgulloso.
—Ya lo está —dijo ella, cerrando los ojos por un segundo.
Y afuera, el mundo, que tanto los castigó, ahora los abrazaba.
Capítulo 295– “Raíces Globales”
Todo comenzó como una idea suelta.
Una frase dicha por Lili con una taza de cafe en la mano, cansada de reuniones y ofertas hipócritas:
—Deberíamos tener nuestra propia empresa. Ya tenemos el dinero.
Pareció un pensamiento al aire. Pero para Joseph y Alex fue una señal. Y lo que siguió fue una reacción en cadena que ni ellos mismos imaginaron.
Hoy, Zess Company ya tenía 10 sedes oficiales y más de 200 colaboradores, todos vinculados al mundo artístico desde diferentes rincones del mundo.
Fue Xion, el antiguo manager japonés de Joseph, quien se encargó de darle forma y estructura legal a la división asiática. Renunció a su empresa anterior y armó un pequeño equipo desde Tokio, expandiendo rápidamente a Corea y otros puntos estratégicos.
Desde Panamá, Alex no solo coordinaba la logística, sino que fue formando células de trabajo en otros países de Latinoamérica: Perú, Argentina, México, Colombia, Guatemala, Nicaragua. Todo bajo el concepto de trabajo remoto, horizontal y culturalmente inclusivo.
Anyu, al enterarse que habría sede en Perú, soltó una carcajada.
—O sea, que terminé trabajando para mi mejor amiga… en mi propio país. Ironías bellas de la vida.
Ella se convirtió en una de las editoras creativas de contenido digital. Videos, campañas, material visual, todo pasaba por su aprobación antes de salir.
En España, un viejo productor que años atrás había rechazado trabajar con Joseph, pidió una oportunidad para colaborar. No solo lo aceptaron, sino que ahora dirigía la rama europea junto a un equipo joven salido de academias de artes.
En Estados Unidos, músicos, técnicos, programadores de luces y marketing se habían ofrecido para desarrollar proyectos. Y aunque Joseph fue claro en que no quería giras personales hasta que los gemelos crecieran, Zess Company sí empezaría a organizar las de otros artistas.
—No es solo nuestra música. Es la música que no tiene voz —dijo Lili en una de las reuniones.
Uno de los primeros artistas fichados fue una joven coreana con raíces vietnamitas, que hacía baladas digitales con influencias de la vieja escuela japonesa. Su primer sencillo con Zess Company rompió el millón de visitas en 48 horas.
Otro fue un cantautor argentino que había sido rechazado de todos los festivales por no encajar con los “estándares comerciales”. Zess Company lo llevó a una gira por tres ciudades y fue un éxito.
Cada país operaba con autonomía, pero bajo el mismo lema:
"Arte sin fronteras, voces sin filtros."
Joseph no se perdía. No quería reuniones infinitas. No quería estructuras duras. De hecho, el espacio principal de trabajo en República Dominicana —donde vivían— era un estudio pequeño conectado a una sala de reuniones donde siempre había café, dos computadoras encendidas, y juguetes de bebés en una esquina.
Allí se hacían las llamadas con Xion en Tokio, las juntas rápidas con Perú, y las sesiones espontáneas con artistas locales.
Un día, Anyu llegó con una carpeta llena de hojas, cronogramas, lanzamientos.
—Esto no es normal. Ustedes crearon algo gigante sin quererlo. ¿Saben cuántas sedes tienen ahora? —les preguntó.
—¿Cuántas? —preguntó Joseph sin mirar, ocupado preparando un biberón.
—Más de Diez. RD, Japón, Corea, Panamá, Perú, Argentina, España, Estados Unidos, México y Colombia. Y pronto se suman dos más. África del Sur y Filipinas. ¿Están conscientes de eso?
Lili y Joseph se miraron en silencio.
No estaban seguros si era orgullo o miedo lo que sentían.
Pero algo era claro: Zess Company ya no era un proyecto personal. Se estaba convirtiendo en una red artística internacional que promovía autenticidad, inclusión y libertad creativa.
Y todo, desde una sala con juguetes, pañales, y el eco de risas de dos gemelos que habían nacido en medio de la tormenta.
Joseph lo resumió con una frase cuando firmaron al décimo artista:
—No solo sobrevivimos a la guerra. Hicimos arte con los escombros.
Capítulo 296 – “Voces Nuevas y Cuentas Pendientes”
La luz se encendió sobre el escenario.
No era Joseph. No era Lili.
Era Aina, una joven cantante japonesa de 19 años que hacía su debut oficial como artista bajo el sello Zess Company.
Una mezcla de nervios y talento crudo. Su voz, una combinación entre la melancolía tradicional y la fuerza moderna, impactó desde la primera nota. Era el primer evento grande organizado por Zess Company fuera de República Dominicana, en el Yokohama Creative Dome.
Joseph y Lili lo observaban en una transmisión privada desde casa. Joseph con uno de los gemelos dormido sobre su pecho, Lili alimentando al otro.
—Esa niña va a romper todo —dijo Lili con una sonrisa cansada pero genuina.
—Y pensar que no creía que fuera buena para este estilo... —comentó Joseph, dándole volumen a la tele.
La ovación final fue como un sello de oro. Aina no solo cantaba bien. Su autenticidad la hacía distinta. Y eso era justo lo que Zess Company defendía.
Horas después, Xion, desde el backstage, recibió una visita inesperada. Un niño, de no más de diez años, acompañado por una mujer mayor —una trabajadora del sistema social japonés—, pidió hablar con él.
—¿Ese es el niño... el que usaron para hacer pasar por hijo de Joseph? —preguntó un asistente.
—Sí. —Xion asintió, visiblemente sorprendido.
El niño se paró frente a él con la cara roja, pero con la voz firme:
—Yo no quiero mentir más. Quiero cantar. Quiero aprender. No quiero volver a hacerle daño a nadie.
Xion no supo qué decir. El niño hablaba con honestidad. Sin guión, sin estrategia. Y eso lo movió.
—¿Puedo... decirle al señor Joseph? ¿Y a la señora Lili?
—Puedes —respondió Xion—. Pero esa decisión no es mía.
Horas más tarde, Joseph y Lili recibieron la llamada.
—¿El niño quiere cantar? —preguntó Joseph, sin ocultar la sorpresa.
—Y quiere hacerlo sin esconder nada. Dice que solo quiere ser él —explicó Xion desde Japón.
—¿Y su madre biológica?
—Ella aceptó que se quede con su abuela. Dicen que quiere una vida nueva. Pero el niño… él solo pide una oportunidad real.
Lili guardó silencio un momento. Miró a Joseph. Él entendió.
—No podemos decidir eso rápido —dijo ella con voz firme—. Pero si es verdad que fue una víctima… quizás necesita una segunda oportunidad más que nadie.
Mientras todo esto sucedía, en RD… el infierno se encendía.
Kaori, en su intento desesperado por huir del escándalo y evitar pagar la indemnización y enfrentar nuevos cargos, apareció de forma clandestina en el aeropuerto Nacional. Con gafas negras, abrigo largo y escoltada por su productor más fiel.
Pero el disfraz no bastó.
Una ex fan la reconoció. Sacó el celular. Grabó.
“¡Esa es Kaori! ¡Ella no puede estar aquí! ¡Tiene orden judicial!”
En minutos, el video explotó en redes sociales.
#KaoriEnNarita
#JusticiaParaLili
#LaMentiraCae
La fiscalía japonesa recibió presión ciudadana y política. En menos de 48 horas, se reactivó el proceso judicial.
La acusación ya no solo era por difamación y manipulación de menores…
Lili presentó formalmente la denuncia por intento de homicidio agravado, al demostrar que Kaori manipuló un encuentro, lo grabó y causó su caída estando embarazada de alto riesgo.
En un fragmento de la denuncia, Lili escribió con puño firme:
“No busco venganza. Busco justicia. Mis hijos casi no nacen por su egoísmo. Nadie debería tener que vivir con ese miedo.”
Kaori fue detenida a las afueras del hotel donde intentó esconderse. La imagen de su captura fue portada en todos los medios asiáticos. Su rostro desencajado, sin maquillaje, sin glamour, sin el falso brillo que había construido.
Mientras tanto, en la pantalla del estudio casero en República Dominicana, Joseph leía el informe con una sola mano, mientras con la otra sostenía a su hija.
Lili, sin despegarse del pequeño Leilad, suspiró.
—La mentira tiene patas cortas, ¿no?
—Sí. Y nosotros… tenemos dos bebés y una disquera entera que alimentar —respondió Joseph con una sonrisa agotada.
Lili se recostó sobre su hombro.
—Lo que se viene no será fácil. Pero al menos... ya no tenemos que escondernos.
—Ni huir —agregó Joseph.
Capítulo 297 – “Elegir lo Correcto”
Joseph tenía el celular en la mano desde hacía varios minutos. El mensaje de Xion no era largo, pero el contenido pesaba como piedra:
“El niño vino con su abuela. Dice que quiere cantar, que quiere hacerlo bien esta vez. No hay cámaras. No hay guión. Sólo miedo y arrepentimiento. Espera su respuesta.”
Lili, sentada al otro lado de la habitación, lo observaba sin decir nada. Leilad dormía en su regazo, mientras Liney jugaba con una sonaja que no soltaba ni por error. El silencio entre ellos duró hasta que Lili rompió el hielo:
—¿Qué dice tu instinto?
Joseph dejó el celular sobre la mesa.
—Que no es su culpa. Que no fue más que otro peón... igual que muchos otros.
Lili lo miró a los ojos.
—Y el mío dice que... puede ser cierto, pero si vamos a darle una oportunidad, no puede ser media. O confiamos, o no lo hacemos.
Joseph se pasó una mano por el rostro.
—¿Tú qué harías?
—Yo no confiaría en la madre —dijo con firmeza—. Pero sí en un niño que se atrevió a buscar ayuda. Eso ya dice más de lo que muchos adultos son capaces de hacer.
Joseph asintió, sin presión, pero con claridad.
—Entonces… lo apoyamos. Pero con reglas.
Horas después, una videollamada con Xion confirmó todo. Joseph habló directamente con el niño:
—Si de verdad quieres hacerlo, vas a tener que trabajar como los demás. Sin favoritismos. Y vas a tener que contar la verdad. Toda.
—Lo haré. Prometo no mentir más.
—No me lo prometas a mí —interrumpió Lili, que también estaba en la llamada—. Prométetelo a ti mismo. Porque eso es lo que hace un artista de verdad.
Parte 2: El Juicio
En la oficina de abogados de Zess Company en República Dominicana, el ambiente era seco, tenso y enfocado.
Alex había volado a Panamá a buscar documentos clave. Xion aportó material desde Japón. Anyu, desde su lado legal, colaboraba con una abogada especialista en crímenes digitales. Lili, aunque no podía moverse mucho por los gemelos, participaba desde una sala acondicionada con todo.
Joseph dirigía las reuniones, pero su tono se había vuelto más frío. Más firme.
—Tenemos las grabaciones del club de natación. Cámaras internas. Micrófonos ambientales. Los audios que captaron cuando Lili se acercó a Kaori y todo el montaje antes de la caída.
—¿Y el video donde ella simula ser agredida? —preguntó la abogada.
—Tenemos dos tomas. Una desde la piscina y otra del salón de seguridad. Ambas muestran lo que en verdad ocurrió —respondió Alex—. La caída fue un accidente. Kaori estaba actuando.
—Perfecto. La denuncia por intento de homicidio agravado se sostiene —dijo la abogada.
Pero eso no era todo.
La oficina de Derechos de Autor había aceptado el registro legal firmado por Zess Saito en vida, y la canción “Susurros a la distancia” ya estaba oficialmente reconocida como propiedad exclusiva de los hermanos Saito. Kaori no sólo perdería el dinero ganado con esa re-versión: debería pagar una sanción por cada reproducción posterior.
El cálculo inicial era de más de 30 millones de dólares. que ya había pagado, pero aun había mas, ya que grabó más de una canción, la suma fue solo por Susurros a la distancia
Joseph leyó el informe sin pestañear.
—Que pague. Y que el mundo sepa lo que hizo.
Lili intervino:
—No quiero venganza. Pero tampoco puedo dejar que una mujer que casi me mata y que arrastró a un niño inocente en su mentira... se salga con la suya.
—Vamos con todo —dijo Anyu—. El juicio comenzará en dos semanas. Y esta vez… el mundo va a ver todo.
Kaori, mientras tanto, seguía en detención domiciliaria. Su equipo legal japonés intentaba posponer el proceso, pero no había escapatoria.
El video donde se la veía comprando al niño ya había sido verificado por la policía japonesa.
El segundo video, donde manipulaba al niño para fingir ante la cámara, también era auténtico.
Todo se estaba cayendo.
Y Zess Company estaba más fuerte que nunca.
Pero Joseph sabía que esto no era el final.
—A veces… la verdad tarda en llegar. Pero siempre llega —murmuró, mientras acariciaba la cabeza de su hija dormida.
Capítulo 298 – “Bienvenida y Primer Año”
El sol no había terminado de salir del todo cuando sonó el mensaje en el grupo familiar:
🍼 "¡Nació! ¡Es un niño! Anyu y el bebé están bien ❤️" – Alex
Joseph fue el primero en leerlo. De inmediato giró hacia Lili, que dormía con la boca entreabierta y un gemelo en cada brazo. Sonrió. No quiso despertarla aún.
Anyu había dado a luz esa madrugada, después de varias horas de trabajo de parto. El bebé —que pesó 3.2 kilos— nació sano, fuerte y con una voz que, según Alex, “podía competir con los gemelos”.
A media mañana, Lili recibió la noticia al despertar. Su reacción fue un grito ahogado:
—¡Ay mi madre, ya nació el sobrinito!
—Sí —dijo Joseph, riendo mientras le alcanzaba el café—. Y Alex dice que ya está armando una playlist para que se duerma con las canciones de Lili.
—¡Qué sinvergüenza! —se rió Lili—. Pero se lo vamos a criar con buena música.
Dos días después – Bienvenida a casa
Cuando Anyu y Alex llegaron con el bebé a casa, los esperaban globos, cartelones y una pequeña celebración improvisada por Lili y Joseph (bueno, más por Lili, porque Joseph todavía no entendía cómo acabaron colgando luces LED en la entrada).
—¡Bienvenidos a la locura! —dijo Lili, abrazando a Anyu con cuidado.
—Tú sí que sabes —respondió ella, con ojeras pero con brillo en los ojos.
Joseph cargó el asiento donde dormía el bebé, y uno de los gemelos —Leilad— intentó asomarse por el costado, curioso. Liney, en cambio, solo quería la galleta que alguien sostenía en el aire como si fuera un premio.
Alex parecía desbordado.
—Loco… ¿cómo hacen para dormir? —preguntó a Joseph.
—No dormimos. Sobrevivimos —dijo él con una palmada en la espalda.
—Me hubieran dicho antes…
—Te lo dijimos. Como cinco veces —intervino Lili desde la cocina.
Una semana después – Cumpleaños de los gemelos
Entre risas, caos y llantos nocturnos, llegó el primer cumpleaños de Liney y Leilad. La casa se llenó de familiares cercanos, los abuelos, algunos vecinos, y el pequeño círculo de confianza que rodeaba a la familia Tamashi-Saito.
La fiesta no fue pública. No había cámaras, ni prensa, ni contratos. Sólo globos, pasteles (uno para cada bebé), juguetes por todo el piso, y canciones infantiles en una lista que Joseph había armado con ayuda de Alex.
—Mira cómo camina tu hija —dijo Joseph con una mezcla de orgullo y susto, viendo cómo Liney avanzaba con torpeza hacia un globo gigante.
—Y mira cómo Leilad se roba el tetero del otro niño —añadió Lili con una sonrisa irónica.
—Ese niño no es mío, yo me desentiendo —bromeó Joseph.
—Joseph...
—¡Es broma! —se rió él mientras la besaba en la mejilla.
Anyu llegó con su bebé en brazos y unas ojeras que hacían juego con las de Lili. Alex detrás de ella, con una cámara y cara de padre enamorado.
—¿Y cómo están los cumpleañeros? —preguntó Anyu.
—Cansados… como nosotros —respondió Lili—. Pero felices. Tan felices.
Joseph sostuvo a Liney en el aire mientras Alex cantaba desafinado. Leilad le arrancó el gorro de cumpleaños a alguien. Lili no podía dejar de reír.
Fue un año duro. Fue un año jodidamente brutal.
Pero estaban juntos.
Los cuatro. Y ahora seis.
Y ese era el verdadero regalo.
Capítulo 299– “El Juicio Final”
Era lunes, y a diferencia de otros, no amaneció en calma.
Desde tempranas horas, las afueras del Palacio de Justicia estaban sitiadas por prensa local e internacional. Las cámaras apuntaban al lugar donde, después de casi un año de escándalos, videos manipulados, entrevistas falsas, denuncias y campañas, se leería el veredicto contra Kaori
Joseph y Lili no asistieron a la sala. Por decisión legal, sus abogados los representaban. Lili, que estaba con los gemelos en casa, decidió no poner ninguna transmisión en vivo.
—Si es justicia, que lo digan sin mi rabia. Ya no me mueve eso —le dijo a Joseph, mientras él sostenía en brazos a Liney que dormía.
Joseph no respondió. Solo asintió.
Ya no era rabia, era cierre.
En la sala del tribunal
La jueza apareció puntual.
Kaori fue traída por la parte trasera, escoltada. Lucía más delgada, ojerosa, pero sin perder la altivez. Se sentó sin mirar a nadie.
El juicio había sido largo y desgastante.
Pruebas: incontables.
Videos: devastadores.
Testigos: desde antiguos empleados hasta productores musicales.
Y lo peor: el propio niño japonés que confesó, entre lágrimas, haber sido instruido para actuar frente a cámaras.
—En base a la documentación presentada y las declaraciones juradas, este tribunal declara a la acusada Kaori culpable de:
Estafa agravada por manipulación de contenido audiovisual e identidad de menores.
Falsificación de documentos oficiales.
Uso indebido de derechos de autor, plagio y difamación internacional.
Intento de homicidio agravado con alevosía.
Contrabando de sustancias para sedación no autorizadas.
Uso de menores en campañas fraudulentas.
Se hizo un silencio denso.
—Se le sentencia a 10 años de prisión por los cargos principales, más 2 años adicionales por cada agravante, sumando un total de 22 años de prisión efectiva, con cumplimiento en centro penitenciario de máxima seguridad.
La voz de la jueza sonó dura. Inapelable.
—El tribunal ordena además la prohibición de actividades artísticas, acceso a medios de comunicación, o participación directa o indirecta en industrias creativas durante el cumplimiento de la condena.
El abogado de Kaori solo agachó la cabeza.
Ella… no dijo nada. No lloró. No gritó. Solo se quedó allí, como si supiera que ya estaba hecho.
Reacciones inmediatas
La noticia no tardó en explotar:
Tendencias globales: #JusticiaParaLili, #KaoriCondenada, #22Años
Artistas que antes la defendían se disculparon públicamente.
El sello que produjo su reversionado disco anunció el retiro completo de su catálogo.
Las asociaciones de padres, protección infantil y derechos de autor aplaudieron la sentencia.
Zess Company
Alex llegó a casa con una copia oficial de la sentencia. Joseph la tomó, leyó en silencio y luego la dejó sobre la mesa.
—Ya —dijo simplemente.
Lili salió del cuarto con Leilad en brazos.
—¿Ya?
—Veintidós años.
Lili no respondió. Caminó hacia Joseph, y ambos se abrazaron. No fue una celebración, fue un cierre. No hubo euforia. Solo un alivio que se deshizo en un suspiro largo.
Kaori fue trasladada esa misma noche al centro penitenciario de máxima seguridad de Santo Domingo. Le permitieron llevar solo lo necesario.
El mundo que construyó a base de manipulación, chantaje, mentiras y dolor… había colapsado. Posteriormente sería llevada a Japon
Y nadie lloró su caída.
Capítulo 300 – “El Regreso”
Un año y un mes.
Eso era lo que había pasado desde aquella madrugada en la que Joseph y Lili llegaron a casa por primera vez con sus gemelos en brazos. En ese tiempo hubo noches sin dormir, pañales a la velocidad de la luz, biberones a deshoras, llanto mezclado con carcajadas, y el más puro y crudo amor.
Los bebés crecían fuertes.
Liney ya caminaba con pasos tambaleantes, siempre con los rizos alborotados como su madre.
Leilad era más observador, pero se reía por todo lo que hacía su hermana.
Y ellos… Joseph y Lili… habían aprendido que el amor real se construía incluso cuando se caía todo.
La casa estaba en silencio esa mañana. Joseph preparaba café, mientras Lili dibujaba ideas en una libreta. No era para una canción. Era para otra cosa.
—¿Estás segura de esto? —le preguntó Joseph sin mirarla.
—Sí. Por fin. Estoy lista. —cerró el cuaderno con decisión.
Joseph la observó en silencio. Ella seguía usando ese anillo que él le había puesto en casa, en privado, cuando ya no les importaba la fama ni los medios, solo su paz.
—Y tú… ¿estás listo? —le preguntó ahora ella.
Joseph asintió, firme.
El anuncio
Dos días después, el canal oficial de Zess Company lanzó un tráiler que no necesitaba gritos ni fuegos artificiales. Solo una voz en off, la de Joseph, diciendo:
“Esto no es solo nuestro regreso.
Esto es el cierre de una etapa.
Una gira. Una familia. Una historia real.
Nos vemos pronto.”
A los pocos segundos, una imagen de Lili, Joseph y sus hijos apareció en pantalla, seguida de una lista de ciudades:
Santo Domingo, Ciudad de Panamá, Lima, Buenos Aires, Madrid, Tokio, Seúl, Los Ángeles, Nueva York, París.
Al fondo, el logo: "Zess Company - Gira Mundial 2026"
Y debajo, una frase:
“No volvimos por la fama. Volvimos por amor.”
Las redes estallaron. Las entradas comenzaron a agotarse en minutos.
Viejos fanáticos, nuevos fans, y personas que los habían seguido desde que todo comenzó, lloraban frente a la pantalla.
La historia de Lili y Joseph no era solo de música: era de lucha, de verdad, de amor que se sostiene cuando todo parece perdido.
Kaori estaba en prisión.
El juicio había terminado.
Las heridas habían dejado cicatrices… pero no los habían destruido.
Ahora, regresaban al escenario por decisión propia. Bajo sus propias condiciones.
Nadie los obligó. Nadie los compró.
En el estudio casero, Liney se aferraba a la pierna de su madre mientras ella practicaba vocalización.
Leilad jugaba con una baqueta de batería que le había regalado Alex.
—¿Tú crees que no se van a dormir temprano en la gira? —preguntó Lili.
—No. Pero tampoco nosotros —respondió Joseph con una sonrisa cansada.
—¿Lo haremos bien?
Joseph la miró a los ojos.
—Lili… ya lo estamos haciendo.
Se acercó, y la besó como la primera vez, pero sin miedo. Con la certeza de quien ya caminó por el fuego y volvió con la piel entera.
Las luces del escenario se encendieron en Santo Domingo.
El primer concierto de la gira.
El público gritó cuando vio a Joseph aparecer. Gritó más cuando Lili subió. Y casi se derrumbó cuando juntos, con los dos bebés en brazos al cierre del show, agradecieron a todos por haber creído.
Lili, con lágrimas, dijo:
—Gracias por esperarnos.
Gracias por creer… incluso cuando nosotros dudamos.
Gracias… por formar parte de esta historia.
Y así, entre luces, acordes, memorias, y el amor que nunca dejó de crecer, comenzó la última gira.
No para decir adiós.
Sino para cerrar el círculo.
Porque “Susurros a la distancia”… ahora eran gritos de esperanza al mundo entero.
EPÍLOGO – “Susurros al Futuro”
Diez años después.
El sol del atardecer iluminaba suavemente la casa de madera y cristal en las afueras de Santo Domingo. No era una mansión. No necesitaba serlo. Era un hogar.
Liney, de cabello largo y revuelto, cantaba en la sala una canción que estaba componiendo. Tenía 11 años, la misma edad que tenía Lili cuando cantó por primera vez con Zess.
—¡Mami! ¿Dónde están las hojas de letras viejas? ¡Quiero ver las de tio Zess!
Desde la cocina, Lili respondió con voz tranquila:
—En la caja roja del estudio. Pero con cuidado, ¿eh?
—¡Sí! —gritó ella antes de correr.
Leilad, serio como siempre, estaba en el patio con Joseph afinando una guitarra. Le gustaban más los acordes que las palabras, pero cada vez que tocaba, el mundo se detenía.
—Papá —preguntó de pronto—. ¿Qué sentiste cuando volviste a cantar con mamá?
Joseph pensó un momento. Miró al cielo y luego a su hijo.
—Sentí que había vuelto a respirar. Como si hubiera estado aguantando el aire por años.
Leilad asintió. No dijo nada más. Pero tocó una melodía que sonaba… familiar. “Susurros a la distancia”. Lo había aprendido él solo.
Esa noche, después de la cena, Lili bajó una caja polvorienta.
—Aquí está —dijo.
—¿Qué es? —preguntó Liney, curiosa.
Lili la abrió. Dentro había recuerdos:
Una cámara rota.
Un anillo.
Un mechón de cabello envuelto en papel.
Y una libreta con la portada descolorida: “Canciones de cuando nadie me veía”.
Joseph se acercó por detrás y rodeó a su esposa con los brazos.
—¿Y si… hacemos una última canción? —preguntó él.
—¿Tú y yo? —sonrió ella.
—Tú, yo… y ellos dos —dijo, señalando a los gemelos.
Días después, el canal de Zess Company publicó un video titulado:
“Para cuando no estemos – Familia Tamashi Saito”
En el video:
Joseph y Lili cantaban juntos.
Liney hacía los coros.
Leilad tocaba guitarra.
La letra hablaba del amor más allá de la tormenta, de la voz que se hereda, del fuego que no se apaga.
La gente lloró.
La gente rió.
Y todos supieron que, aunque no sacaran más discos, aunque no hicieran más giras…
la historia no terminaría ahí.
En un parque de Japón, una joven tocaba una canción de Lili en el piano.
En un estudio de Seúl, una productora trabajaba con artistas bajo el sello de Zess.
En Perú, una mujer llamada Anyu era directora regional de Zess Company.
Y en Panamá, Alex enseñaba a su hijo a grabar voces.
La voz de Zess, de Lili, de Joseph…
Ya no era solo de ellos.
Era del mundo.
FIN